Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Wednesday, February 19, 2014

Husbands and Wives (Woody Allen , 1992 ) – 8/10



Una pequeña maravilla matrimonial. Con una fineza de observación, un humor malvado y diálogos brillantes. Una descripción sin piedad de los juegos y trampas, idas y vueltas, mentiras y auto engaños de dos parejas neoyorquinas. Irónico, acerbo.Finalmente divertido.O dramático.Grandes actores, el propio Allen entre ellos.

Ficha IMDb

La paz y tranquilidad del matrimonio, cerca de los cincuenta, compuesto por Gabe (Woody Allen) y Judy Roth (Mia Farrow) se ven totalmente desestabilizadas cuando sus mejores amigos,Jack (Sydney Pollack) y Sally (Judy Davis) les anuncian que se van a separar. Con toda la .normalidad del mundo, como si decidieran cambiar de departamento, aparentemente sin ningún sufrimiento. Pero Judy no lo ve de esta manera. Recibe la noticia como si fuera una sentencia de muerte sobre su propio matrimonio, sobre ella misma, sobre su mundo y su hermoso departamento lleno de libros y bonitos cuadros. El malestar y la nerviosidad se transmiten a la cámara que ya no se puede sostener. Persigue a la mujer desolada, la acosa en los rincones alejados y oscuros, pasa de cuarto a otro, se altera. Se puede sentir los movimientos agitados de una respiración  jadeante, casi sollozante.

A partir de este momento, nada será igual en la vida de los cuatro amigos. El pegamento que los unía, esta sensación de ser dos parejas felices, intelectuales, modernas, en nueva York, se ha disuelto y cada uno de los individuos va a la deriva.

Discusiones, flirteos, engaños, dudas, reproches, en diálogos tan acertados que el espectador se pregunta cómo Allen supo forjarlos, porque le recuerdan tan perfectamente  situaciones vividas, parejas conocidas, o sentimientos resentidos.

Allen es tan despiadado que puede llegar al fondo de la verdad de las relaciones. No hay niños que vengan a suavizar, o empeorar las situaciones. O que obliguen a hacer compromisos. Solo adultos que, se supone, están en posesión de su capacidad de razonar, sentir y decidir. O de sucumbir a sus peores egoísmos y maldades.

Como en una obra de Marivaux, cada uno, a partir de mentiras para hacerse la vida más llevadera, encontrará la verdad de sus sentimientos, de sus deseos y su carácter. Hablan mucho, en grupos, en parejas, con otros amigos, y también frente a la cámara, como si comentaran para un documental, tiempo después, o como si estuvieran en una sesión de terapia, no se sabe exactamente.

Comedia, es cierto. Pero muy amarga. Con esta conclusión o moralidad muy de Allen: finalmente hay que aceptar lo que sea que funcione para hacernos la vida menos insoportable.


Judy  bien tenía la razón, al principio, de temblar tanto. Lo que se aproximaba era un verdadero terremoto. Y era el anuncio de su propia desgracia. 

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