Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Thursday, December 8, 2022

Los caifanes (Juan Ibáñez, 1967) - 9.5/10


Una pequeña obra de arte, donde todo concuerda :espacios, caracterizaciones, interpretaciones. Y unos diálogos insuperables.

Ficha IMDb

Paloma (Julissa) y Jaime de Landa (Enrique Álvarez Félix) se quedan solos cuando todos los asistentes de una fiesta elegantemente bohemia y intelectual se van a otro lugar. Después de un jueguito de provocación coqueta en la calle, quedan a merced de un aguacero repentino. Nada más fácil que refugiarse en un automóvil abierto por ahí y seguir besuqueandose. Hasta que llega el dueño, un tipo un poco amenazante en la oscuridad con quien Jaime trata de manejar la situación, proponiéndole dinero para que les haga de taxi y los lleve a una zona más céntrica de la Ciudad de México, entonces llamada Distrito Federal, pero el señor tiene que esperar a sus amigos . ¿Quienes son ?” “Los caifanes “ . “ ¿Qué es eso?” pregunta Paloma a su novio quien domina la situación . “Unos pachucos”, le contesta él que nunca pierde la compostura.

Los Caifanes son cuatro mecánicos de Querétaro, ciudad un poco atrasada según ellos, que vinieron a la capital a divertirse. El dueño del coche es el " Capitán Gato” (Sergio Jiménez ), el “Azteca” (Ernesto Gómez Cruz) lleva traje negro y lentes, el “Mazacote” (Eduardo López Rojas) , un poco pasado de peso, lleva un sweater tejido de lana de Chiconcuac, el “Estilos” (Oscar Chávez ) viste playera, es tranquilo y tiene talentos musicales. Los cuatro están fascinados por Paloma, su pelo corto, su vestido rosa que deja ver las ligas de las medias cuando cruza las piernas, su impermeable plateado a juego con los zapatos de tacón y el pequeño bolso de mano. Divertida y envalentonada por ese deseo envolvente, Paloma opina que deben quedarse con los jóvenes mientras Jaime el altanero trata de jalarla inclusive con unas palabras en inglés para que no le entiendan los que considera como incultos y subdesarrollados. 

El itinerario de juerga de los cuatro amigos empieza en el cabaret El Génesis en el baño del cual Paloma entabla conversación con una chica sin edad definida pero con pronunciados maquillajes. Las ficheras- prostitutas (Lety Gomez, Socorro Avelar, Martha Zavaleta) son para ella figuras exóticas pero antes que todo son mujeres y todas comparten problemas sentimentales. ¿Dónde está la frontera? La función es interrumpida por una pelea de borrachos que se generaliza, llega la policía y de ahí, alegre y un poco ebrio, el grupo se va al centro de la ciudad a robar una corona mortuoria, a vestir a la estatua de la Diana en plena avenida Reforma, con la ropa que seca colgada de una cuerda alrededor del coche. Después de una cena tardía y callejera en un puesto de tacos donde le roban su guitarra a un cantante ciego, van a depositar las flores a un muerto anónimo en una agencia funeraria. Ahí, el “Gato” decide ponérlos en presencia directa y filosófica de la muerte : para “jugar a morirse un rato”, les ordena escoger cada quien un ataúd y acostarse adentro. Una tapa se cierra : el Azteca queda encerrado. Respirara todavía. Sacudir la caja, extraer el medio muerto y huir corriendo ante los policías que el temeroso Jaime fue a avisar. La huida no puede ser en otro coche que una carroza fúnebre , de la cual hay que deshacerse. ¡Qué mejor lugar que el medio del Zócalo, frente a Palacio Nacional!

A esas alturas de la noche, Jaime en su impecable blazer oscuro y su camisa blanca  se está volviendo muy agresivo, angustiado, perturbado, celoso, amenazado en su situación sentimental, personal y social. Paloma está cada vez más a gusto, entiende mejor el vocabulario "caifaniano", y se lanza a utilizarlo . Sobre todo, la complicidad y la ternura entre ella y él estilos se va revelando, a pesar de la distancia social y cultural.

Al alba, los Caifanes volverán a su vida dejando en la banqueta a Jaime hirviendo de rabia impotente y Paloma con un caballito de carrusel, ya bastante fuerte para dejar a su novio aburrido y pretencioso.

La película, recientemente renovada en los laboratorios de la Cineteca Nacional, tiene un encanto especial a sus 55 años. Algo de nostalgia en sus vistas de una Ciudad de México nocturna cuyos espacios y costumbres han cambiado pero siguen reconocibles. Los puestos de tacos callejeros y los velatorios siguen iguales. La locuacidad popular sigue siendo la misma joya. Los diálogos escritos por Carlos Fuentes son una maravilla de creatividad : juegos de palabras, albures, metáforas, asociaciones sonoras., y también frases de pura poesía. Pura poesía popular inimitable, empezando por el título y nombre de los cuatro amigos : “caifan” es un mexicanismo de la Ciudad de México, que proviene de los mexicanos instalados en California, conocidos como “pachucos” que acostumbran mezclar las palabras inglesas y españolas : alguien que “cae bien”, cae ”fine”. Es una persona agradable, de buen humor, sin complicaciones, al borde de la ley pero respetado en su barrio. 

¿Qué decir de los actores? Todos eran actores de teatro entonces desconocidos en los círculos profesionales. En papeles que podrían muy fácilmente caer en la comicidad fácil y payasa, mantienen una seriedad sencilla y natural irresistible. 

Al contrario de los filmes acostumbrados de la época, en sus géneros bien delimitados de comedias, dramas familiares, aventuras rancheras cantadas, mujeres víctimas de sus pecados o abnegadas a sus familias, Los Caifanes se plantea como una road-movie urbana y nocturna, una incursión al borde de dos mundos que normalmente nunca se cruzan aunque se codeen, pero nunca se ven el uno al otro. 

Algo de Buñuel se deja adivinar : noctambulismo sin rumbo que se burla de las instituciones, de la propiedad privada o pública, de la moralidad acartonada, de los símbolos culturales, de la policía, de Santa Claus (Carlos Monsiváis) y de la Diana Cazadora, de los rituales sociales. Hasta de la muerte. Pero también ( consciencia, ojos abiertos ) resignada a que cada quien debe quedarse en su lugar. Un "Estilos" por muy poeta que sea no puede soñar con compartir un amor con una “niña bien”. Y, por parte de los de arriba, reforzamiento de su orgullo de clase : tener nombre, trabajo, cultura, traje impecable. Aún más efectivo el discurso final de Jaime interpretado por Enrique Álvarez Félix, hijo de María Félix, la “Doña,” la orgullosa. En eso años, México estaba sumiso al poder omnipresente del presidente de la República, y del PRI desde los legisladores, jueces, empresarios, medios de comunicación hasta, obviamente, los trabajadores y los estudiantes.

Pero la respuesta del “Gato” anuncia lo que pasaría un año después : los sin nombre bien podrían, si se atreven, quitarles a los orgullosos su tranquilidad. Porque un “caifan” es el que las puede todas”, incluso enamorar la novia del niño rico. 

Vemos a los caifanes con ojos avisados de post 68. Pero las diferencias permanecen, los choques culturales se mantienen a pesar de la aparente uniformización ofrecida por las redes sociales. La riqueza cultural, los juegos de confrontaciones lúdicos o violentos no han desaparecido.


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