Un clásico de ciencia ficción, en el subgénero de los viajes en el tiempo. Lleno de nostalgia y que nos lleva a un doble nivel de recuerdos : la postmodernidad en todo su esplendor.
Ficha IMDb
Son los felices años 80, 1985 para ser precisos. En la pequeña ciudad de Hill Valley, en el feliz fraccionamiento Lyon Estates, Marty McFly (Michael J. Fox) vive feliz y enamorado de su linda novia Jennifer Parker (Claudia Wells), con su patineta, su guitarra y la perspectiva del baile de la prepa. Menos feliz : su padre, George McFly (Crispin Glover ) es explotado por su jefe Biff Tannen ( Thomas F. Wilson), su madre Lorraine (Lea Thompson ) tiende a escapar en el alcohol del aburrimiento de su vida conyugal, su hermano Dave (Marc McClure) es un incapaz y su hermanita Linda (Wendie Jo Sperber) no tiene nada interesante que ofrecer. Pero Marty tiene una extraña amistad con un científico loco, el Dr Emmett Brown (Christopher Lloyd). Extraña porque Marty no tiene nada de científico, ni siquiera de buen estudiante, tal y como era su padre, según el director de la escuela, el Señor Strickland (James Tolkan).
El doctor ha finalmente encontrado la solución a un problema que lo inquieta desde hace treinta años : viajar en el tiempo. Gracias a su perro cómplice y conejillo de indias Einstein, a su coche Delorean y unos kilos de plutonio que les robó a unos terroristas libios (/años 80, movimientos palestinos, etc), va a hacer su primer experimento y necesita de Marty para filmar con su cámara video y guardar pruebas. El experimento es un éxito Pero la llegada de los vengativos libios lanza a Marty al tiempo. Llega treinta años antes, en 1955. Ahí están todos: Lorraine, quien se enamora del extraño nuevo alumno, George obligado por Biff a hacerle todas sus tareas, el Dr Brown y sus inventos, el alcalde de 1985 Goldie Wilson (Donald Fullilove) es un mesero decidido a hacer grandes cosas. El fraccionamiento Lyon Estates está en construcción en medio del campo. En la escuela, se se piensa en otra cosa que el baile de fin de año, el Baile de las Sirenas.
Según la ley de la paradoja del tiempo, Marty debe corregir la situación para mantenerla en un eje cuyas consecuencias sean la situación “actual” , la de 1985: es absolutamente necesario que su padre se atreva a besar a su madre en la pista de baile en la fiesta de la prepa para que la vida familiar exista. Sin embargo, Marty sembrará unos cambios que producen una versión alterna actual mejor que la real.
En relación con el Dr loco del pasado, el Marty del futuro puede darle unas pistas para solucionar su obsesión con los viajes en el tiempo, y escapar de las manos asesinas de los libios. Sobre todo, es urgente devolver a Marty a su tiempo de 1985.
La cinta es perfectamente coherente en sus principios sobre los cambios temporales. El humor no falta cuando el Marty moderno llega a un mundo que desconoce y que desconoce sus hábitos, los productos que consume, la música que practica, datos con los cuales el espectador tiene complicidad. A Marty le resulta sorprendente ver la realidad de la juventud de sus padres, que obviamente no han dicho toda la verdad a sus hijos. Pero la diversión se torna a angustia cuando empieza a realizarse la amenaza de hacer desaparecer el futuro, es decir la vida de Marty y sus hermanos al no cumplir con su misión.
Si Marty ve con nostalgia la vida antes de que el existiera, si ve y favorece el acercamiento entre sus padres, el espectador de 1985 veía con una sonrisa su propio pasado. Y el espectador actual se ve a sí mismo en 1985 : ropa, peinados, coches. Doble placer, doble complicidad.
Las dos siguientes películas constituyen un conjunto, como dos episodios de la misma cinta, con unas complicaciones en las líneas temporales que no le agregan nada. La primera es una pequeña joya que se basta a su misma.
En realidad, la temática de Volver al futuro hace que la cinta nunca esté anacrónica porque lleva en sí el anacronismo como su razón de ser. Nunca envejecerá.
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