Película mucho más interesante que la acostumbrada comedia ligera que
se podía esperar. Una dirección de actores y un montaje cuidadoso logran darle
profundidad al relato esnob de Guadalupe Loaeza. Además de revelar una nueva
gran actriz.
Ficha IMDb
Sofía de Garay (Ilse Salas) es rica, muy rica. Vive en una hermosa
mansión de grandes ventanas, con alberca y jardín, en las Lomas, aunque a veces
falte el agua. Manda a sus niños de Summer Camp a Estados Unidos, donde tienen
prohibido juntarse con mexicanos. La cuida su nana de siempre, ayudada con
muchachas y chofer. Hace sus compras del otro lado (de la frontera),
principalmente los productos de belleza y los vestidos elegantes para las
numerosas fiestas a las que asiste.
La cinta empieza precisamente con una fiesta, el cumpleaños de Sofía;
gente elegante, comida refinada, vinos. Faltan dos cosas: un artista famoso (Sofía
sueña con Julio Iglesias) y el esposo, Fernando
(Flavio Medina). Este llega tarde, borracho, pero con un maravilloso regalo , suficiente
para que le perdonen cualquier falla o defecto : un Gran Marquis color champán.
Al día siguiente, las amigas tienen su habitual de tenis , en el club
de costumbre, seguido del desayuno usual. Ahí Alejandra (Cassandra Ciangherotti).,
Ines ( Johanna Murillo ) y Cristina ( Jimena Guerra) pueden comparar sus
atuendos, sus fiestas, sus esposos. Y la vida va, de fiesta en partidos de tenis,
en compras. Hasta que una nueva se introduce al grupo. Ana Paula Haddad (Paulina
Gaitán) es de lo mas “naca” : vestidos demasiado brillosos, hombreras
ligeramente demasiado anchas, pelo excesivamente encrespado, casa mal ubicada y
llena de chucherías, hasta dice “provechito”. Definitivamente no es una niña
bien.
Su llegada, con su esposo Beto (Daniel Haddad) , que trabaja en un sector en auge, su
decisión de cambiarse a la zona elegante y de entrar al club de tenis, coinciden
con el principio de los problemas de Sofía quien asiste sin entender a la
salida del tío Javier ( Diego Jáuregui), socio administrador del incapaz Fernando, al
rechazo de las tarjetas de crédito en los grandes almacenes y al rebote de los cheques
a los empleados.
La crisis se generaliza, el expresidente López Portillo quien había
jurado defender el peso como un perro, anuncia en 1982, en su ultimo informe,
que deja el país, con una lagrima de culpabilidad, en la peor crisis de su
historia. La crisis se lleva a Fernando y su esposa desconcertada mientras Ana
Paula y Beto alcanzan la cima. Pero Sofía la bien educada encuentra un medio infantil
de compensar las frustraciones : le roba a Beto un par de mancuernillas de oro
durante la fiesta de cumpleaños de su hijo . Uno se contenta como puede.
La cinta podía ser un amable divertimiento, con locaciones bien
escogidas, fotografía muy cuidada, y hermosa vestimenta . Pero lo logrado es
mucho más que eso. Nunca se sabe si hay que reír o llorar. Reír con Sofía y sus
amigas, o reír de ellas. O llorar de su inocencia, de la tragedia social que se
le cae encima.
Las niñas bien es algo más que
la pintura agradable que hizo Guadalupe Loaeza en sus crónicas para Uno mas
Uno, diario de izquierda ya desaparecido, y recopiladas en un libro, y que
siguió haciendo con Las Damas de Polanco, Compró luego existo,
que no fueron nada más que la repetición de su primer libro, repertorio de
anécdotas bien observadas pero repetitivas.
La cinta es mucho más sarcástica y plantea varios temas de orden sociológico.
Si queda claro que se trata de una buena descripción de la sociedad mexicana
que vivió en el lujo en los años setenta y ochenta, sabemos muy bien que estos
excesos persisten, tal vez aún mas escandalosos y con la misma buena
consciencia. La insensibilidad y el elitismo siguen los mismos; con muy poca
educación o cultura en el caso de las mujeres, con poca eficiencia en los
negocios en el caso de los hombres, la gente bien está convencida de su
superioridad sobre los servidores que ni siquiera merecen que se les tome en
cuanta. O sobre los que consideran nuevos ricos, sin elegancia ni buen gusto.
