Sobre un tema un poco extraño, la incapacidad de un príncipe para hablar en publico, The king’s speech logra captivar gracias a un juego de actores impecable.
Ficha IMDb
Colin Firth hace maravilla en esta papel de príncipe tieso acompañado por su esposa, en un juego de equilibrio entre la necesidad de ayuda, con la inferioridad que esto conlleva, y una postura natural aristócrata, o sea de superioridad. Príncipes antes que todo. O sea, por la voluntad de Dios, encima del resto de los mortales y de sus insignificantes problemas. En ningún momento lo olvidan. Por otra parte, su educación les ha amaestrado para el self control, nunca dejarse llevar o quejarse.
Referente a este tema, la película se deja caer en una explicación demasiado simplista: la elocución del príncipe Albert, futuro George VI, esta bloqueada a causa de la maldad de dos cómplices : el príncipe heredero , su hermano mayor quien, ayudado por la nana de los dos, le hizo la vida de cuadritos. Impedido para decir lo que le pasaba por el peso conjugado del hermano, la nana, los padres ausentes o distantes, la educación demasiado estricta, la joven victima inmovilizó sus cuerdas vocales. Un poco fácil. Y además rápidao . Como si un príncipe tan bien educado, tan reservado, fuera a hacerle confidencias a un plebeyo ,alguien de quien paga los servicios de maestro. Un inferior. Un hombre de baja condición.. Un hombre que ha visto su debilidad. Podíamos prescindir de esta psicología barata y de este momento de pathos, destinado a sacarle lágrimas al publico conmovido por las desgracias del pobre niño rico.
Queda que la observación del comportamiento de los príncipes, él y ella (Sarah Bonham Carter) es excelente, manteniendo perfectamente la distancia con la plebe, al mismo tiempo que dejan ver su deseo de parecer amables, pero sin dejar pensar que se están rebajando. De la misma forma, el príncipe de Galles, después Rey Edward VIII , superficial, mundano, y preocupado más por las fiestas y sus riquezas, y su vida amorosa que por el destino del gobierno y del país. esta interpretado con mucha fineza por Guy Pierce..
Frente a ellos, el profesor Lionel Logue (Geoffrey Rush) no tiene para nada ganas de ser respetuoso, pero sabe perfectamente que no logrará nada si no aparenta serlo. Sabiendo también que no obtendrá ningún resultado si no mantiene su autoridad y su superioridad sobre su alumno. Todo esto lleva a un continuo juego de poder, de gato y ratón, en el cual cada uno es al mismo tiempo dominado y dominador.
No nos olvidemos de los momentos cómicos. payasadas, contorsiones, insultos y groserías que se practican con gozo al mismo tiempo que con elegancia. British antes que todo. Uno se ablanda al mismo tiempo que se queda tieso.
Todo esto nos da una magnifica prestación actoral.
El desarrollo de la historia es sin embargo muy esperado. Lo pronunciará correctamente, este discurso que tanto lo angustia, nuestro rey que lleva a su pueblo a la guerra. Pero que gusto nos da verlo progresar, asistir a la preparación del ceremonial, verlo triunfar. Porque los queremos, a los dos, al maestro y al alumno. Y deseamos que tengan éxito.
El humor se encuentra también en la cámara. Subjetiva en varias escenas: horribles retratos gigantescos de los ancestros que nos miran desde arriba y nos aterrorizan, nos hacen sentir tan chiquitos. O grandes aberturas sobre este salón de clase, de labor, y a que finalmente se trata de una labor de parto, de hacer nacer un rey, una voz que se haga escuchar, donde los dos se agitan. Paredes estropeadas, amplio tapete.
Una película de autosuperación clásica, esperada. Pero tierna y soberbia.
Ficha IMDb
Colin Firth hace maravilla en esta papel de príncipe tieso acompañado por su esposa, en un juego de equilibrio entre la necesidad de ayuda, con la inferioridad que esto conlleva, y una postura natural aristócrata, o sea de superioridad. Príncipes antes que todo. O sea, por la voluntad de Dios, encima del resto de los mortales y de sus insignificantes problemas. En ningún momento lo olvidan. Por otra parte, su educación les ha amaestrado para el self control, nunca dejarse llevar o quejarse.
Referente a este tema, la película se deja caer en una explicación demasiado simplista: la elocución del príncipe Albert, futuro George VI, esta bloqueada a causa de la maldad de dos cómplices : el príncipe heredero , su hermano mayor quien, ayudado por la nana de los dos, le hizo la vida de cuadritos. Impedido para decir lo que le pasaba por el peso conjugado del hermano, la nana, los padres ausentes o distantes, la educación demasiado estricta, la joven victima inmovilizó sus cuerdas vocales. Un poco fácil. Y además rápidao . Como si un príncipe tan bien educado, tan reservado, fuera a hacerle confidencias a un plebeyo ,alguien de quien paga los servicios de maestro. Un inferior. Un hombre de baja condición.. Un hombre que ha visto su debilidad. Podíamos prescindir de esta psicología barata y de este momento de pathos, destinado a sacarle lágrimas al publico conmovido por las desgracias del pobre niño rico.
Queda que la observación del comportamiento de los príncipes, él y ella (Sarah Bonham Carter) es excelente, manteniendo perfectamente la distancia con la plebe, al mismo tiempo que dejan ver su deseo de parecer amables, pero sin dejar pensar que se están rebajando. De la misma forma, el príncipe de Galles, después Rey Edward VIII , superficial, mundano, y preocupado más por las fiestas y sus riquezas, y su vida amorosa que por el destino del gobierno y del país. esta interpretado con mucha fineza por Guy Pierce..
Frente a ellos, el profesor Lionel Logue (Geoffrey Rush) no tiene para nada ganas de ser respetuoso, pero sabe perfectamente que no logrará nada si no aparenta serlo. Sabiendo también que no obtendrá ningún resultado si no mantiene su autoridad y su superioridad sobre su alumno. Todo esto lleva a un continuo juego de poder, de gato y ratón, en el cual cada uno es al mismo tiempo dominado y dominador.
No nos olvidemos de los momentos cómicos. payasadas, contorsiones, insultos y groserías que se practican con gozo al mismo tiempo que con elegancia. British antes que todo. Uno se ablanda al mismo tiempo que se queda tieso.
Todo esto nos da una magnifica prestación actoral.
El desarrollo de la historia es sin embargo muy esperado. Lo pronunciará correctamente, este discurso que tanto lo angustia, nuestro rey que lleva a su pueblo a la guerra. Pero que gusto nos da verlo progresar, asistir a la preparación del ceremonial, verlo triunfar. Porque los queremos, a los dos, al maestro y al alumno. Y deseamos que tengan éxito.
El humor se encuentra también en la cámara. Subjetiva en varias escenas: horribles retratos gigantescos de los ancestros que nos miran desde arriba y nos aterrorizan, nos hacen sentir tan chiquitos. O grandes aberturas sobre este salón de clase, de labor, y a que finalmente se trata de una labor de parto, de hacer nacer un rey, una voz que se haga escuchar, donde los dos se agitan. Paredes estropeadas, amplio tapete.
Una película de autosuperación clásica, esperada. Pero tierna y soberbia.
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