Linda película, muy bien hecha sobre la vida de uno de los más grandes científicos de nuestro tiempo y seguramente un ser humano excepcional. Pero no deja de ser una cinta muy convencional. La salvan unas muy buenas interpretaciones, en particular la de Eddie Redmayne.
Ficha IMDb
Todo empieza en la felicidad intelectual de Oxford en los años sesenta. Stephen Hawkins ( Eddie Redmayne) es un joven genio de la física. Pero también es buen amigo y participa en competiciones de remo, aunque sea de timonel. Se enamora de Jane Wilde (Felicity Jones) quien estudia letras. Ella esta fascinada y, cuando el joven es diagnosticado con la enfermedad de Lou Gehrig, una afección degenerativa de tipo neuromuscular, y condenado a morir en dos años, ella se obstina en la relación.
La película es simple y sencillamente el relato de la vida personal de Stephen Hawking. Como está basada en la autobiografía de Jane, era de esperarse que ella ocupara tanto tiempo de película. Se le ve todo el tiempo y se cuenta todo desde su punto de vista: el paso de los años, la agravación de la enfermedad, la organización material progresiva, el crecimiento de la familia, las amistades, las injerencias de la familia de él, en particular el padre (Guy Oliver-Watts). Se insiste, y es muy entendible, sobre el cansancio que va invadiendo a Jane, y la tentación del amor ilícito con Brian (Harry Lloyd). Sin rencor aparente, introduce lo que será la vida de Hawking después de Jane, con su secunda mujer, Diana King (Alice Orr-Ewing).
En forma muy incidental se mencionan las investigaciones del científico, sus hipótesis sobre el principio de la vida, sobre la formaciones el universidad, y la redacción de su libro "Breve historia del tiempo". Es cierto que sería difícil vulgarizar teorías de física muy avanzada, pero la película se deja mucho llevar a la biografía fácil, hecha de una serie de eventos y detalles puntuales.
Sin embargo hay que reconocerle el mérito de ser muy cuidada, con una hermosa fotografía (Benoît Delhomme), un trabajo sobre la luz y los colores, que evolucionan conforme pasan los momentos de la vida.
Pero sobre todo, las interpretaciones de Felicity Jones y Eddie Redmayne llaman la atención. De ella emana un calor humano, una luz de atención a su esposo, incansable, casi abnegada y muchas veces desesperada,
Los personajes secundarios como el profesor Penrose (Christian McKay) y Brian, el maestro de música, ocasional amante y próximo esposo de Jane, son muy honorables. Todos dan una visión de los seres humanos como fundamente buenos, respetuosos y motivadores. Será la visión de Jane, o su forma de dar una buena imagen de sí misma como alguien que ve el bien en cada uno, hasta en la que le robo a su esposo.
Lo asombroso es la interpretación de Eddie Redmayne. Desde el principio, cuando Hawking tiene unos veinte años, deja percibir un algo ligeramente extraño en la sonrisa, en los movimientos de las manos, en el andar. Poco a poco esta extrañeza se intensifica y el control del actor sobre cada milímetro de su cuerpo para recrear el descontrol de Hawking sobre sus músculos es impresionante. Paso a paso se va conformando la imagen que conocemos de Hawking, acurrucado en su silla de ruedas, con su computadora, la voz artificial, la cabeza casi atorada bajo el hombro derecho, este cuerpo chueco que aprisiona a una mente irreductible. ¡Y la profundidad de esos ojos! La malicia en ellos hace que uno, en lugar de tenerle lastima, sienta unas ganas inmensas de ser como él.
A Óscar le encanta este tipo de personajes de trayectoria excepcional, de valor y de lección de vida, que, además, requieren de un gran talento actoral. Así que podemos apostar por el Óscar a la mejor interpretación masculina.
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