Muy cerca del original de Murnau, de su ambiente expresionista, de las pinturas y de los temas del romanticismo, esta cinta austera, sombría, está totalmente diferente de la de
Coppola. Si guarda cierta semejanza con la novela de Bram Stoker, es antes que todo una obra muy de Herzog, con su actor preferido, Klaus Kinski. Transporta a Isabelle Adjani y Bruno Gantz a un mundo desolado a la vez que apasionado. Algunas escenas, casi surrealistas, podrían estar en una película de Buñuel. Una obra maestra.
La secuencia inicial es, con una música monótona y repetitiva, pero mágica e hipnotizadora, del grupo Popol Vuh, la visión de una serie de momias, colocadas por orden creciente de edad. Se trata de momias reales, las que se conservan en Guanajuato, cuerpos de muertos de cólera en 1833, cuya conservación ha sido posible por las condiciones particulares del subsuelo de la zona. Caras torcidas, horribles, que nos ponen de inmediato en una sensación de miedo y interrogación. Realidad y truco cinematográfico. Estas figuras terroríficas pertenecen a los sueños de Lucy Harker (Isabelle Adjani), aparentemente provocados por la entrada a su cuarto de un murciélago.
Después de eso, el punto de partida de la narración es el mismo que en la novela. Jonathan Harker (Bruno Gantz), esposo de Lucy, debe ir a Transilvania llevarle al Conde Drácula el contrato para su compra de una casa en la pequeña ciudad de Wimar, ciudad tranquila son sus canales y sus puentes. Pero quien lo manda es el Señor Renfield (Roland Topor) cuya risa histérica anticipa un plan malvado. Lucy, presa de siniestras premoniciones, no quiere salir a su esposo. Jonathan decide dejarla al cuidado de su amiga Mina (Martje Grohmann) y su esposo. Un largo paseo reúne a la pareja a la orilla del mar, en el viento, en silencio; se adivina como el último verdadero encuentro entre ellos, es el preludio a la muerte bajo el dominio de la cual van a pasar.
Cuando, después de un largo trayecto solitario en las montañas, Jonathan llega a un pequeño pueblo, es recibido por unos bohemios. Caras cerradas, silencio. Al decir que va al castillo del conde Drácula, todos tratan de disuadirlo. Los campesinos le cuentan sus experiencias, en su idioma; la necesidad de la traducción para Jonathan hace más lejano e incomprensible este mundo del cual le hablan.
Él retoma su viaje, caminando a lo largo de precipicios, de torrentes salvajes y de cascadas, Mientras tanto, su esposa pasa su tiempo en el cementerio a la orilla del mar del Norte.
La escena de la llegada al castillo es la misma que en la novela, o en la película de Coppola: la cena, el medallón con el retrato de Lucy, el encierro de Jonathan. Pero Herzog intercala escenas extrañas: un niño toca el violín en uno de los patios, Jonathan lo oye y lo ve desde su ventana pero nunca puede llegar a él.
Y Nosferatu prepara su viaje al mundo humano para encontrar a la hermosa joven del medallón. Viaja en barco, con ataúdes llenos de tierra, y de ratas. Y poco a poco, la tripulación muere, hasta el capitán (Jacques Dufilho) quien se ató a la barra.
Drácula es nombrado El señor de las ratas. Su llegada a la ciudad es acompañada de las ratas, únicas sobrevivientes del barco, en cantidades impresionantes. Traen la muerte a la ciudad, literalmente, ya que una epidemia se propaga y los decesos se multiplican.
Jonathan, quien ha logrado escapar del castillo donde estaba prisionero, llega enfermo, débil, como poseído. Es cuando su esposa recibe de noche la visita de Drácula,
Ahí cambia totalmente la historia en relación a las versiones más difundidas: el Dr Van Helsing (Walter Ladengast) quien es simplemente el médico de la familia, se niega a hacer cualquier cosa para salvar a su paciente. Lucy toma entonces la iniciativa. Ella ha leído sobre vampiros y sabe que se les puede vencer si una joven de corazón puro logra detenerlos hasta el canto del gallo. Decide sacrificarse.
La cinta de Herzog es una clara referencia y un homenaje a la cinta muda de Murnau
Nosferatu el vampiro (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens (Nosferatu, una sinfonía del horror – 1922). El director quiere mostrar así que existe una cultura alemana que puede identificar a su país y que procede directamente de los grandes clásicos, los grandes expresionistas, Pabst, Lang y Murnau, porque no se dio una generación intermedia, a causa de la guerra.
Así Herzog resucita la obra de Murnau, revive toda una época del cine de su país. Nosferatu estuvo dormido pero vuelve a vivir. Y la cinta hace lo que el personaje hace: un vampiro duerme en su ataúd, pero es inmortal y puede salir y reanudar su presencia.
Herzog reproduce los planos de la cinta de su predecesor, obliga a sus actores a repetir los movimientos de los actores de Murnau, tomando las expresiones de los actores de cine mudo, con ojos desorbitados, acentuados por el maquillaje y el contraste entre luz y sombras. Adjani mira hacia el más allá, o el más adentro de sus sueños, sus premoniciones, sus pesadillas.El director exigió de Kinski, actor conocido por su fuerza, sus excesos y su violencia , el control total en su interpretación : lo obligó a expresar dulzura y tristeza en su personaje.
A medida que se avanza en la película, estas características de lentitud, de suspensión de los movimientos y las expresiones se acentúan. Porque el dominio de Nosferatu se extiende, porque su presencia y influencia están cada vez más fuertes. Los personajes están aspirados por la atmosfera que circunda al vampiro. No solo ellos, toda la ciudad. Toda la realidad de la pequeña población esta transformada por la presencia de Nosferatu entre sus muros.
La película trata de eso, de la contaminación de un mundo por otro. Al entrar al mundo de Drácula, Jonathan abrió una puerta, que Drácula usó para salir. Al viaje de ida del joven humano corresponde el viaje de vuelta del vampiro. El paso por la montaña es la entrada al otro mundo, acompañado por el preludio del Rheingold de Wagner, otra figura clave para la identidad alemana, que surge cuando Jonathan contempla el paisaje montañoso al momento del crepúsculo, paso entre día y noche. Se parece al Caminante ante un mar de niebla de Caspar David Friedrich, otro icono de la cultura alemana.Esta música de Wagner, así como la misa de Gounod vuelven repetidamente en la cinta para significar el progreso del mundo de las sombras en el mundo de los humanos.
El final es también diferente a lo conocido: Drácula ha sido eliminado por Lucy pero Jonathan es ahora su discípulo y va a continuar su misión: traer la muerte a los humanos, una muerte que es cambio y posibilidad de renacer. Como los habitantes de la ciudad que se encuentra Lucy en la madrugada, comiendo y bebiendo en la plaza central de la ciudad, con sus hermosos ropajes, riendo y cantado en un festín digno de Brueghel, en medio de las ratas, los cadáveres, cerca de los braseros donde arden las ropas contaminadas. Es la fiesta de los casi muertos, que quieren disfrutar hasta el final.
Un ambiente hipnótico. Una magnifica tragedia. Una película de culto.