La grande vadrouille es probablemente la película cómica la más famosa en Francia. Mantiene al espectador en la punta de la butaca durante más de dos horas con todos los tipos de cómico y un juego de oposición- complicidad entre dos grandes actores. La ocupación alemana vista con gracia.
Ficha IMDb
La película esta construida sobre un esquema muy sencillo: como hacer pasar a la zona libre tres aviadores que han bajado en paracaídas sobre Paris. en plena ocupación alemana. El relato nos lleva siguiendo a Mac Intosh (Mike Marshall, con los mismos ojos de un azul intenso de sus madre Michele Morgan), del bigotón rasurado Sir Reginald Brook (Terry Thomas) y del canadiense Peter Cunningham (Claudio Brook, actor mexicano que participó en varias películas de Buñuel), ayudados por Stanislas Lefort, conductor de orquestra en la Opera de paris (Louis de Funès) , de Augustin Bouvet , pintor de brocha gorda (Bourvil) y de la rubia Juliette (Marie Dubois) de quien Augustin se enamora obviamente. Con algunas complicidades a lo largó del camino, empezando por el grupo de la resistencia en la Opera, llevado por la voz profunda de Mephisto, ya que la obra en representación es el Fausto de Gounod.
Detrás de ellos, recorrimos Paris: Jardín de las Plantas, Baños turcos de la Mesquita, techos, sala, camerinos ,pasillos, escalera principal de la Opera, desagües, barrios de prostitución, estación de trenes Lyon, Guiñol de los Campos Elíseos. Hasta la Borgoña, con sus viñedos y los Hospicios de Beaune. Ahí tienen los aspectos turísticos de la Gran Juerga.
Obviamente, para hacer reír a todos los tipos de público, la película usa de un registro de cómico ligero: juegos de palabras sencillos, repeticiones, mímicas de Louis de Funès, escenas de quiproquo como la noche en el hotel. Pero lo que mejor funciona es la yuxtaposición de Bourvil y de Funès. Dos tipos diferentes de actores cómicos. Pero también dos representaciones sociales opuestas: el pequeño nervioso aristócrata egoísta, frente al alto, bondadoso, servicial hombre del pueblo, lleno de sentido común. Uno aprovechándose del otro, obviamente siempre el mismo.
No es necesario decir que, en este sentido de comedia, que busca todo salvo dramatizar las situaciones, todos los franceses son resistentes en el alma, y solidarios con los aviadores. Los alemanes están ridiculizados, cubiertos con pintura o con tierra, sus llantas son ponchadas y sus ojos son bizcos. Pero nada con maldad excesiva. Y el espíritu de la Francia inmortal se encarna en la persona de una joven religiosa, Sor Marie Odile (Andréa Parisy), bonita, inteligente, fuerte y audaz.
Ninguna segunda intención, ninguna critica, ninguna escarnio. Todo esta sencillo, límpido y hasta inocente. Una película de niños y para niños. O para adultos sencillos. Una buena película que se puede ver y volver a ver sin aburrirse nunca.
Ficha IMDb
La película esta construida sobre un esquema muy sencillo: como hacer pasar a la zona libre tres aviadores que han bajado en paracaídas sobre Paris. en plena ocupación alemana. El relato nos lleva siguiendo a Mac Intosh (Mike Marshall, con los mismos ojos de un azul intenso de sus madre Michele Morgan), del bigotón rasurado Sir Reginald Brook (Terry Thomas) y del canadiense Peter Cunningham (Claudio Brook, actor mexicano que participó en varias películas de Buñuel), ayudados por Stanislas Lefort, conductor de orquestra en la Opera de paris (Louis de Funès) , de Augustin Bouvet , pintor de brocha gorda (Bourvil) y de la rubia Juliette (Marie Dubois) de quien Augustin se enamora obviamente. Con algunas complicidades a lo largó del camino, empezando por el grupo de la resistencia en la Opera, llevado por la voz profunda de Mephisto, ya que la obra en representación es el Fausto de Gounod.
Detrás de ellos, recorrimos Paris: Jardín de las Plantas, Baños turcos de la Mesquita, techos, sala, camerinos ,pasillos, escalera principal de la Opera, desagües, barrios de prostitución, estación de trenes Lyon, Guiñol de los Campos Elíseos. Hasta la Borgoña, con sus viñedos y los Hospicios de Beaune. Ahí tienen los aspectos turísticos de la Gran Juerga.
Obviamente, para hacer reír a todos los tipos de público, la película usa de un registro de cómico ligero: juegos de palabras sencillos, repeticiones, mímicas de Louis de Funès, escenas de quiproquo como la noche en el hotel. Pero lo que mejor funciona es la yuxtaposición de Bourvil y de Funès. Dos tipos diferentes de actores cómicos. Pero también dos representaciones sociales opuestas: el pequeño nervioso aristócrata egoísta, frente al alto, bondadoso, servicial hombre del pueblo, lleno de sentido común. Uno aprovechándose del otro, obviamente siempre el mismo.
No es necesario decir que, en este sentido de comedia, que busca todo salvo dramatizar las situaciones, todos los franceses son resistentes en el alma, y solidarios con los aviadores. Los alemanes están ridiculizados, cubiertos con pintura o con tierra, sus llantas son ponchadas y sus ojos son bizcos. Pero nada con maldad excesiva. Y el espíritu de la Francia inmortal se encarna en la persona de una joven religiosa, Sor Marie Odile (Andréa Parisy), bonita, inteligente, fuerte y audaz.
Ninguna segunda intención, ninguna critica, ninguna escarnio. Todo esta sencillo, límpido y hasta inocente. Una película de niños y para niños. O para adultos sencillos. Una buena película que se puede ver y volver a ver sin aburrirse nunca.
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