Un matrimonio se pierde en la ideología del esposo que no supo encontrar su lugar. Con las interpretaciones remarcables de jean Louis Trintignant y Romy Schneider. En tiempos difíciles políticamente en Francia.
Fiche IMDb
Clément Lesser (Jean-Louis Trintignant) es hijo de un rico industrial. Bajo la estricta vigilancia de su padre, trabaja en la administración de la empresa, con las dificultades que supone lidiar con los sindicatos. Su esposa Anne (Romy Schneider), discretamente hermosa, lleva la vida de las tradicionales esposas ricas.
Pero Clément tiene una vida secreta: pertenece a una pequeña célula de extrema derecha, dirigida por Serge (Pierre Asso) quien entrena a sus hombres en el manejo de las armas. Un día, Serge le pide a Clément que lo acompañe en una misión especial: asesinar a un diputado de izquierda, Terrasse (Maurice Garrel) Es la primera vez para Clément y vive como un honor lo que considera como una marca de confianza y una prueba de su valor. Al disparar, cierra los ojos, asustado y compenetrado.
Después del atentado, Clément debe esconderse se lleva a Anne a la casa de un amigo de escuela, Paul (Henri Serre). La casa es aislada en el bosque. Paul tiene una pequeña imprenta, unos empleados y una sirvienta muda, Cécile (Diane Lepvrier). Aunque Paul sea pacifista, acepta recibir a la pareja.
Pero Clément no tarda en enterarse que su víctima no tiene ni un rasguño. Y entiende que todo fue trampa de Serge, quien quería deshacerse de él. Para vengarse, Clément decide seguirlo hasta Argentina donde se fue a esconder. Para eso, deja a Anne bajo la protección de Paul.
Meses pasan, Anne ha encontrado con Paul atención, paciencia, paz. Cuando Clément vuelve, la amenaza contra la nueva pareja se vuelve tangible. Paul es, ahora claramente, una máquina de odio y orgullo.
Todo acabará por un duelo en la isla, donde el pacifista tendrá que traicionarse a sí mismo al usar un arma.
En blanco y negro, en tomas frías, calculadas, la imagen transmite el hermetismo de los personajes. Las paredes, los árboles, el yeso o la madera, la textura de una tela, hacen palpar la angustia o la felicidad. En oposición, guantes negros y Luger, símbolos del régimen nazi, quien funciona como referencia ideológica para los movimientos de extrema derecha, inquietan.
Julien es disciplinado, por educación familiar. Pero la frustración de hijo dominado por su padre lo lleva a la rebelión. Sin embargo, el molde autoritario en el cual ha creciendo no puede llevarlo a otra parte que una organización que pide obediencia ciega, a nombre de principios de grandeza y rigor.
El miedo al enemigo interior, a la descomposición, a la dejadez que podría venir de esos independentistas, comunistas, no católicos, no blancos. En Francia, es el momento de la creación de la OAS, en contra de la independencia de Argel. La grandeza de Francia, de sus colonias, obliga a deshacerse de los hombres sin moralidad de la izquierda.
La primera parte de la cinta, en Paris, está bajo el tema de la política, la segunda en el campo, deja su libertad a los sentimientos.
Trintignant, frio, con esta voz que siempre ha sido fuera de tono, interpreta magníficamente un Clement gélido, tieso, e impredecible. Porque, en el fondo, es un apasionado. Porque es celoso, exigente y autoritario. Mientras Paul es un real demócrata, abierto, capaz de escuchar, de tomarse su tiempo con los demás.
En medio, Romy Schneider encuentra un de sus mejores papel, él de una mujer herida, sacrificada a los deseos de su esposo. En Paul encuentra a alguien que se parece a ella, porque también tiene que hacer el duelo de algo perdido, su personalidad de actriz, mientras él no puede sobrellevar la muerte de su esposa.
De vuelta, Clément pide una junta del grupo, ahora reducido de doce a tres, para juzgar a Serge en ausencia y sentenciarlo a muerte, sentencia que Clément ejecutará. Como en el primer crimen, se trata, en su mente, de un asesinato político, no de una venganza personal. Pide reparación a su amigo, en un duelo en la isla, como se hacía en la nobleza, siguiendo códigos de honor tradicionalistas. Clément no vive en la realidad, es de otros tiempos. O, más bien, usa códigos de otros tiempos, formalismos ideológicos, para satisfacer sus deseos pasionales.
Sin música, pero con juegos de luz triste sobre la cara de Romy Schneider, con acercamientos a manos amorosas, con pequeños detalles que transmiten ternura, la cinta establece claramente la oposición entre un mundo rígido de ideas, y un mundo lleno de humanidad.
En la isla del final se resuelve una oposición sentimental, pero también política: extrema derecha contra humanismo de izquierda.
Clément es el soldado fiel del grupo de derecha, abandonado por sus jefes, a quien no le quedó más que la ira interior que lo había precipitado a sus brazos. Cambia el traje negro del hijo de familia para el impermeable: el “samurái” (Melville – 1967) no está lejos.
En esta cinta, su primera como realizador, Alain Cavalier recibió el apoyo financiero de Louis Malle que produjo y de la pluma de Jean Paul Rappeneau quien escribió los diálogos.
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