Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Friday, November 23, 2012

Chasing Ice (Jeff Orlowski, 2012) – 3.5/10

Durante años se ha hablado del calentamiento global y sus efectos. El fotógrafo James Balog ha decidido que es hora de dejar de hablar y mostrar de qué se trata. Este bonito documental sigue a James mientras intenta crear las imágenes que se encarguen de contar la historia.

La ficha IMDB.


James Balog es un fotógrafo que ha trabajado desde hace casi 30 años en documentar el impacto de nuestro estilo de vida en la naturaleza. Su más reciente proyecto, el Estudio Extremo de Hielo (EIS por sus siglas en ingles) busca hacer una documentación visual del impacto en los glaciares del mundo de nuestro estilo de vida. Chasing Ice sigue a James y su equipo en su esfuerzo por colocar cámaras frente a diversos glaciares que tomaran fotografías continuamente para generar la prueba visual de su dramático cambio de tamaño.

En realidad, el EIS ha dividido su misión en dos partes. La primera es la documentación a través del uso de time lapses (secuencias fotográficas o de video que comprimen el paso del tiempo) de la dramática reducción de la superficie de hielo en el planeta, demostrando que cualquier debate sobre el calentamiento global es completamente superfluo, pues la prueba está ahí, evidente, de que está sucediendo. La segunda parte de la misión es la creación de imágenes individuales que muestren la belleza de las estructuras de hielo en el mundo.

Chasing Ice hace un buen trabajo en mostrar ambos aspectos. Usando una combinación de las fotografías de James Balog, de la videografía de su equipo así como de la fotografía creada expresamente para el documental; la cinta muestra una colección impresionante de imágenes realmente maravillosas. Fotografías nocturnas que parecen de otro planeta, tomas picadas del interior glaciares que dan un nuevo sentido a la palabra “abismo”, tomas panorámicas de estructuras de hielo del tamaño de ciudades enteras… todas impresionantes y de verdad hermosas.

Al mismo tiempo, la prueba del impacto del calentamiento global y las explicaciones científicas para corroborarlo están también ahí, con el debido peso y sin caer en discursos demasiado repetitivos o moralizadores (“demasiado”). Tristemente, también se incluye una sobre dramatización de los eventos y un énfasis demasiado pronunciado en el personaje de James Balog. Entrevistas con su familia, testimonios de su equipo y otros artilugios son utilizados para hacer de este hombre una leyenda y de una cirugía de rodilla un evento cataclsimico. Es triste que el director del documental haya decidido que la cinta necesitaba de esto, pero al final se vuelve poco más que una molesta distracción.

Quizá lo realmente triste de este documental, desde la perspectiva del ejercicio de concientización, es que como muchos antes, se detiene justo antes de hacer evidente el impacto real e inmediato en la gente que podría estar viendo la cinta. Si, los glaciares se derriten, y si, gente en Asia ya está sufriendo las consecuencias. Pero no es la gente en Asia la que produce la mayor parte de los gases de invernadero. No es la gente en Asia la que conduce automóviles que consumen más energía que una casa. ¿Cómo convencer a esa gente que cambien de actitud? No es mostrándole lo mal que se lo pasan del otro lado del mundo. Es mostrándoles el dinero que están perdiendo ya por eso, es mostrándole la amenaza a su comodidad. Por alguna razón, todas las cintas con un discurso de preservación ambiental parecen temerle a mostrar esa verdad.

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