Una película viejita, en blanco y negro, con una imagen muy cuidada, pero cuyo tema es totalmente actual. Puede sorprender al principio cuando se sabe que el actor principal Jean Gabin se cuidaba mucho de aceptar papeles que podrían ensuciar su imagen. Y al verlo así en el papel de un jefe de cartel de droga, el espectador queda desconcertado. Pero no contábamos con la astucia del director.
Cuando Henri Ferré (Jean Gabin), alias Le Nantais (nacido en la ciudad de Nantes, o sea que ya en esos lejanos años se usaban los apodos entre los narcos), vuelve a Paris después de muchos años en los "States", el gran jefe del negocio en Francia, Paul Liski (Marcel Dalio) le encarga la misión de reestructurar la red de producción y distribución en la zona de la capital, para volverla más eficiente y rentable. La cobertura será un restaurant de lujo, el Troquet, donde trabaja una muy linda cajera, Lisette (Magali Noel), evidentemente huérfana y sola en la vida.
Ferré ha aprendido en tierras americanas métodos de trabajo muy eficientes y modernos principios de administración para rentabilizar el trafico, eliminar los elementos defectuosos, dudosos, o demasiado tibios. El Troquet es el lugar perfecto para recibir los contactos necesarios. Ahí conoce a dos de los hombres de Liski, Roger el Catalán (Lino Ventura) y Bibi (Albert Rémy), quienes lo vigilan al mismo tiempo que lo ayudan. Son antes que todo,matones. Pero llegan también contactos más importantes como Dédé de Montreuil y Auguste Le Breton ( o sea otros apodos según el lugar de origen) , con sus impermeables y sombreros.
Poco a poco, y para hacer lo mejor posible su trabajo, Ferré se va a interesar a todos los niveles del trafico, lo que nos enseña que desde esos remotos tiempos, las cosas no han cambiado mucho. EN una casita de los suburbios,el nuevo gran jefe visita al fabricante, Louis Birot Roland Armontel) ,quien procesa el producto bruto (¿de donde vendrá?) y recibe visitas de los cargadores. Cada uno de ellos tiene permiso de transportar solo un kilo de mercancía, para llevarla al dealer, quien tiene bajo sus órdenes y administración a toda una pequeña tropa de vendedores, cada uno con sus clientes regulares y su perímetro de trabajo. Ferré va a recorrer todos los niveles de la organización, con cara de patrón descontento,examinar los lugares de distribución: fumadero de opio en un departamento discreto, con Monsieur Li Chan , quien se queja de los precios , calle con Lea ( lila Kedrova), restaurantes en Montparnasse , con la vendedora de cigarillos, o antro de los cubanos. