El nuevo álbum de imágenes de Wes Anderson por fin salió. Un homenaje a la escritura, a la inventiva, a las imágenes y a los actores. Una pléyade, algunos casi irreconocibles. En una organización obsesiva, casi enfermiza, todos se divierten y el espectador, aun más.
Ficha IMDb
Siguiendo el gusto de Wes Anderson para las cosas bien organizadas, se trata de el ultimo numero de una revista, publicado después de la muerte del director, Arthur Howitzer Jr. ( Bill Murray). Cada una de las distintas secciones presenta un articulo, historias independientes que, sin embargo, se cruzan en ciertos momentos, sobre todo que sus autores pertenecen todos al equipo periodístico. Sin embargo, cada una se presenta, en el tradicional estilo Anderson con su portada, su titulo, su autor y evoluciona en un particular estilo y ambiente.
En total cuatro historias republicadas de números anteriores, y una necrología, constituyen lo que podría ser una película de sketches, enmarcadas en una secuencia en tiempo presente que sirve para contar la historia de la revista , suerte de publicación en Francia para residentes gringos, antes de presentar una reunión editorial en la oficina del director.
The Cycling Reporter (El periodista ciclista) es la narración de una vuelta en bicicleta efectuada por Herbsaint Sazerac (Owen Wilson) en la pequeña ciudad de Ennui-sur-Blasé (Aburrimiento sobre hastío) donde se encuentran las oficinas del periódico. El comentario de la visita guiada presenta los lugares principales de la ciudad y explica cómo todo ha cambiado al mismo tiempo que se quedó igual.
The Concrete Masterpiece (La obra de arte en hormigón) tiene como marco la conferencia de la historiadora del arte J.K.L.Berensen (Tilda Swinton) sobre Moses Rosenthaler ( Benicio del Toro), pintor mentalmente desequilibrado que purga una pena de prisión por asesinato. Pinta un desnudo abstracto de una celadora Simone (Léa Seydoux). Otro interno, Julien Cadazio (Adrian Brody), condenado por evasión fiscal, quiere a fuerza comprar la obra a pesar de la negativa del artista. Años después, Cadazio y unos amigos irrumpen a la fuerza en la prisión donde descubren que Rosenthaler ha pintado una serie de frescos sobre las paredes, lo que impide su transporte a la galería de arte Cadazio. Ni modo, se puede desplazar la prisión completa a Kansas.
Revisions to a Manifesto (Correcciones a un manifiesto), es el articulo de Lucinda Krementz (Frances McDormand) sobre una manifestación estudiantil, la Revolución del tablero de ajedrez, que perturba severamente la tranquila ciudad de Ennui sur Blasé. A pesar de sus intenciones de mantener la objetividad, la periodista tiene una relación con uno de los lideres, el joven Zeffirelli (Thimothée Chalamet) y lo ayuda a redactar un manifiesto, exponiéndose a los celos de la estudiante Juliette (Lyna Khoudri).
The Private Dining Room of the Police Commisioner (El comedor privado del jefe de policía) es la revelación de una cena privada organizada para el jefe de policía (Mathieu Amalric) por el teniente y cocinero Nescaffier (Steve Park), contracción de la marca de café y del nombre del gran cocinero Escoffier, autor de libros clásicos de gastronomía, durante la cual Gigi (Vincent Ait Hellal ), el hijo mestizo del jefe es secuestrado y logra mandar un mensaje por código morse. Un ataque a base de rábanos envenenados permite salvar al niño y uno de los criminales mientras los policías mueren : a los sobrevivientes no les gustaban los rábanos.
La cinta termina cerrando el circulo al volver a la junta de los miembros del comité de redacción, reunidos en la oficina de Howitzer, y preparándose para la ceremonia mortuoria.
