En Synecdoche, New York el personaje principal tiene miedo a morir. Ha llegado el momento en que la inevitabilidad de esa muerte se hace innegable. El sin sentido es ahora la idea dominante. El Absurdo domina todo. Que nos demos cuenta o no, así es con todos; pero más importante, que lo admitamos o no, así es con todos.
La piedra angular de la cinta son las mentiras que nos decimos a nosotros mismos para soportar la noción del absurdo; la realidad de nuestra total y absoluta soledad ante el vacio de la existencia. Lo hacemos todo el tiempo y constantemente. Caden decide crear una obra honesta acerca de la gente normal…todos. A cada uno de sus actores les da la orden de ser completamente, brutalmente honestos, cada día les da una noticia, un brutal descubrimiento acerca de si mismos que deben vivir; tal como lo harían en la vida real. Después, para ser honesto, debe encontrar a un actor que juegue su papel en la obra, así como el de las personas importantes en su vida. Este desdoblamiento es la manera perfecta de observarse a sí mismo, un reflejo constante del cual no hay mentira que lo salve. Después, el reflejo se vuelve individuo y necesita un reflejo también; que igualmente le permite descubrirse. El set necesita un set dentro, y otro set y otro set….y la ficción cuya intención es capturar la realidad muestra su incapacidad para hacerlo: la única manera que Caden concibe de comunicar la realidad es repetirla tal cual, ad infinitum, cada vez más grande. Total opuesto a su ex-esposa, cuyas obras son ejemplos de autenticidad, fineza y fuerza…cada vez más pequeñas.
Como las películas diseñadas para hacernos sentir bien acerca de nosotros mismos, que solo toman una parte del todo (sinécdoque), la más conveniente a los fines del narrador – la obra de Caden es incapaz de capturar toda la realidad. Pero en su búsqueda de honestidad no concibe dejar nada fuera…como Morelli en la Rayuela de Julio Cortázar, reconoce que su medio es imperfecto pues el enfoque en una parte significa no enfocarse en otra, igualmente importante para entender el todo. Y como Cortázar usa al personaje de Morelli, Kaufman usa al personaje de Caden para denunciar su medio; pero al mismo tiempo reconoce su valor, con una secuencia en el teatro que va en contra de lo que Caden ha dictado, y que sin embargo consigue transmitir tanta honestidad; mas que los diálogos copiados de la vida real. El fragmento de ficción que logra capturar la verdad.
Cada aspecto de la existencia es explorado, la casa siempre en llamas de Hazel, como signo de las decisiones que tomamos y las consecuencias que nos siguen toda la vida. Nada queda atrás. El problema ahí está, y todos lo vemos (Hazel dice claramente que teme morir por el incendio) pero decide quedarse…vivir con el problema; morir por sus propias decisiones, como todos.
La perpetua búsqueda de identidad de Caden; sus historias de amor, todas frustrantes, todas marcadas por su terrible inseguridad. Al final, Caden encuentra el consuelo de una rutina perpetua, dictada por alguien más. La falta de responsabilidad que en algún nivel todos deseamos, porque nos exime de toda culpa. Aunque al final eso no importa, porque la falsa búsqueda da falsas respuestas, porque al final cuando pareciera que hay entendimiento, en realidad ya no hay nada. Todo se termina sin ceremonia. No hay final feliz, o triste para el caso. Como la vida; simplemente se acaba, y ya.
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