Probablemente una de las grandes películas de la historia del cine, y una de las más importantes en la historia del cine político. Una denuncia del abuso del poder, y del poder como abusivo en esencia. Encarnado por un Gian-Maria Volonte impresionante. Y con una partitura de culto de Ennio Morricone. Una cinta imprescindible.
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El tiempo y el lugar en los cuales se desarrolla la trama, y en los cuales se filmó la película son ciertamente importantes. En los años 70, Italia atraviesa una profunda crisis política, con el nacimiento de movimientos revolucionarios armados, como las Brigadas Rojas (creadas precisamente en 1970), conocidas por el secuestro y asesinato del jefe del partido demócrata cristiano Aldo Moro en 1978. Esta crisis tuvo su origen en la “estrategia de la tensión” llevada a cabo por los servicios secretos para impedir la llegada al poder del Partido Comunista. Estos años son llamados “los años de bronce”.
Como lo indica el titulo, muy largo como estaba de moda en esos años, la película tiene la forma de una investigación policiaca. Pero sabemos desde el principio quien es el culpable, ya que asistimos al crimen, y a la colocación de los indicios, y hasta de los testigos. Todo esta preparado para que encuentren al criminal. Y el mismo hace la llamada a la policía para avisar del hecho.
Es un día clave en la vida del personaje: mata a su amante, la bella Augusta Terzi, y es promovido de jefe de la brigada criminal a director de la sección política. Nunca conocemos su nombre, lo que le da una dimensión simbólica El asesinato le sirve para un doble propósito: por un lado, poner a prueba su posición de poder; y, por otro lado, compensar los complejos puestos en evidencia por la amante. Además, ésta lo engaña con un hombre mas joven e izquierdista, colmo de los males. Así que es también un crimen de pasión.
La señora no era ninguna pera en dulce. Los flash-backs nos dan a entender que ella provocó al jefe de la sección criminal por con sus llamadas telefónicas, y no sabemos bien cuando empezó realmente la relación. Pero Petri insiste en el contenido de esta relación: en juegos sadomasoquistas , los amantes volvían a crear los casos investigados por el policía. La vida profesional les servia a nutrir y sazonar las relaciones amorosas. Obviamente, elle era la victima, o la sospechosa . Y él la dominaba. Pero ella no dejaba de repetirle que se comportaba como un niño. Así que su posición aparente de poder no impedía una sensación interna de impotencia e inferioridad.
Sin embargo, en la vida profesional, nuestro hombre domina a todos. A pesar de no ser tan alto, ve a todos, subordinados, técnicos, periodistas, desde arriba. Y es el gran talento de la interpretación de Gian-Maria Volonte (que ya habíamos visto , unos diez años antes, en “Por un puñado de dólares” y “Por algunos dólares más” La forma de caminar, de abotonar el traje, de ver a los demás hace que los aplasta a todos (ver la escena en al calle con el pobre paseante al que convence de comprar las corbatas, y el encuentro posterior en las oficinas)
La realización de Elio Petri acentúa esta dominación: planos muy cerrados sobre las caras, a la mirada de las cuales no se puede escapar. El abuso del poder es particularmente claro en dos escenas claves: el discurso de toma de posesión es una pieza maestra: el uso de las palabras, del ritmo, de la respiración, de las entonaciones, los cambios de volumen , el manejo de los dedos, los ojos que se abren, se cierran, se fruncen “La represión es civismo”. Es Hitler, es Mussolini, y algunos otros especialistas en formulas lapidarias.
Otra escena impresionante es una escena onírica, aunque a primera vista la podemos tomar por real: los jefes van a visitar al asesino ya confeso a su domicilio, con trajes, anteojos y coches oscuros. El trata de probar que él es el asesino, y ellos le destruyen todos sus argumentos, haciendo en sentido contrario el camino que él hizo al principio al colocar los indicios: el quiere ser reconocido como culpable. Ellos no lo dejan. Y la visión que nos da Petri es la de una familia de la Mafia.
