Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Monday, December 23, 2013

Les deux Anglaises et le continent (François Truffaut, 1971) – 8/10

Secunda adaptación por Truffaut de una novela de Henri-Pierre Roché, esta retoma al revés la situación de Jules et Jim (1962): esta vez se trata de un hombre entre dos mujeres. Si los tres actores no tienen la presencia de Jeanne Moreau, la película es sin embargo un análisis interesante de las intermitencias del corazón en el principio del siglo XX.

 

 
Ficha IMDb

Truffaut tuvo conocimiento de esta novela mientras estaba en una clínica de reposo, tratando reponerse de una depresión después de su ruptura con Catherine Deneuve. Rodar la película será para él la misma empresa de salvación que escribir una novela para el héroe, totalmente autobiográfico de Dos inglesas y el continente. Como ya lo hizo en Jules et Jim, Roché usó sin reserva elementos personales para escribir esta secunda novela, a los 77 años: sus diarios, los de sus amigas y las cartas que intercambiaron.

El "continente" se opone a las islas británicas, la dureza a la flexibilidad, la pasividad masculina a las iniciativas femeninas. El continente es Europa, es también Claude Roc (¿puede ser más clara la alusión al autor?) (Jean-Pierre Léaud). La interpretación, distante, fría y monótona, esa entonación a lo Truffaut, cae perfectamente en esta historia de un hombre que se deja llevar por las circunstancias, los lugares y las mujeres, las dos hermanas pero también las madres. Él es un hombre de libros, pinturas y ciudad, y se ve muy torpe frente a estas dos chicas del campo, de la vida natural, deportistas y decididas.
 
La estructura de la novela es particular: alterna cartas, diarios íntimos, siempre en primera persona y dejando ver solo una faceta de los comportamientos. La yuxtaposición de las voces, a veces en dos columnas en la misma página, le permite al lector percibir el juego de reservas, de secretos o de medias confidencias, o hasta de manipulaciones.

En la película de Truffaut es muy importante el simbolismo: caídas, escaleras. Por ejemplo en el museo: Anne (Kika Markham) le dice a Claude que ya puede soltar su bastón y caminar solo, que ya no necesita apoyarse en él. Esto frente a una magnífica escultura de desnudo. Claude, obediente, suelta el bastón, camina y sube unas escaleras, conocidas desde Freud como símbolo del acto sexual. Y Claude dejará su madre y Francia para ir a las islas británicas a conocer la libertad.

Truffaut ha sido siempre muy discreto en lo relativo al amor y el sexo en sus películas. Pero en esta, parece que abandona todo recato. La vida sexual de Claude está muy presente, sin hablar del onanismo de Muriel (Stacey Tendeter). En cuanto al único encuentro físico de Muriel y Claude, intelectualmente decidido por ella, es una escena muy pasional y explícita, que termina con una mancha de sangre en la sabana, mancha que se vuelve enorme e invade toda la pantalla.

Las alusiones a la literatura y más precisamente a la producción de Roché son muy claras: los créditos iniciales tienen de fondo todas las ediciones de la novela. Cuando Claude se cura de sus males depresivos (ruptura con Muriel), no se especifica en la novela lo que escribe. Pero Truffaut insiste y precisa al mostrar varias ediciones de una novela titulada Jérôme et Julien.



Muchos temas de la época : el amor físico, la libertad sexual, los nuevos estilos de vida naturistas, los viajes en Europa, la libertad de la mujer que quiere ser artista, los movimientos sociales, las artes contemporáneas, en particular Picasso, quien acompañaba el desarrollo cronológico de Jules et Jim. No olvidemos que Roché fue negociante de arte.

Truffaut se identifica con Claude al ser la voz off del narrador, y Claude se identifica con Roché. La identificación se ve también a través de los juegos con espejos, de los personajes leyéndose sus propios textos. Se trata de mirarse a sí mismo, de despreciarse o admirarse a través del otro. Pero también de tratar de conformarse a la imagen que los demás nos devuelven, sea por su juicio personal o por el juicio de la sociedad. Esto es muy claro en el papel determinante de las madres. Madame Brown (Sylvia Marriott), madre de las inglesas es quien obliga a definir la situación entre Muriel y Claude cuando ellos todavía están en una etapa indefinida de su relación, entre amigos, hermanos, enamorados platónicos. La madre de Claude (Marie Mansart), posesiva, dominante, es quien se inmiscuye en su departamento, en sus cartas, y da a entender indirectamente su rechazo de las inglesas. En la novela, queda aún más claro la enfermiza cercanía del narrador con su madre, al acabar el texto por el regreso del hijo al hogar maternal donde vive. Un final desencantado, que pone en evidencia el paso del tiempo, Claude se mira en el vidrio del taxi y se ve viejo. La novela, más pragmática, recalca el fracaso de Claude al mostrarlo solo, viviendo con su madre, mientras las hermanas, casadas, madres, viven en Canadá una vida productiva.

¿Película catarsis de Truffaut? : elimina a las hermanas y se queda con la creatividad, aunque solitaria, del narrador.

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