Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Saturday, April 27, 2019

Den Skyldige (Gustav Möller, 2018) - 9/10


Excelente suspenso en cuarto cerrado con un solo personaje. Todo pasa por la voz y las llamadas que recibe. Sin acción visible, un tremendo relato se va construyendo.

Ficha IMDb

Asger Holm (Jacob Cedergren) está por pocos días en la central de llamadas de urgencias de Copenhague norte. No está acostumbrado a ese trabajo y a las delicadezas que debería tener al tratar con las “victimas” que le hablan. De hecho, está más preocupado por lo que le va a pasar durante su audiencia con el juez el día siguiente que por los problemas de sus interlocutores. Los trata con algo de dureza: el hombre que fue robado por una prostituta en la zona roja se lo merecía, y la chica probablemente ebria que se lastimó la rodilla al caer de su bicicleta puede muy bien ir sola a una farmacia. En cuanto a la periodista (Laura Bro) que quiere interrogarlo sobre el asunto del día siguiente, la manda a volar sin delicadeza.

Pero cuando una joven mujer, Iben (Jessica Dinnage) le habla desde un coche en marcha fingiendo hablar con su hija, su instinto policiaco, su atención a los detalles le dicen que algo anda mal. Los eficientes medios tecnológicos de la policía danesa le dan la posibilidad de alertar a la central de intervención en la calle para perseguir el coche. Los datos que se despliegan en pantalla le dan el nombre y teléfono del domicilio de la supuesta víctima, por lo que se puede comunicar con la niña quien le da información sobre lo que pasó inmediatamente antes del viaje. En ese momento Asger ya cambió su trato hacia su interlocutora: habla más lentamente, más calmadamente, sabe que la menor torpeza, la menor aceleración puede asustar y hacerle perder el contacto.

Los policías que Asger manda a acompañar a la niña de seis años, Mathilde (Katinka Evers-Jahnsen), sola en casa con su hermanito Olivier a la habitación de quien tiene prohibido entrar, le dan más información, horrible, pero que parece sustentar la versión que fue construyendo: un exesposo, Michel (Johan Olsen) quiere recuperar a sus hijos e hirió o mató al más pequeño antes de secuestrar a la madre. Caso casi clásico de violencia doméstica, de los que vemos a diario en las series policiacas gringas.

Mientras la policía sigue buscándola camioneta de Michel, Asger sigue con sus investigaciones sobre los involucrados al mismo tiempo que da consejos a Iben para que pueda escapar. Todo eso obviamente está fuera de su papel de telefonista de emergencia, como se lo recuerda la responsable de la central telefónica .
Pero Asger no puede renunciar a la obligación que se impone a él. Tal vez porque, y lo descubrimos en las llamadas que hace a excolegas, como Rashid (Omar Shargawi) a su exjefe Bo (Jacob Lohmann), que todos están en cierto punto involucrados al caso de Asger, a la falta profesional que cometió. Gota a gota se nos destila las informaciones: ¿que hizo? ¿cómo? ¿a quien le pidió ayuda para salvarse? ¿que falsos testimonios suscitó?

Asger no es ningún ángel. Ha hecho algo terrible. Algo en su conciencia le dicta que debe actuar para redimirse. Salvar a la madre, y sobre todo salvar a la niña al mantener a su madre en vida es una forma de reconciliarse con su conciencia, con su propia alma.

Aun cuando entiende finalmente que ha interpretado todas las informaciones al revés, sigue ayudando a la culpable que tiene tantas circunstancias atenuantes.

Nadie es completamente culpable, aun del crimen más atroz.

Esta trama podría hacer de El Culpable simplemente otra cinta de suspenso de 911, como The Call con Halle Berry (Brad Anderson - 2013), o tipo suspenso telefónico como Cellular(David R. Ellis – 2004) con Kim Basinger y Chris Evans. Lo magistral en la cinta danesa es el encierro. Asger no se mueve de su pantalla. Solo pocas personas están alrededor de él cuando empieza su turno y sus miradas sobre él, nuevo y solo de paso en el servicio, además de estar en un proceso judicial con muchas interrogantes y sospechas planeando sobre él, no están precisamente simpáticas. Al volverse más intensa y apremiante la situación, decide cambiarse a otro cuarto, más pequeño donde está solo y aislado. Para facilitar su concentración, baja las persianas, creando una oscuridad casi total. Toda la atención va de la pantalla de la computadora a los teléfonos, a la lámpara roja que indica que el telefonista está ocupado. Asger es ahora un animal enjaulado, él es el acosado, el angustiado. El secuestrado.

