Una pequeña joya, sutil, delicada, cruel y sarcástica. Muy en el tono libertino del siglo XVIII. Esta cinta lanzó a la fama a Fabrice Luchin quien resplandece en un papel que le conviene a la perfección, y sus dos acólitos están más que a la altura.
Ficha IMDb
Antoine es un seductor, seguro de sí, de sus encantos, de su buen gusto y de sus capacidades amorosas. Pero su amiga, Solange (Marie Bunel), lo deja para irse con otro.
ANtoine decide vengarse. De ella. Pero su amigo Jean Costal (Maurice Garrel), dueño de una librería de ediciones de arte y temas selectos (para señores muy discretos) , y un poco cansado de verlo perder el tiempo en pretextos para no escribir, le propone un trato. Dice haber recibido una propuesta de una casa editorial que quiere lanzar una nueva colección: novelas escritas en forma de diario íntimo. Ahí está el tema perfecto para Antoine : si escribe ese “diario de un seductor” ,Costal lo propone para que lo publiquen. La estrategia se define, hay que “conseguir” las victimas por anuncios por un trabajo de mecanografía. Poco a poco, Antoine las seducirá. Y, cuando hayan sucumbido, las va a abandonar. Así tendrá su venganza, no únicamente de Solange, sino de todas las mujeres.
Alegría, jubilación de Antoine. Redacción del anuncio, espera de la primera, seleccionada por su voz telefónicamente muy agradable, primer encuentro. Y Antoine de sucumbir a su defecto preferido: hablar, discurrir, enseñar, contar. El primer tema será sobre las “moscas”, estos circulitos de tela negra que las mujeres del siglo XVIII se ponían sobre la cara, el escote, para resaltar la blancura de su piel. Del lugar derivaba el nombre, como lo indica el poster de la película: la coqueta, la atrevida, la majestuosa, la apasionada, la galante…. O, si se llevaba sobre el mentón, como el lunar de Catherine (Judith Henry), la discreta.
Catherine acepta el trabajo, muy sería, sin discutir ni dejarse impresionar Pero Antoine, de vuelta con su amigo, se niega a seguir con la empresa de seducción: esta chica es inmunda, fea, horrible, insoportable.
Entonces, muy Marquise de Merteuil en Las Relaciones Peligrosas, Costal lo obliga a seguir. A lo que Antoine accede, con la condición de que su nuevo mentor le vaya diciendo paso a paso lo que debe hacer.
Las etapas del asedio se van a suceder, fríamente calculadas y ejecutadas, en vista de la capitulación.
Pero los dos cómplices no contaban con que la inocente había vivido más de lo que aparentaba. La primera y única noche que pasaran juntos la victima con el libertino, será la victoria de la joven quien deja a Antoine totalmente atónito, mudo, ante su confesión. Ella ha sido más pervertida que él.
Y lo deja para ir a pasar unos días de vacaciones con sus padres. Cuando Costal recibe la nota que confirma la capitulación y que Antoine le dejó en forma indirecta para no dejar ver que en realidad está enamorado, decide intervenir. Le lleva a Catherine un trabajo de mecanografía: el borrador de la novela en forma de diario íntimo que vimos Antoine escribir a medida que se desarrollaban los hechos. Una novela llamada La discrète.
Una pequeña maravilla de manipulación, donde el que parecía el más manipulador termina manipulado. Donde el que pretendía no tener sentimiento acaba sufriendo. Antoine – Valmont el libertino, cayó en la trampa de la inocencia de Catherine-Tourvel, quien era más una Sophie de Volanges después las clases particulares del Vicomte. Quien tiene la última palabra es Costal- Merteuil, quien no tolera que su alumno se aleje de él y cambie las reglas del juego.
Los diálogos son inteligentes, elegantes, a veces cínicos. Luchini se divierte. Judith Henry, quien ganó el Cesar a Revelación del año, sale de su capullo, se torna más bonita, sonriente, desenvuelta, en cada encuentro. Y acaba haciéndole Jaque Mate. Garrel, maduro, serio y de voz grave, en la sombra de sus libros antiguos, quiere jalar las cuerdas de su títere Antoine como lo hace con su empleado, amigo, protegido y tal vez algo más, el obediente Manu, (François Toumarkine).
Un gran divertimento, ciertamente muy literario, pero muy disfrutable. Acompañado por variaciones sobre la Melodía húngara D 817 de Franz Schubert, y la Sonata K 87 de Scarlatti , que le van como anillo al dedo.
Por cierto, la cinta ganó el Cesar al mejor guion y el Cesar a la mejor opera prima.
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