Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Tuesday, February 14, 2012

J.Edgar (Clint Eastwood, 2011) – 8/10


La última película de Eastwood llega fiel a las anteriores : música perfecta, compuesta por el director en persona, ambientes en claroscuros y búsqueda de ir más allá de la superficie y de lo obvio de sus personajes, ayudado en esta tarea por una dirección eficiente y exigente.

Ficha IMDb

Esta vez, Eastwood va directo a un personaje muy importante en la historia política y social de Estados Unidos: nada menos que J. Edgar Hoover, el creador y director del FBI durante 48 años y 8 presidentes.

Con una línea narrativa en realidad muy sencilla pero que podría confundir al principio, Eastwood nos lleva en un idas y vueltas entre el momento de la escritura (Hoover dicta sus recuerdos a distintos jóvenes agentes del FBI) y el momento de los hechos. Con una voluntad férrea, y una idea muy clara de cómo las cosas deben de ser. Desde una propuesta matrimonial hasta la organización del "Buro", pasando por el código de vestimenta de sus empleados.

La escena en la Biblioteca del Congreso de noche es ejemplar de su gusto excesivo por el orden, no tan lejos del objetivo de clasificación total, perfecta que algunos años después, mostraran los nazis : control, represión, poder. Hoover, según Eastwood, traspasa a su ámbito laboral lo que aprendió en su familia, con su madre (Judi Dench perfecta de control, en todos sentidos). Rigidez parece ser la palabra clave en torno a este hombre implacable.

Perfecta de disciplina, obediencia y respeto a los valores impuestos por el jefe, la secretaria, Helen Gandy (Naomi Watts) lo sigue como su sombra y ejecuta todas sus directivas, hasta después de su muerte, cuando destruye unos documentos comprometedores. Es también una relación simbólica de la frialdad y el control que Hoover genera a su alrededor. Ahí funciona también en sentido contrario: él le pidió matrimonio, muy rápido por cierto. Ella contestó que su carrera era lo más importante para ella. Y allí murió, nunca más se habló de sentimientos entre ellos.

Otro compañero fiel fue Clyde Tolson, (Armie Hammer, uno de los gemelos en Social Network de David Fincher), quien funge también como educador e iniciador en el campo de la elegancia masculina, y de los comportamientos sociales. Una parte de su vida para la cual su madre no había podido darle las armas necesarias, y en la cual Hoover no se sentía muy cómodo.

Conforme avanzan los recuerdos, vemos pasar algunos momentos claves de la historia de Estados Unidos, en lo que se refiere a seguridad interna: la investigación sobre el secuestro Lindbergh, y la ley que le sigue, el juicio de Dillinger, el Watergate... también algunas infidelidades en alto nivel.

La película, al mismo tiempo que va y viene entre tiempo de la escritura y tiempo de los hechos recordados, ve y viene entre visión publica, la imagen que dio Hoover a los demás, público, periodistas, un visión de poder y firmeza y visión intima, la "vida secreta" de un ser muy inseguro. Como en el restaurante donde una invitación a bailar le provoca una verdadera crisis de pánico. Alternancia de fuerza y debilidad, de control y ridiculez, pero sin que director y guionista tomen partido, sin insistir nunca. Dustin Lance Black hace aquí un trabajo muy distinto del que hizo en Milk ( Gus Van Sant - 2008 ) donde acentuaba las características de su héroe activista, ayudado por un Sean Penn casi sobreactuado).

Se podría criticar el uso excesivo de maquillaje para caracterizar a los ancianos Hoover y Tolson. Un efecto más leve podia ser suficiente, ya que todo el trabajo de interpretación, de ambientación, incluyendo una banda sonora muy delicada, compuesta por el mismo Eastwood y un sabio uso de los claroscuros, (ambos aspectos constituyendo la firma de Eastwood) sume al espectador en un ambiente bastante magnético para creer al envejecimiento de los personajes sin cambiarlos en payasos. Pero ni modo. Es un reproche muy pequeño en comparación con las grandes cualidades de esta película.

Un personaje todo en sombras, presentado en un película toda en sutilezas, de colores, en pinceladas. Un estilo Eastwood que conviene perfectamente a un tema de lo más delicado: construir la protección-represión en un país que se quiere libre.

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