La pantalla de la computadora funciona como un segundo personaje que le estaría dando la réplica a Asger. Pero lo que enseña son solo líneas de datos: nombres, direcciones, números de teléfonos. Las imágenes son al máximo una ficha de expediente policiaco con una foto o un mapa con el círculo que indica el origen de una llamada. A partir de los sonidos, se puede ver todo: Copenhague, la camioneta, la casa de la niña, la cuna del bebe...

Si los ojos del espectador están limitados hasta pocos puntos focales, a sus oídos al contrario se ofrecen una variedad de espacios. Todo está en la banda sonora, que por cierto no contiene ninguna música. Los sentimientos de la víctima, el miedo y la confianza de la niña, el suspiro aterrorizado del joven policía que encuentra el bebe, los ruidos de la carretera, frenazos, cláxones, voces lejanas de policías que detienen el coche equivocado, del interior de la camioneta, la voz del secuestrador, los silencios o los mensajes de espera. Las voces de los policías: impersonal de la despachadora, contrariado el ex superior, molesto pero colaborador el excompañero. Un mundo se despliega ante nuestros oídos, como lo hace ante los oídos de Asger. El momento clave, el giro de tuerca se producen con una palabra: “serpientes” pronunciadas por Iben. A partir de ella Asger caminará hasta la horrible verdad y sorprendentemente adoptará una posición de compasión que contrasta con el carácter poco tolerante que demostró al principio.

Primeros planos, efectos de luz y sombras, acentúan la angustia claustrófica que vive el policía.
Se debe recalcar también que la historia pasa en tiempo real, sin elipsis, lo que acentúa el carácter de urgencia. Es la urgencia de salvar a Iben, de salvar a Mathilde, pero Asger también vive bajo una amenaza urgente. Par todo, hay que actuar rápido, muy rápido, tomar las decisiones correctas.

La cinta juega con la noción de victima: Iben parecía víctima y Michel victimario. No es exactamente así. Asger parece víctima de un sistema judicial excesivo. Tal vez es en realidad culpable, no solo de homicidio, sino además de manipulación de testimonios. Los papeles de victima y victimario se desplazan entre los personajes, creando un mundo donde, a pesar de un espacio reducido, todo puede ocurrir de modo sorpresivo.

Una cinta donde al no ver nada se ve todo.

Friday, April 12, 2019

The Green Book (Peter Farrelly, 2018) – 7.5/10


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Una road-movie en el sur profundo, en los años del racismo y la segregación, con un chofer italiano muy seguro de si y un músico negro muy distinguido. Muchos clichés, pero un resultado eficiente y agradable, sobre todo gracias a dos grandes actuaciones.

Ficha IMDb

A Anthony Vallelonga (Viggo Mortensen) lo llaman Tony Lip porque tiene una gran facilidad de habla. Puede convencer a cualquiera de cualquier cosa, engañar, elogiar. Su trabajo de vigilante en un restaurante, italiano por supuesto, se acaba temporalmente cuando el negocio cierra por renovaciones. Casado con Dolores (Linda Cardellini), con dos hijos pequeños, Tony necesita ganar dinero. Por eso acude a una entrevista con el Doctor Don Shirley (Mahershala Ali), famoso pianista de jazz quien emprende una gira de conciertos en el sur profundo con sus compañeros de trio  

Sus funciones son no solamente de conductor, sino también de administrador, agente, secretario, organizador. Para eso le dan The Negro Motorist Green Book, publicado y actualizado varias veces durante de los años 30 a los años 60 por Victor Hugo Green, el cual proporciona las direcciones de moteles, hoteles, restaurantes, cafeterías y otros negocios adonde les es permitido entrar a la gente de color, lo que les permite obedecer a las leyes segregacionistas de Jim Crow.

