Historia de gánster violentísima, alrededor de un personaje excesivo en su ambición de poder y riqueza, su vulgaridad, su posesividad. Con un actor absolutamente extraordinario, una gran dirección y una música excelente. Una película de culto.
Scarface era el sobrenombre de Al Capone, después de que ganara una cortadura sobre la mejilla, durante una pelea. Fue título de una película de Howard Hawks (1937), a la cual De Palma agradece en los créditos finales, sobre un cierto Tony Camonte, italo-gringo que llega a la cima en Chicago durante la Prohibición. La historia es, exceptuando la nacionalidad, exactamente la misma.
Pero Brian de Palma supo darse a Oliver Stone de guionista, a Giorgio Moroder de músico y a Al Pacino de actor principal. Con eso, hizo que se olvidara a la primera cinta . Paul Muni no tenía la presencia que tiene Al Pacino. Scarface es Al Pacino. El actor, con su formación en el Actor’s Studio, donde fue alumno de Lee Strasberg, le insufla rasgos shakespearianos a su personaje sediento de poder. De la comedia a la tragedia, pasando por el drama, la epopeya. Es Ricardo Tercero, es Titus Andronicus. Es el mal hecho hombre. Es insoportable de vulgaridad, de narcisismo, de violencia, de arribismo. Es totalmente odioso, repulsivo, nada lo detiene. Ni la moral, ni la policía, ni la justicia, ni la sangre. Y por eso es fascinante. La dirección y la música le dan una intensidad y una presencia tal que esta cinta podría ser una ópera.
La historia es una forma del sueño americano: el emigrante que llega, pobre y solo, pero con ganas de triunfar. Y con muy pocos principios morales. El guion une esta situación a un contexto político particular, el éxodo del Mariel cuando Fidel castro dejó salir a miles de cubanos, quienes partieron del puerto de esta ciudad, hacia Florida entre abril y octubre de 1980. Concentrados en un campo de refugiados, esperan una decisión política sobre su ingreso. La oportunidad para Montana se presenta cuando le ofrecen matar a Emilio Rebenga, ex funcionario del régimen cubano quien torturó y mató a opositores políticos y, en particular, al hermano de Frank Lopez (Robert Loggia), capo en Miami. Montana y su amigo Manny (Steven Bauer) consiguen así su permiso de residencia.
Cuando los dos amigos ya consiguieron trabajo, unos hombres de Lopez les proponen una primera operación de compra de droga en un motel La transacción con los colombianos vendedores resulta problemática. La escena es de una violencia memorable, con motosierra para desmembrar al compañero de Tony frente a él. Buen método para amenazar, la sangre salpica por todos lados. De Palma logra aterrorizar al espectador sin mostrar un pedazo de cuerpo. Pero con eso, anuncia el nivel de violencia y el nivel de “tolerancia “de su protagonista.
Como Montana logró salir del encuentro vivo, después de matar a los colombianos, con el dinero y el dinero dela droga, es presentado al gran jefe. Es el principio de una ascensión vertiginosa, con misiones cada vez más delicadas, con dinero cada vez más abundante. Dinero que no abrirá a Montana la puerta de la casa de su mama (Miriam Colón), quien no acepta la línea de trabajo de su hijo, pero sí los brazos de su hermana Gina (Mary Elizabeth Mastrantonio), atraída por las fiestas y la vida fácil, y de quien Manny el amigo cae enamorado, a pesar de la interdicción de Tony.
En una misión especial a Bolivia, con el rey de las drogas, Alejandro Sosa ( Paul Shenar), Montana muestra sus talentos y su ambición para pasar a negocios aún más grandes. A partir de ese momento, Tony no dudará en eliminar a su jefe, quien, por cierto lo denunció al policía corrupto que lo “protegía"·. Esta eliminación le permitirá también casarse con la “viuda” de Lopez, Elvira (Michelle Pfeiffer), de quien está enamorado desde el primer día que la vio.
Pero las dificultades surgirán, desde el lavado de dinero, las amenazas del fisco, los conflictos con una esposa que se aburre, se droga, y no puede tener hijos. Sosa y sus amigos internacionales, políticos o banqueros, necesitan que se elimine a un periodista gringo que va a hacer declaraciones públicas, misión que se encarga a Tony. Pero este no deja a Alberto (Mark Margolis),el ejecutor de Sosa detonar la bomba que había puesto bajo el coche, porque esposa y niños del periodista viajan con él. Y lo mata, lo que obviamente enfurece a Sosa. La guerra está declarada.
Tony está cada día más adicto a la cocaína, que consume ahora con la cuchara grande. Elvira lo deja, Manny desaparece, Gina también. Tony esta solo en su inmensa mansión, con sistema de seguridad, guarda espaldas, albercas, escalera monumental, sillón de empresario y montones de polvo blanco.
Pero lo peor será cuando Tony, loco de celos fraternales, matará a Manny, quien vive ahora con Gina. La verdad, trágica, saldrá de la boca de Gina: se casarón dos días antes y querían darle la sorpresa. Al volver a su casa, Tony se da cuenta de los horrores que ha cometido. Su adición ya no le permite ver que las pantallas de su magnífico sistema de vigilancia muestran el ataque a su mansión: Decenas de hombres se están infiltrando, subiendo por las fachadas, escalando paredes. Cuando Gina se presenta medio desnuda a ofrecerse a su hermano que, en su dolor y seguramente algo de droga, acusa de desearla, es acribillada por uno de las atacantes.
