La mejor, sin lugar a dudas, sin oportunidad a discusión, sin sombra alguna de una alternativa, la mejor película de James Bond jamás creada, Casino Royale es pura acción, adrenalina y diversión. Todas las dudas que acompañaban al quizá demasiado robusto Daniel Craig desaparecen rápidamente porque esta es, sin duda alguna, la mejor película de James Bond
La ficha IMDB
James Bond (Daniel Craig) acaba de obtener el status 00 y demuestra rápidamente que se convertirá en un agente digno de respeto. Para detener a un maloso que llora sangre (Mads Mikkelsen), Bond deberá participar en un torneo de póker de primer nivel. El joven agente no solo tiene que lidiar con los malosos, sino también con sus propios sentimientos, en particular hacia la sensual Vesper Lynd (Eva Green).
Daniel Craig es un poco demasiado pesado, duro, hasta tosco, como para dar vida al elegante y eficiente James Bond. Sin embargo, intencionalmente o no, Casino Royale cuenta la historia de un Bond que todavía no es elegante ni completamente eficiente. Es un James Bond que no ha desarrollado aun una preferencia específica cuando se trata de martinis y que no se ha desprendido emocionalmente de todo y todos. De pronto, Daniel Craig comienza a tener sentido.
Luego resulta que esta aventura de James Bond es quizá la más física de todas. Las cosas se resuelven mas a menudo con los puños que con sofisticados aparatos, ha mas caídas y tropiezos que aterrizajes elegantes. Mas y mas Daniel Craig tiene sentido. Más y más Casino Royale tiene una personalidad definida e interesante.
Dentro de esa estructura ya bien establecida se insertan secuencias bien, pero bien padres que funcionan a la perfección. Simplemente la secuencia de inicio, en blanco y negro, es espectacular. No solo establece claramente donde nos encontramos en el universo bondiano, pero además establece el tono de la cinta y su lógica. La secuencia siguiente es simplemente impresionante. La persecución a pie es genial y contrasta perfectamente al ágil maloso con el relativamente torpe pero increíblemente persistente y de sangre fría, Bond; estableciendo la personalidad de este mejor que cualquier dialogo de exposición hubiese podido.
Después de eso, las secuencias fluyen bien de una a otra y justo cuando uno empieza a sentir que ya se va a aburrir, como si Pierce Brosnan hubiese regresado, llega otra pelea a puñetazo brutal que nos vuelve a atrapar.
Quizá el único problema sea el final, que no se decide a llegar prolongando la cinta de una manera que era innecesaria, aunque resulta en una imagen que consigue empatar al Bond encarnado por Craig con el que conocíamos, y ahora, después de la travesía, le queda bien.
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