Una comedia más seria de lo que aparenta.
Pone en su lugar comportamientos que se han vuelto habituales en nuestros días.
Una llamada al respeto con tono ligero y con estupendos actores, en particular
Emma Thompson.
Ficha IMDb
New York, reino de la televisión y de los shows
nocturnos, esos que divierten burlándose de los sucesos y las personalidades,
casi todos masculinos. Solo una mujer se mantiene desde treinta años. Hasta
ganó una presea a pesar de su origen británico: Katherine Newbury (Emma Thompson) es la reina de la noche, con
sus tacones, sus largos aretes y sus trajes brillantes. Pero la reina esta a
punto de perder su trono porque ya no la encuentran divertida y porque la
tachan de misoginia. Tiene que
renovarse, con nuevos chistes, nuevos redactores.
La primera movida es contratar a un nuevo guionista,
de preferencia que pertenezca a una de estas minorías que se han vuelto
obligatorias: de color, mujer, y tal vez con alguna particularidad física. Lo
que sea con tal de que no sea hombre, blanco, heterosexual. Así llega la pobre
idealista Molly (Mindy Kaling), fanática
de Katherine, decidida a hacerse su lugar, a no callarse. Es el negrito en el
arroz. El equipo, ligeramente flojo, y completamente masculino, de redactores
del show, con sus hábitos, su machismo, sus cobardías, tipo 40 Rock, con
tal de no perder su trabajo, la recibe con todo el desprecio posible. Ella cree
en algo : primero en su trabajo, en el show, en las buenas causas, en la
amistad, en el amor, en la buena música. ¿Qué inocente! No ha entendido nada al
funcionamiento de la sociedad actual.
Poco a poco, Katherine que se siente amenazada, acepta
diferentes estrategias. La de abrir su casa a los periodistas para una fiesta
no da grandes resultados. Ahí Molly conoce a Walter (John Lithgow) , esposo de
la anfitriona, músico sufriendo de los primeros síntomas de Parkinson, que le
da unos buenos consejos para volverse indispensable. El show empieza a cambiar
al volverse más personal : la prestación de una mujer, blanca, cincuentona,
inglesa y de mal carácter. Y que quiere mantenerse en su lugar. Fuera la
mediocridad, la pereza, el mal gusto, el machismo. Katherine tiene también que
aceptar el papel preponderante de las redes sociales y someterse a nuevos
funcionamientos del publico , a golpe de likes, hashtags y tweets.
Obstáculos se presentan en el camino de cada mujer, la
decepción amorosa de Molly con Charlie Fain ( Hugh Dancy ) uno de los
redactores más odiosos que ella quiso creer mejor de lo que es , un viejo
escandalo sexual de la diva ; pleitos entre los dos que se resuelven cuando la
reina Katherine se rebaja subiendo interminables pisos en un viejo edificio de
Brooklyn para recuperar a su redactora.
La carga critica a lo políticamente correcto se
difunde de forma irónica, ligera pero está bien presente: la tan invasiva
“cuota de diversidad” se ha instalado en todas las instituciones publicas, en
las empresas privadas, en el reparto de las películas o las series televisas,
esta obligación de cumplir con un porcentaje de cada minoría étnica, religiosa,
racial, de genero, de orientación
sexual, etc , al punto de ser a veces un obstáculo al reconocimiento de los
talentos reales, de ser un anacronismo o un absurdo en ciertos guiones. Mindy no
quiere ser la cuota de diversidad , de tez oscura y de padres migrantes, quiere
ser reconocida por lo que aporta a la dinámica del equipo y al contenido del
programa, sin mencionar a la persona de Katherine .
La cinta es también una critica al mundo cada vez mas
dominante de los Talk Shows nocturnos, dominados obviamente por hombres,
Jimmy Carson, David Letterman en Estados Unidos o Graham Norton en Inglaterra,
que parecen adquirir una audiencia y una aceptación cada vez mayor, sobre todo
en Estados Unidos desde la llegada de Trump al poder. Ahí se habla, en forma
habitualmente bromista de actualidad política, cultura y social. Pocas mujeres
están presentes en las altas horas de la noche .Extrañamente este mundo del Talk
Show televisivo, muy ligado al Stand Up Comedy es atacado también en
Joker de Todd Phillips.
Pero tampoco se trata de una presentación maniquea :
Katherine Newbury no es ninguna perita en almíbar : desprecia a su equipo de
redactores, no conoce sus nombres, los despide a la primera palabra o actitud
que le disgusta, les grita a todos . Crea, según las terminologías actuales, un
ambiente de trabajo hostil .
Claro, la
cinta sigue las etapas clásicas de una comedia hollywoodense : problema,
llegada del elemento de solución, proceso de adaptación, crisis y separación, reconciliación
para caminar juntos hacia la felicidad final.
Emma Thompson a la altura de Meryl Streep en El diablo viste a la moda (David Frankel - 2006) , o Helen Mirren, las grandes “viejas”. Llena
de frescura y carisma, Mindy Kaling, quien también escribió el guion, llena la
pantalla de sus pasitos apresurados.
La cinta es un divertimiento muy agradable, pero señala
con seriedad divertida que las buenas intenciones de nuestra sociedad causan nuevos
problemas y muchas veces nuevas injusticias.
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