Road movie, redención, historia de escape, algo de wéstern y de sobreviviente de guerra, la película mezcla los géneros centrándose en el acercamiento de dos personajes que todo separa. Con un Liam Nelson más viejo y más sabio.
Ficha IMDb
Jim Hanson (Liam Nelson ) vive en su Rancho en realidad una pobre casa solitaria en medio del desierto asolado y seco de Arizona, solo con su perro Jackson y unas cuantas vacas que trata de vender. Cada vez que ve unos indocumentados que han logrado pasar la malla metálica que separa México de Estados Unidos, habla por radio a la patrulla fronteriza. Hanson es un hombre de deber, de principios, que ha pasado años en Vietnam, que ha gastado todo su dinero en pagar los gastos médicos de su esposa que finalmente falleció hace unos meses. Ahora el banco amenaza con sacarlo de su casa por no pagar su préstamo. La única que parece entenderlo en su triste vida es su hijastra, Sarah Pennington (Katheryn Winnick) oficial de la guarda fronteriza,
Carlos (Alfredo Quiroz) le avisa por teléfono a su hermana Rosa (Teresa Ruiz) que debe dejar inmediatamente su casa con su hijo Miguel ( Jacob Perez) de once años, ya que el cartel de la zona va a llegar por ellos, en castigo por su traición : perdió un cargamento, se pasó a otro grupo, o cualquier cosa que le disgustó al jefecito del grupo. Única solución para Rosa : pasar a Estados Unidos y para eso pagar a un coyote. Pero este se asusta al ver llegar la camioneta de los narcos y los deja plantados a unos metros de la malla de alambre. Abandonados a su triste suerte, madre e hijo logran pasar por una pequeña abertura cuando milagrosamente pasa Hanson en su camioneta. El grupo de narcos, liderados por Mauricio (Juan Pablo Raba), desde el otro lado de la cerca, pide al ranchero les devuelva madre e hijo pero él cede a las suplicaciones de Rosa, lo que desencadena un intercambio de balas en el cual el hermano de Mauricio y la madre de Miguel fallecen. En sus últimos momentos, Rosa le pide a Jim cuidar a su hijo y llevarlo con su prima en Chicago. El primer movimiento del exmarine y ciudadano obediente es dejar todo en las manos de las autoridades americanas. Pero, al día siguiente, al ver a los narcos en su camioneta observar la caseta de la patrulla fronteriza, entiende que devolver a Miguel a México es entregarlo a la venganza de Mauricio y decide salir de la legalidad para cumplir con su promesa.
Empieza el viaje hacia el norte, obligados a convivir en la camioneta, unidos poco a poco por el perro Jackson, por un mínimo de vocabulario ingles, por una soledad igualmente devastadora y por la urgencia de avanzar y escapar, sin conocer al principio las capacidades y las complicidades del grupo delincuente.
Un hombre que ya no tiene que perder, un chico que ya lo perdió todo y unos narcos que tienen todo el poder. El final del enfrentamiento parece definido de antemano. El hecho de estar solo, sin bienes ni responsabilidades es lo que permite a Hanson caminar hacia adelante, obstinado y concentrado sobre la promesa que le hizo a la mujer agonizante : llevar al niño a salvo con una prima en Chicago.
La historia de persecución utiliza todos los lugares clichés : la gasolinera con su tienda, el motel y su estacionamiento, el puesto de hamburguesas, las autopistas y sus puentes, la tienda del armero comprensivo. Pocas palabras. Pero las necesarias para avanzar en el camino y fortalecer un entendimiento que nunca está garantizado. Si el cariño hacia el perro y del perro había ellos es un cemento, su muerte es motivo de separación. Amigo, abuelo, Hanson es todo eso, pero sobre todo es un hombre de palabra. Algo que se reprochará a la cinta, eso de ser moralista , al querer enseñar un hombre blanco protector de un niño hispano e ilegal. En el fondo, los gringos son gente buena. Los malos son los narcos y debemos unir fuerzas en contra de ellos. Ese implícito no es bienvenido.
Es cierto que asusta ver la obstinación y la crueldad de los narcos : castigar quien los traiciona, extender el castigo a los familiares y no dejar escapar bajo ningún pretexto los que tuvieron cualquier acercamiento con los “culpables”. Asusta más ver los medios tecnológicos que tienen , al nivel de investigación de los cuerpos policiacos : acceder a los registros de placas de coches, a los movimientos de cuentas bancarias, pagar a policías de carreteras gringas. Su red de información es compleja y sin fallas. Y su red de comandos de acción es tan eficientemente como puede ser el FBI. En todas partes hay hombres determinados a obedecer las órdenes. ¿Qué podrían hacer un viejo y un niño frente a eso? Ahí viene lo moralizador e ingenuo : alguien con intenciones bondadosas siempre podrá escapar de los malos.
La película usa muy bien de los paisajes para subrayar el tema principal : huir de la proximidad de los narcos mexicanos, simbolizados en el desierto seco, amarillo, con sus arbustos espinosos y su sol intenso, para llegar a través de las grandes autopistas rectas con sus servicios para las necesidades básicas :gasolina, comida, sueño, al destino “civilizado” y seguro, la ciudad donde los niños juegan en los parques y comen hotdogs y helados, la ciudad donde una tía en su humilde casa puede recibir a un niño con los brazos abiertos.
Inspirada en Clint Eastwood, de quien Lorenz fue productor en varias ocasiones, y a quien rinde un discreto homenaje cuando Miguel ve televisión en el cuarto de motel, la película hereda varias características : un hombre no muy joven, alto, taciturno pero seguro de sus objetivo y sus métodos, decidido a imponer un cierto orden social y moral, y que sabe que no puede contar con la ayuda de nadie, ni siquiera con las fuerzas del orden y la justicia, igual de podridas que las fuerzas de los delincuentes.
Muchos clichés, es cierto. Pero domina la historia de un hombre con un niño. Un hombre que reencuentra y una razón de vivir por una semana. Que tiene un motivo para volver a utilizar sus talentos de tirador de élite contra enemigos de verdad, contra gente qué hay que eliminar para el bien de la sociedad, no unos zorros pelados en el desierto que no le hacen daño a nadie. Un hombre solitario que ya no es de utilidad para el mundo encuentra de pronto que puede serle útil a un niño que no tiene a nadie más. Un paréntesis en una vida a punto de terminar : a medida que pasan los días de la semana, Hanson se ve más viejo, más descuidado. Al final, desaparece. No se construyó una relación de amistad o de complicidad. No se edificó nada. Fue un breve encuentro, una misión de tiempo determinado. La vida seguirá para cada uno. Bien o mal, todo es posible.
No comments:
Post a Comment