Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Friday, October 4, 2019

Las niñas bien (Alejandra Márquez Abella, 2018 ) – 8.5/10


Película mucho más interesante que la acostumbrada comedia ligera que se podía esperar. Una dirección de actores y un montaje cuidadoso logran darle profundidad al relato esnob de Guadalupe Loaeza. Además de revelar una nueva gran actriz.

Ficha IMDb

Sofía de Garay (Ilse Salas) es rica, muy rica. Vive en una hermosa mansión de grandes ventanas, con alberca y jardín, en las Lomas, aunque a veces falte el agua. Manda a sus niños de Summer Camp a Estados Unidos, donde tienen prohibido juntarse con mexicanos. La cuida su nana de siempre, ayudada con muchachas y chofer. Hace sus compras del otro lado (de la frontera), principalmente los productos de belleza y los vestidos elegantes para las numerosas fiestas a las que asiste.

La cinta empieza precisamente con una fiesta, el cumpleaños de Sofía; gente elegante, comida refinada, vinos. Faltan dos cosas: un artista famoso (Sofía sueña con Julio Iglesias) y el esposo,   Fernando (Flavio Medina). Este llega tarde, borracho, pero con un maravilloso regalo , suficiente para que le perdonen cualquier falla o defecto : un Gran Marquis color champán.

Al día siguiente, las amigas tienen su habitual de tenis , en el club de costumbre, seguido del desayuno usual. Ahí Alejandra (Cassandra Ciangherotti)., Ines ( Johanna Murillo ) y Cristina ( Jimena Guerra) pueden comparar sus atuendos, sus fiestas, sus esposos. Y la vida va, de fiesta en partidos de tenis, en compras. Hasta que una nueva se introduce al grupo. Ana Paula Haddad (Paulina Gaitán) es de lo mas “naca” : vestidos demasiado brillosos, hombreras ligeramente demasiado anchas, pelo excesivamente encrespado, casa mal ubicada y llena de chucherías, hasta dice “provechito”. Definitivamente no es una niña bien.

Su llegada, con su esposo Beto (Daniel Haddad)  , que trabaja en un sector en auge, su decisión de cambiarse a la zona elegante y de entrar al club de tenis, coinciden con el principio de los problemas de Sofía quien asiste sin entender a la salida del tío Javier ( Diego Jáuregui),  socio administrador del incapaz Fernando, al rechazo de las tarjetas de crédito en los grandes almacenes y al rebote de los cheques a los empleados.

La crisis se generaliza, el expresidente López Portillo quien había jurado defender el peso como un perro, anuncia en 1982, en su ultimo informe, que deja el país, con una lagrima de culpabilidad, en la peor crisis de su historia. La crisis se lleva a Fernando y su esposa desconcertada mientras Ana Paula y Beto alcanzan la cima. Pero Sofía la bien educada encuentra un medio infantil de compensar las frustraciones : le roba a Beto un par de mancuernillas de oro durante la fiesta de cumpleaños de su hijo . Uno se contenta como puede.

La cinta podía ser un amable divertimiento, con locaciones bien escogidas, fotografía muy cuidada, y hermosa vestimenta . Pero lo logrado es mucho más que eso. Nunca se sabe si hay que reír o llorar. Reír con Sofía y sus amigas, o reír de ellas. O llorar de su inocencia, de la tragedia social que se le cae encima.

Las niñas bien es algo más que la pintura agradable que hizo Guadalupe Loaeza en sus crónicas para Uno mas Uno, diario de izquierda ya desaparecido, y recopiladas en un libro, y que siguió haciendo con Las Damas de Polanco, Compró luego existo, que no fueron nada más que la repetición de su primer libro, repertorio de anécdotas bien observadas pero repetitivas.  La cinta es mucho más sarcástica y plantea varios temas de orden sociológico. Si queda claro que se trata de una buena descripción de la sociedad mexicana que vivió en el lujo en los años setenta y ochenta, sabemos muy bien que estos excesos persisten, tal vez aún mas escandalosos y con la misma buena consciencia. La insensibilidad y el elitismo siguen los mismos; con muy poca educación o cultura en el caso de las mujeres, con poca eficiencia en los negocios en el caso de los hombres, la gente bien está convencida de su superioridad sobre los servidores que ni siquiera merecen que se les tome en cuanta. O sobre los que consideran nuevos ricos, sin elegancia ni buen gusto. Pero la sociedad esta evolucionando. Estos les están ganando el espacio, simplemente porque tienen dinero, supieron hacerse de buenos puestos, donde trabajan muchísimo, sin descansar sobre los laureles heredados, o porque tienen las buenas palancas.

