Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Sunday, December 29, 2019

Grâce à Dieu (François Ozon, 2019) - 9/10

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Cuando el Papa Francisco acaba de poner los expedientes de los sacerdotes pedófilos a disposición de los tribunales en cada país donde se cometieron tantos abusos, Ozon participa a su manera a la divulgación de uno de esos escándalos. Una manera digna, elegante, muy concertada , que no descarta la ira frente a la actitud oficial de la jerarquía católica.

 Ficha IMDb

 En 2014, Alexandre Guérin (Melvil Poupaud) se entera que el padre Bernard Preynat, quien abusó de él cuando era scout está de nuevo a cargo de niños en una parroquia cerca de Lyon. Decide pedir la ayuda de la diócesis y de la jerarquía católica. Lo canalizan con una psicóloga, del arzobispado, Régine Maire (Martine Ehrel) y consigue entrevistas con el cardenal Barbarin (François Marthouret) quien le promete su apoyo y su intervención en Roma. Después de un encuentro frustrante con el envejecido padre Preynat ( Bernard Verley) Guérin ve pasar el tiempo sin ninguna acción de parte de la Iglesia . Ante esta falta de respuesta, Guérin decide acudir a la policía para levantar una queja anónima, aunque, más de treinta años después, haya prescripción para los delitos del padre .

