Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Sunday, December 29, 2019

El diablo entre las piernas (Arturo Ripstein , 2019) – 7.5/10


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La historia desencantada de una pareja anciana, con sus costumbres perversas de abuso, sus fallidos intentos de escapar. Un ambiente de enclaustramiento, habitual con Ripstein, intensificado por el uso del blanco y negro.

Ficha IMDb

Parece que hace siglos que Beatriz (Silvia Pinal) y el viejo (Alejandro Suárez) viven juntos, en una casona amplia, triste, atiborrada de objetos acumulados. ¿Qué hay entre ellos? ¿Odio? ¿Rutina? ¿Hastío? Desde los primeros instantes de la cinta, él parece llevar la batuta. Al amanecer, sale de su recamara para ir, arrastrando los pies, al cuarto de Beatriz.  Levanta las sabanas,  le baja las pantaletas para sacarle foto.

Después seguirá un día normal : llega la sirvienta Dinorah (Greta Cervantez), único personaje joven de la historia, con retraso, lo que le vale los reproches de la señora. Esta toma su bolsa y sale, dejando instrucciones de decirle al señor que va al gimnasio, pero tiene sus hábitos a un salón de baile donde disfruta bailando tango. Mientras tanto, el señor va a la peluquería de su vieja amante (Patricia Reyes Spindola ), a quien jala a su casa para tener las relaciones sexuales acostumbradas. Ella le habla un poco de su esposo, él le habla un poco de su esposa. Relaciones sin amor, sin siquiera estima. Cuando llega, el esposo (Jean Meyer) espera fumando en el patio que salga el amante.

En el transcurso de los días se va confirmando la obsesión perversa del viejo con el sexo, con la vagina, con las bragas de su esposa, que husmea para comprobar que esta lo engañó cuando en realidad lo único que busca es un poco de aire, de libertad. Pero los usos y costumbres no permiten que una señora bien salga de los patrones establecidos. Puede ir a bailar, puede tener una pareja de baile pero que no trate de hablar con este señor, que no trate de saber cómo es su vida personal porque inmediatamente el señor (Daniel Giménez Cacho) la pondrá en su lugar y la tachará de promiscua.

Encerrada, amenazada, deprimida por el aislamiento que provocó el alejamiento de su hija, a Beatriz no le queda entonces nada que los celos obsesivos de su esposo, convencido que ella lo engaña con todos. Registra en un cuaderno los insultos que el viejo le dirige, contabilizando a diario las ocurrencias de cada palabra ofensiva.

La sirvienta, presa de este ambiente claustrófico, aguanta el voyerismo del viejo y parece considerarlo normal, como privilegio de hombre, de macho, de esposo y de patrón.  

La casa vieja, abandonada, es un laberinto claustral. Cómo la casa de El castillo de la pureza (1972) dominada por le padre explotador, como el departamento desolado de Las razones del corazón (2011),  como la casa – cabaret de El lugar sin limites (1977). Adentro, la fotografía muy oscura de Alejandro Cantú impone un ambiente inquietante , ambiguo, asechador.

El ritmo lento de la cámara, la repetitividad de las acciones, las frases, las amenazas, enviscan al espectador como a una pobre mosca en una telaraña. No hay forma de escapar de este obsesivo malvado.

Sin embargo, existe una salida para esta prisionera, es la aceptación voluntaria de su situación codependiente. Meses después de una fuga de Beatriz por una sola noche, simplemente para probarse que todavía es deseable, siguen juntos, en el mismo lugar, pero algo de paz parece haber llegado .

Un pesimismo profundo, irritante,  invade esta historia misógina que parece fuera del tiempo, sin radio, televisión, o teléfono, sin coches en las calles, sin vecinos, sin ningún elemento de referencia que nos pueda decir donde y cuando estamos. Podría ser los años treinta, los cincuenta. Podría ser hoy.

Mucho se ha comentado que el guion de Ripstein y Paz Alicia Garciadiego es una historia sobre la sexualidad en la edad avanzada. Se trata más bien una cinta sobre el machismo y los derechos que el hombre cree tener sobre la mujer sobre sus expectativas dominantes , sobre su concepto de cómo debe actuar una mujer bien, aun cuando está vieja.

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