Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Sunday, November 29, 2020

Munich ( Steven Spielberg, 2005 ) - 7.5 /10

Una muy larga cinta, basada sobre hechos reales y traumáticos pero que no logra crear una empatía en el espectador, por culpa de una narración muy repetitiva y una presentación superficial de sus personajes. 

Ficha IMDb

La cinta empieza, como se esperaba, por el atentado perpetrado en la Villa Olímpica de los juegos de Múnich por un comando del grupo palestino Septiembre Negro el 5 de septiembre de 1972.  Las víctimas son 11 miembros del equipo israelí, pidiendo a cambio la liberación de 230 de los suyos, prisioneros políticos considerados por Israel como terroristas. Matan a dos deportistas en los dormitorios y toman los nueve restantes como rehenes que serán ejecutados poco después. 

La narración del suceso, al principio aparentemente completa, empieza a fragmentarse. 

Primero, Spielberg pasa al tema de la familia : Avner Kaufman (Eric Bana ) y su esposa Daphna (Avelet Zurer) esperan su primer bebe, ella sueña con una cocina integral. Son gente normal aparentemente. Pero Avner fue educado en un kibutz, es miembro del Mossad, el servicio secreto israelí, es guarda espalda de la primera ministra Golda Meir, una dama de hierro. Su madre huyó de la Alemania nazi y su padre falleció al servicio de Israel. Es lo que se llama un “sabra”, perteneciente a la primera generación nacida en la Tierra Prometida, un incondicional.

Llamado a una reunión extraordinaria con Golda Meir (Lynn Cohen), figura maternal, tranquila y sanguinaria y Ephraim (Geoffrey Rush) uno de los jefes del Mossad, focalizado sobre los resultados Avner no tiene otra posibilidad que aceptar la misión encomendada : nada mas, nada menos que vengar al país y eliminar once miembros de Septiembre Negro. La Operación Cólera de Dios, o Operación Bayoneta, recibe un presupuesto ilimitado. 

Para llevarla a cabo, le dan a Avner un equipo de especialistas, todos judíos : Steve (Daniel Craig), judío de origen sudafricano, Carl (Ciarán Hinds) encargado de la limpieza posterior a cada acción, Hans (Hanns Zischler) experto falsificador alemán y Robert (Mathieu Kassovitz), fabricante belga de juguetes y accesoriamente de bombas.  El proveedor de recursos es un francés amante de los perros, Louis (Mathieu Amalric). Contra sumas elevadísimas, es capaz de encontrar todo lo necesario:  informaciones, direcciones, horarios, transportes, alojamientos y todas las armas o materiales requeridos.

Y la caza empieza, llevando al equipo a través de toda Europa : Paris, Roma, Londres, Grecia…

Pero matar cansa, la familia se aleja. El asco empieza con las preguntas : ¿De verdad están eliminando los verdaderos culpables de Múnich ? ¿De verdad vale la pena ver morir a los compañeros? Sobre todo cuando tienen que convivir con un grupo palestino que prepara también un atentado, y cuyos miembros y objetivos se parecen finalmente mucho a los del equipo israelí : defender su tierra.

La cinta es larga y muy repetitiva. Cada etapa funciona de la misma forma : el contacto con Louis, el viaje hasta el lugar de la operación, la vigilancia del objetivo, la preparación, la ejecución, la huida. Entre los atentados se organizan comilonas. A veces suceden momentos de distracción como un día en la casa de la familia de Louis, bajo la autoridad del patriarca (Michael Lonsdale), quien juega entre familiaridad y amenazas y deja ir su huésped con conservas hechas en casa. O como los viajes sorpresa a Israel para ver esposa y bebe, o un viaje inesperado a Ámsterdam para una venganza personal. Ocurren unas fallas inesperadas en los dispositivos, o encuentros imprevistos, tal vez dispuestos por un Louis traicionero. 

Esta misma repetición que llega a cansar al espectador es la que cansa al personaje principal y lo lleva a sentirse utilizado para un proyecto político y ideológico que lo rebasa totalmente, a punto de estar invadido por una paranoia que envenena sus días y sus noches. El desgaste y el asco terminan en una escena difícil de soportar, en un montaje paralelo de los verdaderos sucesos de Múnich, que no se enseñaron al principio, y Avner tratando de exorcizar sus dudas y su hastío en un encuentro sexual cercano a la violación. Al borde del mal gusto. Era tiempo que la cinta terminara. 

Las intenciones de Spielberg, claras al principio, y aceptables política y moralmente, se diluyen en una acumulación de anécdotas, de escenas extremadamente violentas. Algunos momentos están muy bien logrados, con un suspenso muy bien construido. Pero son pocos momentos que sobresalen en una larguísima duración. 

Eric Bana no logra convencer, igual todo el tiempo, no expresa realmente ni convicción política, ni odio, ni fraternidad. Tal vez algo de miedo al final, cuando es presa de la paranoia. Los demás no tienen ninguna personalidad, y el espectador llega a casi confundirlos y no entender realmente cuál es el papel de cada uno, salvo tal vez Robert porque su oficio de construir bombas se ve claramente.

La pregunta era sin embargo clara : ¿Hasta donde hay que ensuciarse las manos para defender una postura política o ideológica? ¿ Se vale vengarse con violencia cuando se sabe que eliminar a un enemigo hará salir uno nuevo o más, como la hidra mitológica? ¿Es valido responder al terrorismo por un terrorismo decidido por el gobierno? Pero Spielberg no supo o no quiso entrar al terreno filosófico y se limitó a contar episodios sucesivos, como desde afuera, lo que acaba mostrando a los israelíes como exactamente iguales a sus enemigos, sin ninguna explicación de por qué ellos se sentían del lado bueno. Si la Operación Cólera de Dios empezó en 1972 y Spielberg estrenó su película en 2005, significa que unos treinta años han pasado, durante los cuales los palestinos finalmente lograron hacerse escuchar, cambiando toda la dinámica de la zona, y obligando a matizar los valores nacionalistas extremistas. Ahora el estado palestino existe: ¿las acciones que organiza contra Israel son terrorismo? Nada de eso aparece en la cinta. La cinta se queda en un tiempo inmóvil, que se llenó, por decisión política, con un rancor que propicia todo tipo de tráficos, manipulaciones, pagos y derivas, donde pierden los más comprometidos y ganan los más cínicos. 


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