Este simpático cortometraje logra crear una atmosfera agridulce de una manera que se siente sutil e inocente. Sin demasiadas complicaciones ni explicaciones innecesarias, Tuba Atlantic cuenta una bonita historia, humana y divertida.
La ficha IMDB
Oskar (Edvard Hægstad) un solitario hombre con una particular aversión a las gaviotas, es diagnosticado con una mortal condición que acabara con su vida en 6 días. Puesto que se rehúsa a ir a un hospital y no tiene familia, Oskar recibe la visita de Inger (Ingrid Viken), una jovencita intentando cumplir su entrenamiento como “ángel de la muerte” y poder ayudar a gente enfrentándose a la muerte. Lo único que quiere Oskar es poder comunicarse con su hermano, quien parece ser ahora vive del otro lado del atlántico.
Lo mejor de este corto es lo sutilmente que las irreverencias se insertan en la narrativa. Sin ninguna explicación, las cosas simplemente suceden y eso le da al todo un aire de inocencia pero también de verdad. No sabemos qué enfermedad tiene Oskar y el no se detiene a cuestionar el diagnostico, ni por un segundo. No sabemos porque Oskar odia a las gaviotas, solamente vemos, y aceptamos, sus originales maneras de lidiar con ellas. No sabemos porque la joven Inger quiere pasar su tiempo libre ayudando a extraños a morir, simplemente así es. Todas esas cosas y otros pequeños momentos en la cinta, hacen un universo donde la tuba gigante es completamente factible y el deus ex machina del final no molesta.
Es que la ficción, en cualquier medio, se siente deshonesta cuando rompe sus propias reglas, cuando las cosas suceden nada más porque a los creadores no se les ocurrió como avanzar la historia. Pero si los sucesos obedecen a las reglas establecidas, por extrañas que estas sean, entonces todo está bien. Así pasa con Tuba Atlantic, esa realidad salpicada de fantasía se siente bien.
Por supuesto la historia tiene su componente de drama simplemente porque termina como tenía que terminar (de nuevo, la honestidad). Algo que ayuda mucho a establecer este ambiente es la fantástica fotografía. Esa estética muy de los países del norte, con tonos fríos (por obvias razones), con imágenes estáticas, líneas muy horizontales, estructuras muy visibles…
Tuba Atlantic se disfruta mucho, porque hace que uno se ría y se sienta bien, y hace realidad un sueño de infancia sin que se sienta falso.
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