Es intrigante, por decir lo menos, ver a Jackie Chan en una película no de kung-fu. Sorprendentemente su trabajo actoral no es tan limitado como el de otras estrellas de acción, como Jet Li por ejemplo. Esta cinta ultra nacionalista funciona como educación y entretenimiento, y aunque un poco insípida es interesante.
La ficha IMDB.
Después de casi 300 años de reinado de la dinastía Qing, varios grupos en China decidieron que era tiempo de un cambio. El movimiento que finalmente fue exitoso fue aquel organizado por Sun Yat-Sen (Winston Chao), con el apoyo de, entre otros, Huang Xing (Jackie Chan) – primer comandante de la Republica de China. Después de cruentas batallas en el campo y en la política y de un doloroso pacto con el tiránico Yuan Shikai (Chun Sun), el Tongmenghui, el grupo de Sun Yat-Sen logró deponer a la dinastía Qing y fundar una republica. El primer pasó en la formación de la China que conocemos hoy.
1911 es un drama histórico que por momentos se siente mucho más interesado en demostrar su relevancia histórica que en contar una historia interesante. Más de un evento que hubiese sido interesante ver hecho realidad gracias a la magia del cine es presentado como un breve texto en la pantalla. En contraste, eventos que no parecen ser tan relevantes (al menos desde una perspectiva exterior) son presentados con bastante detalle. Es difícil no ver en esto algo de la famosísima doctrina educativa que el gobierno chino impone en las producciones del país.
Otro elemento que apunta en esta dirección es el excesivo dramatismo y exagerada exaltación de los héroes que sacrificaron su vida por el bienestar del pueblo Chino. Es importante decir que es imposible hacerle justicia en cualquier forma narrativa al acto de dejarlo todo por un ideal. Acto que nuestras sociedades conocen en carne propia cada vez menos. Pero demasiadas cámaras lentas y montajes de jóvenes corriendo en la playa editadas junto con escenas de los mismos jóvenes muriendo por su patria, y de pronto como que todo pierde validez.
Desde una perspectiva meramente cinematográfica, 1911 no es impresionante e inclusive tiene problemas estructurales. La secuencia inicial nunca encuentra eco en la narrativa principal. Los cambios de ritmo, aunados a los cortes con texto para avanzar la historia, hacen que sea muy difícil sumergirse por completo en lo que está sucediendo.
Las actuaciones y la dirección de fotografía no son demasiado malas, pero definitivamente no logran llevar a 1911 a la altura de la tradición cinematográfica China (Yimou, Hark, Lee).
Para aquellos mas clavados con el cine, quizá lo más interesante seria ver la historia narrada en la clásica The Last Emperor (Bertolucci, 1987) desde la otra perspectiva.
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