¿Cómo el valle de la muerte, con su calor y su sol
inhumanos, puede volverse un valle de amor? ¿Cómo dos Serrano que no se han
visto entre años pueden convivir durante cinco días? Simplemente porque alguien se lo pidió. Una
película lenta, sencilla, sobre cómo la gente normal lidia con la muerte de un
hijo.
Ficha IMDb
Cerca del Valle
de la Muerte en California, en un gran motel al estilo muy norte americano, con
piscina, pastos inmensos, y hasta su propio súper, una mujer espera. Va de la alberca
al café, al restaurante, a su cuarto. Finalmente, llega un hombre, enorme. Poco
a poco, entenderemos que cada uno de ellos recibió una carta de su hijo común, Michael
quién se suicidio seis meses antes en San Francisco, dándole cita en noviembre en
los cañones del Valle de la Muerte. Recibieron mapa, itinerarios, horarios,
para cada uno de los días de la semana, con la promesa de que él los encontrará.
Cada uno de los
padres rehízo su vida después de su divorcio. Él tal vez en Estados Unidos. Es un actor conocido y volvió con su
compañera de antes de su matrimonio con ella. Ella tiene una familia en Francia
con la cual se la pasa hablando, o tratando, porque las conexiones son casi
siempre malas. Está aparentemente más interesada por lo que pasa con esa familia
que con lo que podría ocurrir en esa
estancia obligada.
Sin embargo
tiene períodos intensos de preguntas hacia su ex esposo, sobre su hijo, lo que hacía,
donde vivía, los motivos del suicidio.
Cada día van
al lugar designado, a la hora designada, y hacen el paseo indicado, a pesar de
un calor insoportable.
Y cada uno
tendrá su encuentro con el hijo, con el alma del hijo. Un encuentro que les
dejará una huella física, tangible.
En medio de
paisajes magníficos, impresionantes por sus colores y sus dimensiones, bajo un
sol deslumbrante, con un calor de infierno, los dos padres esperan, pacientes,
que se manifieste su hijo. A veces pasa un coche, a veces pasa un
excursionista. Ningún animal parece sobrevivir en tanto calor. Con ellos
esperamos, pasando por las mismas dudas. Es una espera sin esperanza. Sin
embargo no pueden dejar de esperar[ . Y no pueden dejar de estar juntos
para esperar. Él quiere irse antes porque tiene una cita con un oncólogo y
ella trata de convencerlo de quedarse como por superstición, como si la promesa
del hijo no pudiera cumplirse si los dos padres no están juntos, lejos de sus
vidas, para dedicarse a él, solo a él.
Si no hablan
mucho, de sus nuevas vidas, de su vida de antes, de su vida con su hijo, si no
hay en realidad un acercamiento voluntario y cincuentenario, se da sin embargo
algo como una necesidad de estar cerca, como un apoyo mutuo, que se manifiesta
embellecer cuidado a una herida, el compartir el cuarto después de un susto
nocturno, el preparar un tentempié para los dos, preocuparse si el otro tiene
agua.
En realidad,
no se aman, tal vez nunca se amaron. No está muy interesados el uno por el
otro. Están juntos aquí y ahora por obligación. De todos modos, no supieron
amar a su hijo. Pero ahora, tal vez porque se van acercando a la vejez, tratan de
recuperar algo. La película deja mucho en suspenso, calla mucho. Tal vez simplemente
porque así es la vida. No se dice todo, no se explica todo.
El final
resuelve las dos preguntas implícitas: ¿hubo realmente una manifestación del
hijo? ¿Hubo un acercamiento entre los
padres?, cuyo nombre por cierto supimos muy tarde en l historia. Probablemente
porque no tiene ninguna importancia. Porque se llaman Gérard y Isabelle, como
los actores. Que por ciertos aparecen solamente como “Huppert” y “Depardieu” en
el afiche y en los créditos.
Con
locaciones filmadas al estilo roadmovie
gringa, con carreteras que se pierden en el infinito, cuartos de motel y salas de
restaurantes vacías, la cinta hace tangible la soledad de los personajes, el
azar que lo juntó, la insignificancia. Eso ayudado por la interpretación de los
actores, que parecen casi ausentes a su historia, improvisando sus papeles como
los personajes improvisan en esta extraña situación que no entienden.
Esperan como
se espera a Godot, con aburrimiento y arranques de esperanza, con dudas y arrepentimiento
sobre su vida.
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