Durante el largo viaje, conductor y pasajero estarán confrontados a causa de su educación, de sus hábitos. cada uno le enseñará algo al otro. El hombre del pueblo, “autentico”, dueño de una autoconfianza basada principalmente en la ignorancia de los problemas y los conceptos ajenos a su pequeño circulo italo-neoyorquino-familiar, es quien introduce al hombre culto y complicado a unos valores de la vida real, del sabor deliciosamente graso del pollo frito, a los cantantes de jazz de moda. En eso, no se invierte la escala de valores: el blanco revela la verdad al negro. Como en Intouchables (Olivier Nakache, Éric Toledano - 2011), película francesa ambientada en los años 2000, pasa exactamente lo mismo.  Se trata de compartir e intercambiar. El rico gana en sencillez, el pobre gana en cultura, siguiendo un esquema y una narración bastante previsibles. Unas etapas dramáticas, como el arresto después de un encuentro homosexual, o de suspenso como el atasco en la nieve, sirven para mantener una cierta angustia ante el final esperado y la pregunta:” ¿Llegará Tony a tiempo para una navidad familiar?”, lo que obviamente prepara un final feliz para la gran familia italiana y la integración del extraño a un ambiente afectivo que nunca conoció.

Durante el larguísimo viaje, largo en días y en kilómetros, cada uno de los personajes madura, pasando de certidumbres a más flexibilidad. La vida ya no es tan blanco y negro, sin juegos de palabras. Ya ganó en matices: el macho racista italiano, con su jerarquización racial donde un negro es menos que un italiano que es menos que un blanco, sabe ahora que a veces los escalones se mueven. El negro elitista aprende a conocer la cultura de la gente de su color que no es de su clase social. Finalmente, cada uno expande su horizonte de conocimiento. Tal vez lo único que no cambia es el sentimiento de superioridad masculina hacia la mujer.

Uno no puede evitar pensar en Driving Miss Daisy (Bruce Beresford -1989), con la diferencia que los papeles están invertidos. De hecho, The Green Book sorprende al poner al hombre blanco en la posición del sirviente. Algunas situaciones, como por ejemplo la prohibición para la gente de color de usar los sanitarios para blancos, recuerdan The Help (Tate Taylor - 2011) . Simple y sencillamente porque era la situación de la segregación en los años 50, cuando empezó el combate por los derechos civiles

También surgen comparaciones con otra película que sale mas o menos al mismo tiempo The BlacKkKalansman (Spike Lee - 2018). A diferencia de esta cinta que se inclina más hacia el humor negro, y la violencia sarcástica, The Green Book es una cinta emotiva que escandaliza a través de la compasión, el enternecimiento y la sonrisa fácil. El malestar que pueden provocar ciertas situaciones se ve rápidamente borrado por escenas reconfortantes, debidas a los ejemplos de bondad humana, sea de parte de Tony, sea de algún buen samaritano adelantado a la sociedad sureña en la cual vive.

Buen sentido del humor, aunque un poco fácil, muy buenos sentimientos, un poco de angustia, van conforman un pequeño coctel agridulce que acaba en un sentimiento de paz y satisfacción para el espectador: aún en las peores situaciones sociales, hay gente de buena voluntad, hay un entendimiento posible entre individuos a pesar de las leyes que nos imponen comportamientos. El ser humano es grande, es superior a las condiciones en las cuales le tocó vivir.  

Sin embargo, la película funciona sobre todo por sus actores. Ver a Viggo Mortensen, el hombre fuerte, insensible de las cintas de David Cronenberg, envuelto en kilos y palabras para un papel de arquetipo italoamericano, machista y racista, es un gusto. es mal hablado, mal educado, ignorante. Es un payaso. Pero es un buen hombre, dedicado a su esposa y a sus hijos, fiel a sus amigos, honesto y trabajador. Mahershala Ali seduce, enternece a pesar de su porte alto y orgulloso. La soledad y el sufrimiento escondido, sobrellevado con dignidad provocan la admiración: él encarna las dificultades de la vida, frente a un Tony Lip que, a pesar de la pobreza, tiene una vida mucho más fácil. El músico lucha contra su educación, sus gustos, su raza. 

