Nostalgia de las viejas series de espías, cuando la Guerra Fría dividía el mundo, cuando los héroes vestían elegantemente y bebían martinis. Pero todo con humor, con un guiño y mucha alegría.
Ficha IMDb
Como en la serie televisiva de 1964 y 1968, en esa época dorada en que se disfrutaba todavía la sociedad de consumo y la buena consciencia, antes de que la guerra de Vietnam, los hippies y los movimientos estudiantiles vinieran a sacudir el mundo, dos espías se ven obligados a trabajar juntos. El único problema es que Napoleón Solo (Henry Cavill) es agente de la CIA y Illiya Kouriakine (Armie Hammer ) del KGB. Dos mentalidades opuestas, dos estilos, dos culturas. El objetivo común de las dos agencias es evitar el uso de un arma nuclear por una organización criminal internacional. Misión clásica de un James Bond cuando los malos no son los estados sino mentes ávidas de poder o de dinero, que actúan afuera de cualquier marco oficial.
Los dos asociados a la fuerza tienen un único contacto : Gaby Taller (Alicia Vikander), la hija de un científico alemán supuestamente desaparecido. Ella es obviamente un genio de la mecánica y una belleza. De Berlín el trio llega a Italia, pasa por fiestas glamorosas, pistas automovilísticas, barcos, picnics. Hacen torpeza y media pero nunca pierden su capacidad de seducir y pelear. No puede faltar la mala muy mala y muy sexy : es la italiana Victoria Vinciguerra ( Elizabeth Debicki), un personaje en realidad muy simplista y no muy útil como lo da a adivinar su bélico nombre .
Obviamente, todo termina felizmente en una escena final donde se revela la verdad del hombre que estaba detrás de toda la operación, la cabeza pensante que había pasado desapercibida : el hombre de U.N.C.LE., Alexander Waverly (Hugh Grant), que tenía que ser ingles para poder mantener a raya los dos espías enemigos-amigos. Todos están listos para que sigan las operaciones del nuevo grupo supranacional para el bien de la humanidad : United Network Control Law Enforcement. O sea U.N.C.L.E.
El flegmatismo es digno de Ian Fleming, la puesta en imágenes es totalmente digna de la época, con su pantalla dividida y su ritmo de montaje jadeante. Como Kingsman:The Secret Service (Matthew Vaughn – 2014), la cinta alude, cita los clásicos del cine de espías, pero lo hace parodiándolos con una amable ironía.
La música original, compuesta por Daniel Pemberton, acompaña éxitos de los años sesenta y es un verdadero deleite, completamente en el ritmo loco de las aventuras de los dos míticos espías.
Las locaciones, los coches, la vestimenta, los colores son un placer estético. Los ángulos de cámara sorprenden, sin que todo eso haga de la película sólo un bonito objeto superficial : un juego de flashbacks permite entender el mundo de cada uno de los personajes.
En la serie original, Napoleón Solo era interpretado por Robert Vaughn e Illya Kuryakin era David McCallum, quien sigue con su lacio pelo rubio y sus ojos azules, actualmente como el medico forense de NCIS.
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