En un ambiente de cuento, de “Erase una vez” en un pueblo irreal, indefinido, pero tan parecido a la realidad de tiempos pasados, pero no tanto, Wes Anderson organiza un desfile de actores famosos, muchos de ellos irreconocibles por el maquillaje, la ropa o el comportamiento. Ellos se doblan a las exigencias locas de su director para ofrecernos un juego de adivinanzas.
Anderson parece más viejo de lo que es (nació en 1969) , sus referencias son de otra generación : películas clásicas de Carné o Renoir, manifestaciones de mayo 1968, cuando él todavía no había nacido, fotografías de Cartier-Bresson o de Doisneau. Juega con las canciones, con los cineastas de culto : un personaje se llama Zefirelli, un invitado del jefe de policías es el retrato fiel de Jean-Pierre Melville con gabardina beige, sombrero y lentes oscuros. Tantas referencias que el espectador al salir quiere volver a ver para distinguir lo que probablemente no vio pasar, tan abundantes y rápidas son las alusiones.
A su espectador fiel, le da la satisfacción de entregar los planos fijos, las imágenes perfectamente simétricas, las colecciones de accesorios, los espacios barrocos en el sentido clásico del término, es decir retorcidos, rebuscados, mientras los movimientos de cámara funcionan en líneas rectas en la perfecta tradición del clasicismo y su sobriedad. La búsqueda de una perfección casi artesanal donde cada detalle es en si mismo la acumulación perfecta de todo lo necesario para dar profundidad, al mismo tiempo que totalmente superfluo. No se puede parpadear por miedo a perder algo ya que cada imagen es totalmente sobrecargada de información.
La película es totalmente francesa : Ennui sur Blasé es Paris, las orillas del rio, los puentes, los adoquines, los nombres de las tiendas, es Angoulême, capital europea del comic, los colores vienen de Carné, de Renoir, de Divivier. Los estudiantes salen de Triffaut o Chabrol. El jefe de policía es la reencarnación de Louis Jouvet en Quai des orfèvres (Henri-Georges Clouzot – 1947). Además, los actores franceses hablan en francés .Y es totalmente americana, con el ritmo frenético de la búsqueda del niño secuestrado, con la fantasía. Pero, sobre todo, es totalmente literaria, con su estructura de puesta en abismo, de profundizar en cada historia dentro de la historia dentro de un sistema de referencias externas e internas de un articulo a otro. Probablemente es esta construcción muy compleja lo que en un momento dado llega a perder al espectador. Hay que poner atención a demasiadas cosas para entender las historias, sobre todo la de los estudiantes y la del cocinero, al mismo tiempo que hay que demasiado que observar para disfrutar del juego intelectual de reconocer : los actores, los lugares, las referencias. En mas de una ocasión, uno se pierde y, para no ahogarse, se agarra de la pura imagen, arriesgándose a perder algo de la narración o del dialogo. El otro riesgo es que, al acumular tantos personajes, se pierde un real interés por cada uno, pasan rápido y se les olvida. La mente de un espectador no puede asimilar tanto contenido, principalmente visual, en tan poco tiempo.
Son fuegos artificiales de inventiva, de ingenio, pero demasiado rápido, demasiado minucioso, visualmente e intelectualmente agotador. Se disfruta muchísimo, divierte, uno se siente inteligente al identificarlas referencias, pero deja con la sensación que no se vio a fondo, que todo fue superficial, cuando, paradójicamente, el trabajo de Anderson es todo menos superficial. Tal vez eso sea su objetivo en esta cinta. Si en las anteriores quería establecer un ambiente nostálgicamente emotivo y provocar una ternura y complicidad con sus personajes, sus vidas y sentimientos complicados, tal vez busca esta vez insistir sobre el aspecto burlesco, absurdo de la vida humana, acelerada y sin rumbo antes de acabar de repente en la muerte.
Más que nunca, Wes Anderson deslumbra, cautiva, nos impone sus obsesiones. Pero esta vez, llega casi al limite de lo que un espectador puede asimilar en una función. Dos opciones : renunciar o volver a ver la película, para, esta vez, disfrutarla totalmente.
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