The Green Book es una historia para sentirse bien, para sentir que la vida puede ser bondadosa y la gente buena, sobre todo que es una historia real. Pero, pasadas unas horas, la sensación de alivio se desvanece y uno se queda con la decepción intelectual: a esta cinta le falta mucha originalidad. 


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Wednesday, April 10, 2019

L’échange des princesses (Marc Dugain, 2017) – 7/10


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A partir de un suceso histórico real, y no tan extraño en las costumbres políticas de los reinados, Chantal Thomas escribió una casi-novela centrada sobre las jóvenes víctimas de las decisiones adultas, desterradas, aisladas. Y finalmente mandadas de vuelta a sus países cuando ya no servían los propósitos de los reinos. Como bultos inútiles.

Ficha IMDb

En 1715 muere Luis XIV, el magnífico. El rey que gobernó Francia con mano de hierro durante setenta y dos años. La llevó a la grandeza, a un prestigio internacional inigualado, por medio de opresión política, dictadura intelectual, guerras incesantes y carísimas.  Bajo su reino el país alcanzo las cimas de la literatura, las artes plásticas, musicales, del espectáculo, la arquitectura. Pero los últimos años se sintieron muy pesados y todos suspiraron de alivio cuando murió. en particular su sobrino Philippe d’Orléans, quien manipuló un poco el testamento de su tío para volverse único Regente mientras Luis XV esperaba su mayoría de edad a los 13 años.

Después de tantas guerras se anhelaba un tiempo de paz y el Regente se dedicó a administrar Francia con sabiduría política y económica. Sin embargo, la posterioridad se acuerda solamente de sus excesos libertinos y la Régence quedó como la época de todas las inmoralidades, tiempo de Sade, de Choderlos de Laclos y sus Relaciones peligrosas.

En 1721, se le ocurre a Philippe d’Orléans (Olivier Gourmet) una idea genial, que sirve a la paz y la grandeza de Francia al mismo tiempo que a la grandeza de su propia familia, rama secundaria de la monarquía: un doble matrimonio. Luis XV (Igor van Dessel) tiene 11 años, hay que encontrarle una esposa para garantizar la descendencia real. Quien mejor que una princesa española, lo que terminaría con un conflicto de años. Felipe V (Lambert Wilson), nieto de Luis XIV y su segunda esposa, Elizabeth Farnèse (Maya Sansa) tienen una hermosa hija, María Victoria (Juliane Lepoureau). Tiene apenas 4 años: no importa. Tendrá tiempo para adaptarse a la vida en Francia y a su futuro papel. El rey español esta sumamente favorable ya que los remordimientos de haber llevado tantos hombres a la muerte lo han cambiado de “el animoso” que era a un creyente obsesionado por la religión. Ya no quiere saber nada de guerras.

Pero el regente no pierde de vista el interés de su propia familia y pone como condición el matrimonio de su propia hija Louise- Elizabeth, Mademoiselle de Montpensier (Anamaria Vartolomei) con el propio hijo del rey español, Luis, príncipe de Asturias (Kacey Mottet Klein), nacido de María Gabriela de Saboya, primera esposa de Felipe. Louise -Elizabeth tiene 12 años, Luis 15.

Se organizan los viajes de las princesas, con lujo de acompañantes. El intercambio tiene lugar el 9 de enero de1722, en la Isla de los faisanes, en medio del rio Bidasoa que marca la frontera entre las dos naciones. A partir de ahí, cada una tiene que aprender, adaptarse a nuevas costumbres, prepararse a su nuevo papel de futura reina.

En Paris y después en Versalles, las cosas empiezan bien para María-Victoria, esta linda muñeca llena de gracia e inteligencia, guiada y protegida por Madame de Ventadour (Catherine Mouchet), tutora del rey, y adoptada por la princesa Palatina, madre del regente (Andréa Ferréol) quien vivió la misma situación de destierro cuando joven. Pero Luis XV demuestra solo indiferencia, para disimular los celos que le provoca perder la atención de Madame de Ventadour.

En Madrid, en El Escorial, pasa todo lo contrario. A Luis le gustaría acercarse a su prometida. Pero esta lo rechaza, como rechaza todo y a todos. Su mal carácter, sus malos hábitos, su falta de distinción, y hasta sus enfermedades frecuentes disgustan a todos.

