Hereafter es una película aparentemente muy sencilla sobre una cuestión sensible. No impone ninguna respuesta, pone en escena a personajes que buscan con toda sinceridad y honestidad una respuesta a la pegunta crucial: ¿Hay algo después? Con un cuidado en los detalles y las permanentes referencias a la realidad de una vida normal. Sin valerse del patetismo.
Ficha IMDb
La película nos presenta las trayectorias de tres personajes solitarios. Probablemente porque se sienten en todo momento acompañados por la muerte. Uno es victima: Marie Lelay (Cécile de France), ya que estuvo muerta un momento durante un tsunami. El secundo, Georg Lonegan (Matt Damon) no acaba de entender a que puede ser útil su talento para hablar con los muertos, a parte de hacerle la vida imposible. El tercero, el pequeño inglés Marcus (FrankieMc Laren/ George Mc Laren) quiere ser amigo de la muerte para volver a encontrar a su hermano Jason, el alter ego que tomaba las decisiones en su lugar, en su juego de niños responsables de su madre.
Eastwood utiliza la actualidad en lo que tiene de dramático. Y como, en un instante, uno puede codearse con la muerte, la suya propia o la de los demás. Ser testigo o actor: el tsunami, las bombas en el metro de Londres. Por primera vez, una película estadounidenses en Francia esta hecha como una película francesa: actores, lugares (las instalaciones de France-Televisión), lengua, referencias y puntos de interés (Mitterrand con todas las alusiones que tal vez el ciudadano estadounidense promedio no entenderá).
Los personajes son gente como todos nosotros, sobre todo los papeles secundarios, con una naturaleza cotidiana, sin romantizarlos. Didier, el productor de televisión (Thierry Neuvic) es solo un poco sinvergüenza y padre poco convencido. Billy, el hermano de George, (Jay Mohr) solo un poco aprovechado. Los tutores de los niños, ni heroicos, ni malos. Los charlatanes son un poco deshonestos pero sin ser ostensiblemente ladrones. Todos los personajes están dentro de la normalidad. Salvo tal vez Melanie (Bryce Dallas Howard) cuya falta de fineza y delicadeza da miedo.
La película muestra una observación fina, pero como sin insistir, de una realidad social. Cena solitaria, relaciones patronato-sindicatos con el deseo de negociar para preservar a los que tienen obligaciones familiares, la clase nocturna de cocina a la cual asisten los solteros.
Un punto común a las tres historias puede ser la referencia a Dickens: el texto que George escucha cada noche, su retrato en su departamento como si fuera un miembro de la familia y son felicidad maravillada, casi infantil, cuando visita la casa del escritor en Londres. El pequeño Marcus es un personaje de Dickens, aun si las condiciones que denunciaba el autor del siglo diecinueve han cambiado mucho, y para mejor. Pero, como Oliver Twist, Marcus ha perdido a su familia y es colocado con una familia de tutores. Y los hijos de Didier el productor son la causa del accidente de Marie ya que ella había salido para comprarles los regalos en lugar de su padre quien prefería seguir durmiendo en el hotel.
También volvemos a encontrar unas constantes de la mano de Clint Eastwood: una musica muy discreta, una iluminación tenue, con una fuente de luz atrás de los personajes y que los deja en la sombra.
En esta película, la discreción es lo que impera: cada uno hace sus preguntas y trata, con sus humildes medios, de encontrar respuestas. Que le sirven a él. En ningún momento, Clint Eastwood nos obliga a creer en nada.
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