Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Saturday, December 17, 2022

He nacido, pero… (Yasusjiro Ozu, 1932) - 8.5 /10


De las primeras películas del genio japonés, todavía en blanco y negro y muda. Pero ya con los temas que desarrollará en toda su carrera : familia, nostalgia, expectativas frustradas. Y con la belleza de las imágenes.

Ficha IMDb

La familia Yoshi se muda a una ciudad de provincia para que el padre, Kennosuke (Tatsuo Saito) pueda mantener su empleo. Todos tienen que adaptarse a una nueva vida.

Después de momentos difíciles, los dos niños, Keiji (Tomio Aoki) y Ryoichi (Hideo Sugawara), se hacen de nuevos amigos con quienes comparten bromas, juegos, asistencia irregular a la escuela. Un día, en una reunión con los colegas de su padre y sus familias, descubren en películas de cine doméstico que Kennosuke hace el bufón par divertir a su jefe Iwasaki (Takeshi  Sakamoto) y sus amigos para ser aceptado en el grupo. Eso los perturba mucho, sintiendo que el padre autoritario que conocen es en realidad una persona insignificante y deciden dejar de comer para no provocar gastos a la familia y que el padre se siente libre de perder su trabajo. Su madre Haha (Mitsuko Yoshikawa) sabe como hacerlos cambiar de idea con un platillo dulce. 

La reconciliación de los hijos con el padre culmina cuando los chiquillos lo instan a subirse al coche del jefe, mientras ellos se reconcilian con Taro ((Selichi Kato), hijo del propio Iwawaski y compañero de clase.

En esta película de sus principios, Ozu ya plantea lo que será siempre su línea directriz: la vida cotidiana puede ser tema para una obra de arte. Observar, entender, compadecer, reírse son momentos claves aunque parezcan triviales. Ponerse al nivel de la vida cotidiana significa unas adaptaciones técnicas, como poner su cámara al ras de tierra, a la altura de los tatamis en los cuales se come, se toma el te, se platica, o se duerme. También significa seguir el ritmo de las actividades diarias.

La cinta muestra muy bien los juegos de poder, idénticos a pesar de las edades. Hay abusivos y sumisos en todos los círculos sociales y a todas las etapas de la vida. Hay que luchar para ser reconocido y aceptado. Hay que fingir, hay que soportar, hay que sacrificar. La película lo muestra sin sacar conclusiones pesimistas. Así es la vida. 

A pesar de los avances tecnológicos, que Ozu integrará siempre más tarde que sus colegas, la posición del director siempre será la misma: observar las crisis, contemplar como la gente hace para solucionar con calma los problemas que se presentan y cuando se presentan. Con serenidad, a la dimensión humana. A lo largo de 54 películas, entre 1927 y 1963.

El tono de He nacido pero… es más de comedia, con las travesías de los niños, su impertinencia natural que resuelve a su manera los mismos conflictos que los adultos. Los dos mundos se van desarrollando en paralelo al mismo tempo que se unen por un lazo afectivo muy fuerte aunque no expresado por palabras o gestos. A la usanza japonesa, no se necesitan grandes demostraciones exteriores para transmitir las emociones. 

El par de niños de esta cinta anuncia una serie de hermanos en las películas siguientes (Buenos días – 1959) con las mismas características: caprichosos, exigentes, respondones, desobedientes, egoístas, pero antes que todo solidarios. Merecen cachetadas y castigos, lejos de la imagen que tenemos en occidente del alumno aplicado en su uniforme impecable. 

Ya están presentes los trenes que pasan a lo lejos, marcando el paso del tiempo, las líneas de ropa colgada afuera, secando al ritmo del viento, las puertas que se deslizan, Movimientos suaves, casi en silencio: es la vida que pasa. 


No comments:

Post a Comment