Poco después de la mayoría de edad de Luis XV muere Philippe d’Orléans, a quien se sustituye como Primer Ministro el duque de Condé (Thomas Mustin), opuesto a la política de su predecesor. Rumores circulan sobre la Infanta: demasiado pequeña, demasiado frágil, su cuerpo no parece ser capaz de dar hijos al rey. En España, Felipe abdica para retirarse a rezar en su nueva Granja de san Ildefonso. Luis le sucede, pero el matrimonio no se consuma. La reina consorte pasa su tiempo comiendo y jugando con sus damas. Cuando Luis muere siete meses después, victima de la viruela, Felipe debe volver.

La devolución de María-Victoria provoca la devolución de la joven viuda, reina efímera de España. Orea vez se cruzan en la Bidasoa, esta vez en silencio.

El libro de Chantal Thomas, basado en documentos de época: cartas, memorias, periódicos, se construye en forma estrictamente paralela entre los dos destinos de las princesas intercambiadas. Mes a mes avanzan sus vidas en un nuevo entorno, en nuevos espacios, con un nuevo idioma, nuevos adultos. Esto le permite a la autora mostrar cuan semejantes son los destinos de princesas reales. Al mismo tiempo permite recalcar las diferentes de caracteres: María-Victoria es una muñeca adorable, amada y admirada por todos mientras Louise-Elizabeth es insoportable. Los futuros esposos, con la misma pasión para la caza, son totalmente diferentes de carácter: el rey francés es sumamente consciente de sus futuras responsabilidades mientras el español no se ve muy interesado por el ejercicio del poder. El primero no esta interesado en su futura esposa, el secundo se siente muy atraído.

Como no se puede inventar mucho con los datos históricos, la autora amplia su análisis al entrar, inventando tal vez, a la vida intima de sus personajes. Para los tres mayores, habla de sexualidad; para la pequeña habla de muñecas. Les presta preferencias un tanto extrañas, casi perversas, o llegando a la locura en el caso de Louise-Elizabeth. Para la Infanta, sus decenas de muñecas son la metáfora de sus propios sentimientos, tristezas, dudas.

Desgraciadamente, ya no queda nada de estas intimidades en la cinta de Marc Dugain. Se queda en la superficie, en lo visible. Los personajes son apariencias insondables. No tienen interioridad.

La dirección de actores también deja bastante que desear: Louise- Elizabeth se comporta y habla como una adolescente actual de los suburbios. Su rebeldía, y sobre todo su forma de expresarla, es totalmente anacrónica. Felipe V es un fanático religioso, que vive en camisa y pegado a su esposa. Su forma de hablar como poseído es poco creíble. Los únicos que parecen sensatos, en cuestión de interpretación, son el regente y Madame de Ventadour , así como la pequeña María-Victoria , perfecta en su papel de niña que vive su abandono con majestad y dignidad.

Se nota una falta de presupuesto. El numero de cortesanos, de sirvientes, de soldados en las escoltas, esta reducido a cantidades ridículas. Casi no hay escenas en publico o en exterior. La gran escena del Autodafé que se le “regala” a Louise -Elizabeth, no se ve. Se le explica en la mesa de la cena, por cierto, muy de familia, digna mas de la burguesía que de la realeza. La fotografía es magnifica y los trajes son muy lujosos, lo que permite en algunos momentos unas escenas hermosas, dignas de los cuadros de la época. Cuadros individuales, dúos, cuadros de grupos, muy fieles a la estética pictórica de la monarquía.

Es una lastima que Marc Dugain no haya podido realizar una cinta de más envergadura, de mas potencia. Esta se queda en una linda y triste historia, sobre unas princesitas transportadas, intercambiadas y devueltas como bultos. Sus novelas nos han mostrado una sensibilidad y una efectividad bien superiores, trátese de La avenida de los gigantes, biografía novelizada del asesino en serie Ed Kemper , el “asesino de las colegialas” en California en los años 70 , o La chambre des officiers, adaptado por 2001 por François Dupeyron , sobre los desfigurados  de la Primera Guerra Mundial .