Petri muestra también todos los medios a la disposición del poder: métodos de investigación y de observación, escuchas telefónicas ( con estadísticas detalladas sobre las acciones del poder, y las de la oposición, como en un recuento de operaciones bélicas), métodos de interrogatorios. Todos los métodos policíacos.
Pero, como lo reza la cita de Kafka al final: “Sin importar la impresión que nos da, él es un servidor de la ley, él pertenece a la ley, y escapa al juicio de los humanos”. No es un ser humano como los demás. La ley le da su fuerza.
Como lo indica el titulo, muy largo como estaba de moda en esos años, la película tiene la forma de una investigación policiaca. Pero sabemos desde el principio quien es el culpable, ya que asistimos al crimen, y a la colocación de los indicios, y hasta de los testigos. Todo esta preparado para que encuentren al criminal. Y el mismo hace la llamada a la policía para avisar del hecho.
Es un día clave en la vida del personaje: mata a su amante, la bella Augusta Terzi, y es promovido de jefe de la brigada criminal a director de la sección política. Nunca conocemos su nombre, lo que le da una dimensión simbólica El asesinato le sirve para un doble propósito: por un lado, poner a prueba su posición de poder; y, por otro lado, compensar los complejos puestos en evidencia por la amante. Además, ésta lo engaña con un hombre mas joven e izquierdista, colmo de los males. Así que es también un crimen de pasión.
La señora no era ninguna pera en dulce. Los flash-backs nos dan a entender que ella provocó al jefe de la sección criminal por con sus llamadas telefónicas, y no sabemos bien cuando empezó realmente la relación. Pero Petri insiste en el contenido de esta relación: en juegos sadomasoquistas , los amantes volvían a crear los casos investigados por el policía. La vida profesional les servia a nutrir y sazonar las relaciones amorosas. Obviamente, elle era la victima, o la sospechosa . Y él la dominaba. Pero ella no dejaba de repetirle que se comportaba como un niño. Así que su posición aparente de poder no impedía una sensación interna de impotencia e inferioridad.
Sin embargo, en la vida profesional, nuestro hombre domina a todos. A pesar de no ser tan alto, ve a todos, subordinados, técnicos, periodistas, desde arriba. Y es el gran talento de la interpretación de Gian-Maria Volonte (que ya habíamos visto , unos diez años antes, en “Por un puñado de dólares” y “Por algunos dólares más” La forma de caminar, de abotonar el traje, de ver a los demás hace que los aplasta a todos (ver la escena en al calle con el pobre paseante al que convence de comprar las corbatas, y el encuentro posterior en las oficinas)
La realización de Elio Petri acentúa esta dominación: planos muy cerrados sobre las caras, a la mirada de las cuales no se puede escapar. El abuso del poder es particularmente claro en dos escenas claves: el discurso de toma de posesión es una pieza maestra: el uso de las palabras, del ritmo, de la respiración, de las entonaciones, los cambios de volumen , el manejo de los dedos, los ojos que se abren, se cierran, se fruncen “La represión es civismo”. Es Hitler, es Mussolini, y algunos otros especialistas en formulas lapidarias.
Otra escena impresionante es una escena onírica, aunque a primera vista la podemos tomar por real: los jefes van a visitar al asesino ya confeso a su domicilio, con trajes, anteojos y coches oscuros. El trata de probar que él es el asesino, y ellos le destruyen todos sus argumentos, haciendo en sentido contrario el camino que él hizo al principio al colocar los indicios: el quiere ser reconocido como culpable. Ellos no lo dejan. Y la visión que nos da Petri es la de una familia de la Mafia.
Petri muestra también todos los medios a la disposición del poder: métodos de investigación y de observación, escuchas telefónicas ( con estadísticas detalladas sobre las acciones del poder, y las de la oposición, como en un recuento de operaciones bélicas), métodos de interrogatorios. Todos los métodos policíacos.
Pero, como lo reza la cita de Kafka al final: “Sin importar la impresión que nos da, él es un servidor de la ley, él pertenece a la ley, y escapa al juicio de los humanos”. No es un ser humano como los demás. La ley le da su fuerza.
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