Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Wednesday, June 22, 2011

El salario del miedo (Georges Clouzot, 1954 ) - 9/10


Le salaire de la peur es una película de acción y suspenso a la antigua, en blanco y negro, sin efectos especiales, cuya eficacia descansa sobre los actores y la fotografía. ¡Y vaya eficacia!

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Clouzot se toma el tiempo de utilizar un cuarto de su película antes de empezar con la travesía en que consiste el tema principal. Muestra el lugar, ciudad pequeña caída en la pobreza, en algún país que se parece a Guatemala, abandonada, abrumada por el sol (la terraza del único café, el Corsario Negro,con las rayas de la sombra de las persianas.) , muestra los habitantes, pobres tipos varados ahí en búsqueda de algún empleo, y que se pasan el tiempo sin hacer nada, tomando o jugando cartas, bebiéndose el dinero que no tienen. Muestra el café, lugar de todos los encuentros, de todas las amistades y peleas, de todos los amores. Y la mesera, Linda (Vera Clouzot, esposa brasileña del director). Con contadas tomas, nos hace ver su belleza, su sensualidad, su fragilidad y su relación con Mario (Yves Montand). Mujer sumisa, trapeando el piso, se acerca y acaricia su mano, como un perro que lamería la mano de su amo. Un amo joven, seductor ,que enseña pecho y músculos bajo su playera sin mangas.Y, a ese mundo sin esperanzas, llega Jo (Charles Vanel), elegante traje blanco, sombrero, arrogancia.

Una vez ubicados los personajes, Clouzot muestra las perturbaciones provocadas por este extraño hombre. Se incrusta en la vida de Mario, se vuelve en unas horas el personaje más importante de su vida. Siempre entre él y los que antes llenaban su vida: Luigi (Folco Lully), el albañil italiano con quien comparte un departamento, quien lava, cocina, cose, limpia. Linda quien había mandado hacer un vestido precioso para ir a bailar. Actitudes y diálogos hacen palpable la homosexualidad latente en las amistades masculinas.”Los tipos como nosotros no están hechos para las chicas.”

Una escena de noche en el Corsario Negro pone en claro el papel dominante que Jo quiere jugar. Luigi paga la ronda de Whisky, Jo responde con champagne. Luigi baila un ritmo tropical con Linda, Jo desenchufa el radio. Todos siguen cantando, palmeando, y golpeando el ritmo en las mesas. Jo hace saltar el corcho de la champaña. Planos cercanos a las caras donde se empieza a ver el miedo.

Cuando finalmente estalla la noticia de la explosión del pozo petrolero, los dos amigos están seleccionados para manejar uno de los camiones con la carga de nitroglicerina. Luigi irá en el otro con Bimber el alemán (Peter Van Eyck).

Magnifica secuencia la de la salida del camión en la noche, atravesando la ciudad, lentamente, pesadamente, totalmente iluminado. El monstruo esta en marcha. Cuando Linda se cuelga de la puerta para detener a Mario, éste esta literalmente dividido entre el hombre que lo domina (y que maneja) y la mujer que lo suplica. Juegos de miradas, y finalmente, la portezuela abierta con violencia para que Linda se caiga al suelo.

Y la jornada infernal empieza. Poco a poco, la cobardía del “fuerte” se hará más evidente. Y Mario tomará las iniciativas. De obstaculo en obstáculo, se tornará audaz, astuto, experto, fuerte física y moralmente, frente a un compañero que se va achicando . La relación de poder se invierte. Mario es el amo, Jo el sumiso. Jean Gabin, a quien le habían propuesto el papel, no lo aceptó por ser él de un cobarde, lo que consideraba malo para su imagen. Es cierto que es un personaje despreciable, odioso, pero Charles Vanel lo interpreta con tanta naturalidad que dan ganas de pegarle o abandonarlo a la orilla de la carretera. Porque Clouzot nos pone en la punta del asiento y, aunque sabemos el final, estamos pendientes de todo, de cada imagen, con ganas de poner manos al trabajo, de empujar, jalar, levantar el camión, de empujar al cobarde, o de plano eliminarlo.

Los obstáculos son los que Georges Arnaud había dispuesto en su novela. Menos la escala en el pueblo cuyo cura trata de desviar los camiones hacia un camino en mal estado, para que no pasen por su pueblo arriesgando una explosión. Y menos la alucinación erótica vivida por el joven conductor, exhausto, en los últimos kilómetros. Este episodio, mental más que hazaña física es substituido por la pregunta angustianda de Jo muriendo, quien quiere saber “que hay atrás de la cerca” de su niñez. La respuesta de Mario es: Nada. Símbolo del vacío después de la muerte, del vacío de sus vidas, y del fracaso final de todos, en resumen: lo absurdo de todo.

Clouzot desarrolla una escena relativamente corta del libro, el viraje sobre une plataforma, anunciando así el riesgo de caerse en el vacío, que constituirá la escena final. Agrega un episodio donde los conductores usan unas gotas de nitro por volar una roca que impide el paso. Le permite instalar un suspenso donde los hombres están entre dos peligros: la pequeña bomba que han instalado y los camiones, atrás, que podrían recibir piedras y, por consecuencia, explotar también. La solidaridad entre Marco, Luigi y Bimber, le permiten también excluir al malo, Jo : en una escena pensada para aligerar la tensión, aliviados, los tres van a orinar juntos ; Jo tiene que hacerlo por su lado. También permite acercarnos más al personaje de Luigi, el más humano de todos, a quien Clouzot le da mucho más peso que en la novela. Y, establecido claramente que Jo ya no es elemento deseable en la travesía, Mario arranca sin esperarlo y Jo tiene que correr junto al camión para que su compañero lo deje subir, en una situación paralela a la del principio. Primero, él eliminó a Linda. Ahora él es el eliminado.

Sigue un tramo en calma. Tiempo de fumarse un cigarro. Jo esta preparandolo, enrollando el tabaco en la hoja de papel…Mario acerca el encendedor…. Un ligero soplo…. El tabaco vuela…, el encendedor se apaga. Sucesión de planos cerrados. Es, talvez, uno de los momentos más impresionantes. Como, con tal economía de medios, se puede dar a entender tanto.

Las dos grandes, y largas, escenas de suspenso nos han preparado para la última, la más fuerte: el atasco del camión en el charco de petróleo provocado por la explosión . Esto no se cuenta. Hay que verlo.

El lirismo carretero de Georges Arnaud es reemplazado por un uso magistral de la imagen, encuadre y montaje. Por ejemplo, en la secuencia final, cuando Mario vuelve, solo, a la ciudad con su cheque (doble por la parte de Jo muerto) en el bolsillo. Linda ya se enteró por teléfono que esta vivo y camino de regreso. Enciende la radio, es un vals. Baila. En alternancia, Mario pone la radio en el camión. Misma musica, y baila con su camión, yendo de un lado al otro sobre la carretera. Linda, baila hasta desplomarse. Mario y el camión bailan hasta … caerse al vacío. No hay nada después de la cerca. No hay nada después de la victoria. Todo ha sido en vano.

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