La ostentación de la riqueza raya en lo indecente, con la ropa elegante, los muebles, las albercas. No es por nada si el prólogo es la contemplación por Sofía de su reflejo en una serie de espejos a 180 grados. La decoración de las casas, las fiestas de niños con disfraces , las joyas de Sofía, los sombreros están escogidos con mucho cuidado por Claudio Ramírez Castelli y Annai Ramos, y fotografiados con detallismo por Daniela Ludlow. Sus planos cerrados a un  cigarrillo en un cenicero, a un anillo quese gira, al ala de un sombrero, a una copa, a un tarjeta de credito que va a ser  ubican el drama social en un plan intimista, personal. Los dialogo fuera de cuadro apartan a la protagonista, la ubican fueran del mundo real, este mundo que no logra entender. Para este mundo de cuento de hadas,  Ilse Salas tiene una belleza y una distinción extraordinarias. Luce, utiliza,  esos adornos como reina.
Se muestra También , en forma indirecta, un cierto estatuto de la mujer, de su papel de decoración: sé hermosa y cállate. La crisis golpea a Sofía sin que sepa qué está pasando, porque no sabe nada de los negocios de su esposo, no sabe cómo el dinero llega a la casa, no sabe qué pasa en el país, en el mundo. Es un hermoso animal de compañía, encargado de las relaciones sociales del matrimonio. No tiene ningún papel real en la sociedad, lo que será claro al ser progresivamente expulsada por sus amigas. Aparentemente poderosas, las mujeres como Sofía no valen en realidad nada en una sociedad machista que los usa como adornos . No tienen ningún arma para defenderse. Eso explica su reacción en el restaurante al final: la burla colectiva que se hace a López Portillo, ladrando como perros para criticar su promesa de defender a la moneda nacional como fiel perro guardián ,es un intento de por fin participar en la vida política, la vida real de la gente informada. Sofía entra en política.

Es también una forma de volver a tomar posesión de sí misma después del robo inconfesable, esta caída moral que la propia victima , Beto, acaba de entender . Ella se vengó de forma pueril, restituyendo a su esposo en cierta forma lo que, según ella , merece : un signo externo de riqueza, elegancia y poder : unas mancuernillas, signo también de masculinidad. Fue un gesto infantil, secreto, como de un niño celoso que roba el juguete del compañero a quien todos prestan atención, mientras nadie lo ve a él. Nadie, ni siquiera el espectador . Eso es uno de los grandes logros de la cinta: no mostrar, no insistir, dejar a la deducción del espectador lo qué pasó durante la fiesta de cumpleaños, con ese desorden de tiempos, espacios, diálogos, con ese montaje de repente tan desorganizado mientras el resto de la cinta siempre fue muy claro y pausado. Esta escena es magistral para darnos a entender en que situación de aislamiento se encuentra ahora Sofía. A partir de ahora, se soledad se hará más profunda, paralela a tentativas desesperadas de salir a flote.

Queda saludar la inmensa interpretación de Ilse Salas, también actriz de teatro con extraordinaria presencia. Su Sofía es tan hermosa, tan elegante, tan segura de sí misma y al mismo tiempo tan frágil. Sabe callarse y expresar en un movimiento de lentes de sol, una inclinación del cigarrillo o de la pestaña una infinidad de dudas, desprecios o frustraciones.

Sofía sueña con invitar a Julio Iglesias a sus fiestas, debe contentarse con un esposo incapaz. Sabe juzgar a la gente, sabe tomar las decisiones correctas. Sofía, además de ser una niña bien por asares de la vida y del matrimonio, es una gran mujer por su propia personalidad. Las niñas bien es la descripción de una sociedad de parásitos, pero también la constatación que la sociedad deja de lado , por prejuicios ancestrales,  personas que podrían ser de mucha utilidad si se les diera la preparación y la oportunidad de usar sus talentos.

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