La cinta acaba en una matanza gigantesca, con un Tony Montana armado hasta los dientes y capaz de resistir solo a decenas de enemigos, invulnerable aparentemente, en una locura que lo vuelve a prueba de balas. Hasta que lo maten a quemarropa por atrás y caiga en la fuente adornada por un globo con su lema "The World is yours".
El personaje de Tony Montana es inolvidable porque tiene un gran número de características, que le dan un espesor casi real: desde su relajada forma de sentarse casi acostado sobre cualquier de tipo de asiento, su puro, que parece ir aumentando de tamaño, su vocabulario en un registro muy vulgar, su costumbre de repetirse, para dejar muy claras sus posiciones y en general su desprecio u odio por los demás. Tiene unas frases como lemas: “Siempre digo la verdad, y cuando no, también es cierto”. Además su acento cubano es tan fuerte que parece artificial, como parte de la imagen que se ha construido (de ahí la nota al final de la cinta de que todos los cubanos de Miami no se le parecen y muchos son gente muy honesta y trabajadora, final que alude a una situación real, como el principio de la cinta daba imágenes del exilio cubano casi de noticiero televisivo).
Su forma de vestirse va evolucionando .Porque pasan los años y cambia la moda. De la camisa abierta sobre el saco, los colores, las cadenas de oro hasta el abrigo negro perfectamente cortado, o el traje para ir a discutir con Sosa. Porque también Montana se va educando. Pero esta educación se queda en la superficie. Él nunca cambia. Ni en su carácter, ni en sus costumbres.
Sobre todo, tiene un gusto por hablar, una verborrea, aunque lo que diga no sea en realidad interesante. Parece que quiere hacerse ruido para ocupar más espacio, no solo físico, sino auditivo. Para llenar el mundo con su propia presencia. Habla por hablar. Habla solo, habla fuerte, habla demasiado en los momentos de negociación y no es capaz de esconder lo que piensa. Habla con Gina muerta. Habla con Elvira que no lo escucha: la escena en la tina hollywoodense llena de espuma.
Referente a eso, hay un dialogo aparentemente absurdo entre el hombre de Sosa y Tony, en el coche cuando deben eliminar al periodista en New York, que es muy representativo. Parece ilógico: Alberto no habla inglés, y decidido a ejecutar su misión, da instrucciones a Tony para que se acerque al coche y pueda detonar la bomba. Tony, por su parte, sigue diciendo que no puede aceptar matar a dos niños. Se lo grita al hombre bomba. Uno habla en español, otro en inglés. Pero sabemos que Tony habla perfectamente bien español y bien podría hablar al boliviano en ese idioma para que lo entienda. La simultaneidad de los idiomas cumple una doble función. Una psicológica: muestra la voluntad clara de Tony de seguir con sus propias ideas. Tiene tan poca voluntad de dialogo que mata al otro de un tiro en la cabeza. Pero también tiene una función estética. Es exactamente una situación de ópera, un dúo donde los dos cantantes, el bajo y el tenor, cantan al mismo tiempo, pero con distintos textos y líneas melódicas, sin comunicación entre los dos. Alfredo es el bajo: su ritmo es regular, su voz profunda, calmada; con una línea determinada que seguir, da las instrucciones una después de la otra, sin dejarse distraer. Tony es el tenor, la voz lírica, la explosión de sentimientos.
La expresión corporal, gesticulante, sin descansar nunca, es también muy cercana a la expresividad exagerada de las artes escénicas, cuando el cine permite expresiones más sutiles ya que se pueden ver de cerca. De Palma usa, en los momentos intensos, de planos cercanos a las caras, a los ojos. Un ejemplo excesivo, casi inhumano, es la cara desfigurada de Tony cuando se da cuenta que mató a su amigo y al esposo de su hermana.
Este estilo operístico impregna todo el final. La muerte en la casa inmensa, con su decoración barroca roja y oro, es una muerte interminable. Montana, agujerado por las balas de los hombres de Sosa, sigue hablando, gritando, escupiendo palabras, balas y sangre. Como el tenor en su última aria, o la cantatriz que no acaba de morir, como la Traviata, que se muere de tuberculosis y sigue exhalando su amor. La caída final de Tony en su fuente, por encima del balcón, es parecida a la caída de Tosca desde el castillo San Angelo. Una personalidad tan fuerte como Scarface no puede acabar discretamente.
Los personajes secundarios, a pesar de la presencia tan invasiva de Montana, logran tener sus propios rasgos específicos, aunque mucho menos explotados.
Elvira, la esposa, con cara hermosa, inocente, delgada y frágil no tiene vida fuera de los momentos en que hace compañía a su esposo o su jefe. Consume droga, alcohol, tabaco. Es infeliz. Nunca se le ve sonreír. Acabará por desaparecer, huir de la contaminación de Tony. Es la única solución para sobrevivir.
En cambio, Gina, feliz de la vida, está decidida a disfrutar de la vida y sus placeres. Eso le costará su amor y tal vez su cordura. Porque nadie puede vivir al lado de Tony Montana.
En resumen, una cinta que hay que ver, mínimo una vez en su vida.