El capitán Courteau (Frédéric Pierrot ) se hace cargo de la investigación y llega a la casa de la familia Debord. Con sorpresa descubre que la madre. Odile (Hélène Vincent), ha conservado todas las cartas que mandó y recibió del arzobispado de esos años : el sacerdote se arrepintió por escrito, pero todo quedó allí. Monseñor Decourtray, entonces obispo en Lyon, no hizo nada. Sin embargo, esa confesión escrita permite a la policía y la justicia actuar en contra del padre pederasta confesado. François Debord (Denis Ménochet) se rehúsa primero en participar en la investigación.  Ala diferencia de Guérin, tuvo una madre que luchó por él, pero quiere ahora olvidar y vivir en paz. Sin embargo, una ira profunda resurge y Debord se lanza con rabia en la batalla . Ateo, combativo, a veces grosero, toma la palabra en publico. Con una de las otras victimas ,  Gilles Péret (Éric Caravaca), médico, funda un movimiento que llaman La palabra liberada, que busca reunir testimonios de victimas del padre Preynat. Se manifestarán 70 abusados . Uno de ellos es Emmanuel Thomassin (Swann Arlaud) cuya vida es un infierno de adiciones, enfermedad mental, relaciones enfermizas. La única persona que lo apoya es su madre, Irène (Josiane Balasko). Un coeficiente intelectual superior a 140 es totalmente aniquilado por trastornos que no logra curar. Los abusos del cura lo afectaron físicamente, lo que ha perturbado toda su vida sexual. Parece un hombre devastado, perdido para la sociedad.
Además de ser el relato cronológico de la creación del movimiento La palabra liberada para construir un expediente legal en contra del sacerdote por abuso y de la diócesis por complicidad, la cinta de Ozon hace un retrato de grupos sociales representativos, usando para cada uno un estilo cinematográfico particular. La cinta se divide en tres partes, correspondientes a los tres personajes principales, cada uno en su medio social, cultural, familiar .
El primero es Alexandre Guérin , bien instalado en su vida burguesa de católico conservador, profundamente creyente. Su matrimonio feliz con Marie (Aurelia Petit), quien esconde su propio trauma de la infancia, le dio cinco hijos, a los cuales educan según los valores conservadores de la buena sociedad : numerosas actividades todos juntos, desde la misa semanal, los paseos a pie, las conversaciones, las comidas. Los niños asisten a una escuela privada católica donde la madre es maestra. Ella  le enseña piano a la hija menor. Hablan de todo y parecen vivir en total transparencia El retrato que hace Ozon de estas familias es perfecto : su forma de vestir, de hablar, de caminar está llena de esta pulcritud y autosatisfacción de la gente que actúa siempre bien, que es tolerante, comprensiva, inteligente, culta . Cuya perfección provoca admiración, celos, impaciencia. Ese nivel cultural, esta convicción de buena conducta, esta voluntad de aclarar las situaciones y actuar para mejorar a todos : él mismo, su familia, su iglesia, a evitar que más niños sufran , se vive de forma muy culta, pasando por palabras perfectamente escogidas, pensadas : por la palabra escrita. Si ya no se trata de cartas, el estilo es sin embargo él de la novela epistolar : la voz off de Alexandre lee calmadamente los mails entre Barbarin,  Régine Maire y él mismo. La vida, llena de solemnidad y de rituales, de la familia pasa por planos largos , casi tiesos como una casulla sacerdotal.
Los claroscuros de los interiores de iglesias, de bibliotecas, de la impresionante arquitectura gótica , se conjugan con la luz que cae de los vitrales, esperanza de que la luz se haga en la Iglesia . Una dualidad se dibuja : Monseñor Barbarin, bondadoso, comprensivo, inteligente en su manejo de las palabras : pedofilia significa amor a los niños, como lo pidió Cristo, es mejor hablar de pedosexualidad, muestra un deseo de acercarse a la familia de Alexandre, en particular los hijos mayores. Promete hablar con el papa, ya que Alexandre se apoya en la posición firme que este manifestó para los numerosos casos de abusos por sacerdotes. Pero sus muestras de interés se limitan a eso : un comportamiento social, diplomático. De la misma forma, el padre Preynat pregunta con bondad a su ex víctima como le va en la vida, reconoce que tiene atracción por los niños, pero se considera una víctima de esta enfermedad, no un adulto responsable.
Los encuentros con la familia de Alexandre evidencian la distancia : sus padres nunca quisieron escuchar lo que les dijo su hijo y a la fecha se le considera como un “ busca mierda”, expresión sorprendente en la boca de una recatada anciana católica , pero que expresa claramente la exasperación parental.
El ritmo pausado, contenido, casi elegante, de la primera parte se acelera en la secunda parte. Después de conocer los elementos constituyes del drama, se entra a la acción. François Debord es físicamente lo opuesto a Alexandre Guérin : alto, pesado, mal hablado, es de los que nada detiene cuando han entrado en acción. Es un bulldozer. Ya nada de silencio, va con la prensa, pasa en la televisión, provoca indignación. Apoyado por sus padres, como lo fue en su niñez, distanciado de la Iglesia, François no teme perder una imagen social. La denuncia, de individual contra el padre Preynat, pasa a ser colectiva, contra la Diócesis de Lyon, por complicidad. Se va a los extremos, a la provocación .
La tercera parte es la más accidentada, con una cámara que se mueve mucho, se acerca a la tercera victima, Emmanuel, porque él es quien visiblemente más sufre, él que no ha podido reconstruirse después de los abusos. Una sensibilidad a flor de piel se expresa en crisis de epilepsia, en consumo de drogas, en instabilidad laboral, en relación tóxica. Se aferra a la organización La palabra liberada porque siente que es su única posibilidad de salvación , o al menos de mejora. Esta parte combina unas escenas muy abiertas, con juntas de la asociación, cada vez mas numerosa, con intervenciones de periodistas , con cenas, al seguimiento indiciar del caso personal. El personaje de Emmanuel combina la introspección de Alexandre y la impulsividad de François.
En los tres partes, Ozon introduce breves flashbacks sobre los hechos ocurridos durante la niñez, mostrando la “metodología” recurrente utilizada por el padre (Yves-Marie Bastien) : selección, atracción, aislamiento y exigencia de silencio. Las imágenes son discretas pero su carga emocional es fuerte, en la oscuridad de una fogata o de un laboratorio fotográfico. De la misma forma, las horribles fotografías de la deformación ocasionada a Emmanuel por masturbación son dejados a la imaginación horrorizada del espectador .
En todo momento, Ozon insiste sobre el papel de las familias, en el momento de los hechos, después, y ahora mismo. Cómo han ayudado o no a los niños a manejar, escapar, y cómo han sufrido las consecuencias. Hay que recalcar el papel de las madres, que se acercan o se distancian de sus hijos, en conformidad con las exigencias o no de su medio social.
El director, que toma actualmente temas ficticios provocativos, que sacan a flote perversiones calladas por la sociedad, se inspira aquí en un tema realista. Sin embargo , su tercer personaje está muy cercano a los atormentados de sus cintas habituales. La realidad explica la ficción.
La forma de la cinta entre ficción, por ejemplo, los nombres inventados de las victimas, y documental : fechas, lugares, hechos, nombres de los miembros de la Iglesia, ha provocado reacciones violentas en le seno de la jerarquía católica. Unos días antes de la salida, un juicio oponía todavía el padre Preynat a la compañía productora. La película participa de una tendencia muy actual de hacer películas biográficas cuando los personajes siguen vivos con el riesgo de no tener la suficiente distancia y tal vez dejarse llevar por juicios prematuros, que no dejan espacio a la presunción de inocencia. Sin embargo, en el caso de abusos contra niños y de complicidad por parte de una institución que predica la pureza de comportamiento, la sinceridad y el bien, hablar fuerte, indignarse, parece necesario. Sobre todo, cuando los hechos han sido reconocidos por los culpables. Lo que piden es finalmente el silencio, escapar de la justicia, abrigándose en argucias como el tiempo de prescripción de donde proviene el titulo : “Gracias a Dios, hay prescripción.”, según las palabras del propio cardenal Barbarin.
Es cierto que Ozon, a través de sus tres personajes, toma abiertamente partido en contra de la Iglesia. Se le puede reprochar no profundizar los puntos de vista de las figuras masculinas y femeninas de las Iglesias, no mostrar los dilemas por los cuales probablemente pasaron .
Películas como Por la gracia de Dios, o Spotlight (Thomas McCarthy - 2016 ) sobre el trabajo del Boston Globe en 2002 han permitido ampliar la voz de las victimas y sus familias y obtener un pequeño progreso : hace unas semanas el Papa Francisco decidió permitir el acceso a los expedientes internos de la Iglesia en contra de los abusadores para que las entidades policiacas y judiciales de los diferentes estados, ya que el problema es mundial, puedan usarlos en sus procedimientos. Sin esperar eso, la justicia francesa ya condenó al cardenal Barbarin a seis meses de prisión con prorroga por no denunciación de abusos sexuales.  El tiempo de prescripción por delitos sexuales contra menores pasa a 30 años.  El Padre Preynat está esperando su juicio que debería tener lugar en 2020.


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