Muy decepcionante entrega de las ultimas aventuras del espía preferido de Su majestad, y del espectador. Sin duda la menos interesante de las participaciones de Daniel Craig, y una insípida película de acción. Después de la primera secuencia, todos los personajes parecen aburrirse, salvo el malo quien trata de elevar un poco el nivel, sin lograrlo. Tal vez Skyfall nos había abierto a expectativas demasiado altas.
Ficha IMDb
La muerte de M (Judi Dench) trae consecuencias. El nuevo M, Gareth Mallory, Ralph Fiennes) se ve amenazado, y con él toda la agencia de los 00, por una restructuración de los servicios secretos británicos. Max Denbigh (Andrew Scott, Moriarty en la serie Sherlock de la BBC), jefe del centro de Seguridad nacional, encabeza una reorganización de las actividades. Desde un magnífico edificio de vidrio y acero en el centro de Londres, reina como gallito arrogante. Está a la cabeza de un ambicioso programa de observación internacional Nueve Ojos, que dará a todos los países miembros el acceso a toda la información de vigilancia recabada en cada uno. Un gigante Big Brother, que pretende agilizar la lucha contra actividades ilícitas, terrorismo y demás, pero se puede volver muy peligroso si cae en manos malvadas. Ahí reside el fondo dela trama de Spectre.
Como en cada episodio de las aventuras bondescas, 007 se ve primero apartado. Está amenazado como en todas las historias pero también castigado por una intervención extra oficial, en México, a solicitud póstuma de M, buscar a Marco Sciarra (Alessandro Cremona).
Bond viaja en secreto a Roma para asistir al funeral de Sciarra, lo que le permite una noche interesante con la hermosa viuda, Lucia (Monica Bellucci), de quien obtiene información sobre la próxima junta del grupo al cual pertenecía su esposo: Spectre. Ahí conoce al jefe supremo, hombre misterioso y algo irónico.
Persecución automovilística en las calles de Roma.
De ahí vuela a las montañas austriacas para encontrarse con White (Jesper Christensen), antiguo miembro de Quantum, brazo secundario de Spectre, El hombre se está muriendo por envenenamiento por Talio, pero antes de suicidarse, acepta decirle a Bond donde se encuentra su hija Madeleine Swann( Léa Seydoux ) quien lo puede llevar a L’Américain ,que le puede dar información vital para su investigación.
Teleférico, avioneta, persecución.
En Tanger, L’américain es un hotel, donde White tenía un cuarto secreto con toda la información necesaria sobre Spectre , nombres, mapas, coordenadas, videos….
Viaje en tren de lujo, cena glamorosa estilo Hitchcock, con smocking et vestido de satén.
Y por fin, Bond se encuentra frente a frente con el malvado de la junta en Roma: el jefe supremo de Spectre es Franz Oberhauser (Christoph Waltz) .Y sobre todo es el hijo celoso del hombre que cuidó al chico Bond cuando sus padres murieron.Veinte años antes, fingió su muerte y se cambió el nombre a Ernst Stavro Blofeld .
Escena de tortura tipo dentista. Revelaciones sobre Spectre y su plano de vigilancia mundial. Escape. Explosión. Regreso a Londres. Secuestro de Swann por Blofeld. Persecución en las calles de Londres. Amenaza de bomba…..
Al final, Bond se escapa con la chica, en el Aston Martin.
En resumen, aventuras idénticas a las de siempre, con el apoyo discreto y eficiente de Q (Ben Whishaw) y sus inventos y de Moneypenny (Naomie Harris), con algunos cambios, aparte de la edad: salen de sus respectivas oficinas y viven algo de acción.
La cinta funciona sobre todo sobre los recuerdos. Se ven mencionadas piezas del rompecabezas construido a lo largo de una decena de cintas : un gato blanco, una fortaleza en el desierto, un Aston Martin, equipado con asiento eyectable y misiles, un reloj-bomba, hotel de lujo en montañas nevadas , fotos de los malos de las películas anteriores, subalternos del malo grande, Blofeld.
Pero la acción no ofrece sorpresas. La secuencia más entretenida es ciertamente la primera, filmada en el Centro histórico de la Ciudad de México, con acercamientos a enormes muñecos en forma de esqueletos, en un desfile que es más de Carnaval en Nueva Orleans que de Día de Muertos mexicano, como lo pretende la película. Pero está muy bien filmada, tiene ritmo, suspenso,y el Zócalo de la ciudad está muy bien aprovechado en la vertiginosa escena de pelea en helicóptero.
Después de lo que prometía un ritmo acelerado y tomas espectaculares, todo decae. Hasta los personajes parecen aburrirse. No se aprovecha la presencia soberbia, sensual y distinguida de Monica Bellucci, que funciona como pura diversión de una noche. La relación entre Madeleine Swann y Bond no tiene mucho sentido, y sobre todo muy poco química. Solo sirve para una hermosa fotografía retro de “madone des sleepings” estilo Hitchcock.
Algunas escenas son hasta absurdas: ¿Cómo logra Blofeld escapar de la explosión de su cuartel general, llegar a Londres, instalar toda una red de explosivos en el viejo edifico de las oficinas 00? Y sobre todo, ¿porque darse tanto trabajo para hacer volar todo un edifico en desuso?
Si Spectre guarda un parecido con Skyfall, es en el motivo del malo por eliminar a Bond: celos. Silva (Javier Bardem) quería a M, figura materna, para sí solo. Oberthauser quiere vengarse de la preferencia que su padre manifestó hacia Bond niño.
De ahí fuera, nada que ver. La belleza de las imágenes de la película anterior, la intensidad del personaje, sumido en la debilidad y la decadencia, reviviendo poco a poco como fénix, su viaje hacia el pasado con su reencuentro con la casa y la historia familiar, hicieron de Skyfall una película excepcional en la saga de Bond. El dolor causado por la muerte de M le dio al agente, tradicionalmente superficial, una dimensión humana que nunca se había logrado. Hasta el malo, interpretado por Bardem, tenía una fuerza y un encanto perverso que lo volvían fascinante, lo que no logra Christopher Walz, a pesar del inmenso talento que le conocemos.
Aquí, nada de eso. Mendes vuelve a las cintas de antes, sin pretensiones, al Bond de Sean Connery, con sus tramas sencillas, sus tres o cauto escenas aceleradas, y unas cuantas chicas bonitas.
Uno sale del cine con la vaga idea de que perdió su tiempo. Si Bond no tiene la profundidad de la película anterior, ni siquiera tiene la elegancia de Connery, o Brosnan, o Moore. Sus trajecitos demasiados angostos lo hacen ver ridículo. ¡No esta guapo pero podrían vestirlo mejor!
Un detalle interesante: la toma final no es, como es tradicional, un acercamiento de Bond a la chica en turno, sino una abertura a un plano general a una calle londinenses, poniendo en primer plano un poste con una cámara de vigilancia. Spectre es real y nos vigila.
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