Lo que parece empezar como una sencilla película para televisión, en
tiernos colores de verano, cambia a pesadilla. Un quiproquo estilo Hitchcock se
revela como una verdadera organización malvada de venganza.
Ficha IMDb
En pleno verano,
Sophie Malaterre (Karina Vanasse), diseñadora de moda, queda muy decepcionada
al no conseguir el trabajo que esperaba, por un simple error de agenda. Pero la
asistente de la directora, para disculparse la invita a comer y le sugiere irse
de vacaciones a Paris, intercambiando su casa por un departamento, por el sitio
internet Switch.
Todo parece
ser un sueño. Magnifico departamento de dos pisos, en el campo Marte, a dos
pasos de la Torre Eiffel. Hasta se topa con un joven agradable, en una banca, y
este le da su teléfono. La estancia se perfila magnifica.
Pero a la mañana
siguiente de su instalación, Sophie se despierte mareada, la policía irrumpe y
la arresta: un cuerpo masculino decapitado está en la recamara vecina. Sus
objetos personales han desaparecido. No tiene ningún medio para probar su
identidad canadiense. Todo indica que ella es Benedicte Serteaux, la dueña del
departamento, y amante del muerto.
Interrogatorios,
examines médicos, llamadas a Montreal, donde la casa de Sophie Malaterre está
ocupada por … Sophie Malaterre,… la trampa esta perfectamente armada. La pobre
joven que tiene la desgracia de hablar francés sin acento canadiense, y de
haber llegado a Paris en el puente del 15 de agosto, cuando casi nadie trabaja,
se verá obligada a huir, esconderse, hacer su propia investigación. Hasta el
momento en que el comisario, Damien Forgeat ( Eric Cantona, exfutbolista) razonable inspector llegado
de su provincia a Paris por su trabajo serio, empieza a ver los huecos en su
propia investigación.
La historia
es tan racional, tan realista, los caracteres tan normales, que uno se deja convencer
por esta historia tipo Hitchcock, de esas donde un inocente se va atrapado en
la vida de otro. Nada más que no fue error o quipoquo. Todo fue intencional y
producto de la mente enferma de Bénédicte Serteaux (Karina Testa). Un buen ambiente, un buen ritmo, con un uso inteligente de diferentes barrios de Paris. Actores convincentes y naturales. No hay efectos presumidos de velocidades artificiales, o de aparatos sofisticados. No hay toneladas de armas. Los personajes avanzan al ritmo de sus razonamientos y de sus piernas. Todo pasa en 48 horas, que se viven con toda intensidad, al punto de parecer muchas más, conforma a lo que resiente la protagonista.
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