Pero la sociedad esta evolucionando. Estos les están ganando el espacio,
simplemente porque tienen dinero, supieron hacerse de buenos puestos, donde
trabajan muchísimo, sin descansar sobre los laureles heredados, o porque tienen
las buenas palancas.
La ostentación de la riqueza raya en lo
indecente, con la ropa elegante, los muebles, las albercas. No es por nada si el
prólogo es la contemplación por Sofía de su reflejo en una serie de espejos a
180 grados. La decoración de las casas, las fiestas de niños con disfraces , las
joyas de Sofía, los sombreros están escogidos con mucho cuidado por Claudio Ramírez
Castelli y Annai Ramos, y fotografiados con detallismo por Daniela Ludlow. Sus planos cerrados a un cigarrillo
en un cenicero, a un anillo quese gira, al ala de un sombrero, a una copa, a un
tarjeta de credito que va a ser ubican
el drama social en un plan intimista, personal. Los dialogo fuera de cuadro
apartan a la protagonista, la ubican fueran del mundo real, este mundo que no
logra entender. Para este
mundo de cuento de hadas, Ilse Salas tiene
una belleza y una distinción extraordinarias. Luce, utiliza, esos adornos como reina.
Se muestra También , en forma indirecta, un cierto estatuto de la
mujer, de su papel de decoración: sé hermosa y cállate. La crisis golpea a Sofía
sin que sepa qué está pasando, porque no sabe nada de los negocios de su
esposo, no sabe cómo el dinero llega a la casa, no sabe qué pasa en el país, en
el mundo. Es un hermoso animal de compañía, encargado de las relaciones
sociales del matrimonio. No tiene ningún papel real en la sociedad, lo que será
claro al ser progresivamente expulsada por sus amigas. Aparentemente poderosas,
las mujeres como Sofía no valen en realidad nada en una sociedad machista que
los usa como adornos . No tienen ningún arma para defenderse. Eso explica su
reacción en el restaurante al final: la burla colectiva que se hace a López
Portillo, ladrando como perros para criticar su promesa de defender a la moneda
nacional como fiel perro guardián ,es un intento de por fin participar en la
vida política, la vida real de la gente informada. Sofía entra en política.
Es también una forma de volver a tomar posesión de sí misma después
del robo inconfesable, esta caída moral que la propia victima , Beto, acaba de
entender . Ella se vengó de forma pueril, restituyendo a su esposo en cierta
forma lo que, según ella , merece : un signo externo de riqueza, elegancia y
poder : unas mancuernillas, signo también de masculinidad. Fue un gesto
infantil, secreto, como de un niño celoso que roba el juguete del compañero a
quien todos prestan atención, mientras nadie lo ve a él. Nadie, ni siquiera el
espectador . Eso es uno de los grandes logros de la cinta: no mostrar, no insistir,
dejar a la deducción del espectador lo qué pasó durante la fiesta de
cumpleaños, con ese desorden de tiempos, espacios, diálogos, con ese montaje de
repente tan desorganizado mientras el resto de la cinta siempre fue muy claro y
pausado. Esta escena es magistral para darnos a entender en que situación de
aislamiento se encuentra ahora Sofía. A partir de ahora, se soledad se hará más
profunda, paralela a tentativas desesperadas de salir a flote.
Queda saludar la inmensa interpretación de Ilse Salas, también actriz
de teatro con extraordinaria presencia. Su Sofía es tan hermosa, tan elegante,
tan segura de sí misma y al mismo tiempo tan frágil. Sabe callarse y expresar en
un movimiento de lentes de sol, una inclinación del cigarrillo o de la pestaña
una infinidad de dudas, desprecios o frustraciones.
Sofía sueña con invitar a Julio Iglesias a sus fiestas, debe
contentarse con un esposo incapaz. Sabe juzgar a la gente, sabe tomar las
decisiones correctas. Sofía, además de ser una niña bien por asares de
la vida y del matrimonio, es una gran mujer por su propia personalidad. Las niñas
bien es la descripción de una sociedad de parásitos, pero también la
constatación que la sociedad deja de lado , por prejuicios ancestrales, personas que podrían ser de mucha utilidad si
se les diera la preparación y la oportunidad de usar sus talentos.
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