Una pesadilla que parece abrirse en un momento pero vuelve a cerrarse en algo aún más terrorífico, un desfile de grandes actores y un trabajo extraordinario de ambientación y fotografía.
Ficha IMDb
En 1939, un hombre solitario prende fuego a un departamento, se monta en su camioneta y se va. Al final del día o de su carretera, llega a un extraño lugar : una feria está montada en medio de la nada. Ahí come antes de meterse a los stands. Para Stanton “Stan” Carlisle (Bradley Cooper), es entrar a la corte de los milagros: seres fuera de lo normal, deformes, feos o con talentos extraños, así como sus dueños - entrenadores- promotores, con o sin piedad. Carlisle busca trabajo; ahí hay empleos. Se queda y empieza a conocerlos y a tomarles cariño.
Empieza a trabajar para Clement “Clem” Hoately (Willem Dafoe) quien exhibe un monstruo que guarda en una fosa y alimenta con pollos vivos. Clem explica su método : busca alcohólicos o toxicómanos, con un pasado complicado, y los mantiene con una mezcla de opio y alcohol hasta que se pierden en llocura y la dependencia, dispuestos a convertirse en monstruos. Stan siente compasión por Molly Cahill (Rooney Mara), una joven tímida y con talentos eléctricos.
Afuera del circo, viven Zeena Krumbein (Toni Collette) y su esposo Pete (David Strathairn), alcohólico. Ella, además de vidente, proporciona servicios corporales a los hombres : baño, masaje y más si se desea. El enseña a Carlisle sus astucias de falsa telepatía y su lenguaje codificado.
A lo largo de los días, Stan aprende sobre los trucos para valorizar y comercializar los talentos naturales o adquiridos. Los monstruos son seres humanos como cualquiera, cuya apariencia extraña es aprovechada, ensalzada con una talentosa palabrería, para satisfacer la curiosidad mórbida de los espectadores. Todo consiste en administrar sus particularidades. Llega el día en que le propone a Molly escapar del circo y de los malos tratos y utilizar sus talentos para montar su propio numero.
Una vida de lujos, éxitos y glamour empieza en la gran ciudad, organizada alrededor de su número de telepatía “El gran Stanton”, hasta el día en que el riquísimo Ezra Grindle (Richard Jenkins) se presenta, acompañado por su psicóloga la doctora Lilith Ritter (Cate Blanchett). Parece ser la culminación del éxito para la pareja artista, la culminación de la seducción para Stan en un sutil juego de poder con la doctora. Los servicios a Grindle dan muchísimo dinero que Carlisle guarda en la caja fuerte del espléndido departamento de la doctora. Pero pasa la línea que Pete le había recomendado nunca franquear : “hablar” con los muertos para atraer los clientes.
El último trabajo de la pareja, que empieza a distanciarse, última estafa a Grindle que quiere volver a ver su amor de juventud, Dory, muerta de un aborto forzado, acaba dramáticamente y Carlisle pierde su pareja fiel, su amante glamorosa y todo su dinero. ¿Qué le queda? Volver a los orígenes, a la feria, y aceptar las condiciones infames de Hoately, ser un monstruoso y peor aún, entrar al infierno con los ojos abiertos.
La cinta de del Toro es un viaje a los infiernos con corta desviación al paraíso para volver a un nivel aún más infernal. Ese camino de ida y vuelta se vive en un primer tiempo que consiste en descubrir lo positivo que se esconde en cada aparente monstruo. Motivos de esperanza, claves para entender la naturaleza humana, la de las víctimas y la de los que aprovechan talentos y debilidades. El conocimiento adquirido y utilizado inteligentemente pone en una posición de superioridad donde uno puede aprovechar y disfrutar. Pero la ley humana parece ser sin piedad . Los de abajo no pueden quedarse mucho tiempo arriba. El infierno, la miseria, tiene un imán al cual no pueden resistir los rechazados de la sociedad. Esta lección despiadada, del Toro la transforma en una joya, una trampa en la que nos atrae a todos : imágenes y música se combinan para atraparnos, hacernos creer que, si se entiende el funcionamiento del infra mundo, se puede escapar de él. La cinta es un disfrute incesante de colores, de movimientos de cámara, de ángulos sorprendentes. Volver a ver todos esos actores compañeros habituales de del Toro nos inspira confianza: estamos en un círculo conocido. Y todos explican cómo hacen funcionar su pequeño mundo, cómo hacen malabares para mantenerse en su equilibrio más que precario. Nos llevan de la mano para atraernos a su mundo. El espectador se deja seducir: Carlisle ganó, se salvó, escapó de su destino maldito, ya no le puede pasar nada. Tiene los trajes, las maneras, el dinero, los espacios. Él dirige el juego. Pero la Roca Tarpeya está cerca del Capitolio, como decían los Romanos. Más dura será la caída.
Lo entendemos en el momento en que Carlisle se esconde en el vagón de los pollos, con una toma cenital : abrimos los ojos cuando es demasiado tarde. A él no le queda otro camino y lo sigue: sabe adónde va. Y va en toda conciencia. La fábula optimista de éxito revela su cara oscura. Nunca existió real posibilidad de éxito y de salvación.
La cinta es adoptada de una novela publicada en 1946 de William Lindsay Gresham casi inmediatamente llevada al cine por Edmund Goulding con Tyrone Power y Joan Blondell (Nightmare Alley - 1947). La película noir fue un clásico del genero. Del Toro le da una fuerza y una belleza barroca incontestables, repitiendo incansablemente la pregunta :¿Quiénes son los verdaderos monstruos?
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