Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Tuesday, July 5, 2016

Passage à l'acte (Francis Girod, 1996) – 8.5/10

Construida como una historia de Boileau-Narcejac, la cinta sigue al personaje principal en su descubrimiento de un cliente extraño, que lo llevará a ejecutar un acto inesperado, pero revelador de su verdadera personalidad. Un suspenso angustiante, basado sólo sobre la psicología de los participantes.

Ficha IMDb

El Dr Antoine Rivière (Daniel Auteuil) pertenece al mundo muy selecto de los psicoanalistas parisinos. Es divorciado de una psicoanalista, Florence (Michèle Laroque)  quien se quedó con la custodia del niño. Sus amigos son psicoanalistas. Vive en un magnifico hôtel particulier, y maneja un Mercedes. Acaba de publicar un libro: “Lo que Freud no nos dijo”, que promete ser un éxito, lleva una relación muy física con su editora y presta una atención distraída a sus pacientes. 

Todo eso puede parecer una vida perfecta pero se producen unos bemoles: el banco no está muy satisfecho con los atrasos, que ya llevan meses, en el pago del préstamo para la casa. Rivière atiende con prepotencia los reclamos del ejecutivo, así como se niega a escuchar los consejos de sus amigos, colegas o ex esposa. 

Cuando murió el maestro y tutor de Rivière, aceptó recibir a su consulta Edouard Berg (Patrick Timsit), quien se unió a su lista de pacientes en particular Isabelle (Anne Parrillaud) y el Señor Davenne (Marc Chouppart).

Isabelle, demasiado cercana a su padre, está a punto de casarse, pero no logra convencerse de su propia decisión: su futuro esposo es muy rico, pero al mismo tiempo parece poco entusiasta, e Isabelle no siente ninguna atracción física hacia él, al mismo tiempo que lo utiliza como un medio para acabar con la insana relación paternal. Es joven, coqueta, y su actitud en el sofá psicoanalítico, así como sus palabras, no dejan dudas sobre la fuerza de la transferencia hacia su terapeuta.

EL Sr Davenne, en cambio, es un pobre maestro de latín, enfundado en una gabardina beige, aplastado por la figura materna, y convencido del desprecio de sus alumnos. Esta listo para suicidarse en cualquier momento. 

Pero Berg, él es otro cosa .Parece muy decidido. Después de unas cuantas sesiones, le suelta al doctor el fondo del asunto: su esposa está muerta, y él lo sabe muy bien porque él mismo la mató. 
¿Mitómano o asesino? Berg siembra pistas para convencer de la realidad de sus palabras. Frente a la renuencia de Rivière, no duda en hacerlas más convincentes y en usar de los parientes y prójimos del doctor: ex esposa, hijo, amigos. Los observa, se acerca demasiado. Además su físico transmite algo perverso: es impecablemente vestido, habla articulando demasiado sus oraciones, su cara redonda y su cabeza calva producen la sensación de algo resbaladizo. 

Poco a poco, el Dr Rivière será llevado a explorar las pistas, atar cabos, hasta actuar (el paso al acto del título) para, según él, solucionar el problema y deshacerse de su verdugo. Pero este le había preparado una trampa, una venganza montada con maestría desde muchos años. Para revelar al que se creía superior a todos, que era en realidad mucho menos cuerdo , y sobre todo menos ético, que sus pacientes.

El suspenso esta sumamente bien construido, el talento de Auteuil, su cara desigual , su elegancia casual, enseñan muy bien esta confianza en sí de los que creen que su acceso a las mentes ajenas les da el derecho a sentirse superiores, que el dinero excesivo de sus consultas les proporciona un sello de calidad, y, porque no, de honestidad. Que se permiten despedir un paciente al cabo de unos minutos de terapia, pensar en otra cosa mientras sufren en el sofá, y cobrar como si nada. 

Pero sobre todo, Patrick Timsit lleva el miedo y el malestar en cada expresión de su cara, en sus manos jugando con una cadena cuando cuenta las etapas de su crimen, en su traje impecable y su portafolio. Domina a todos y los usa en un plan maquiavélico para disponer las pistas, las evidencias y las armas, mientras edifica estados de ánimo que reducen a todos al papel de simples marionetas. 

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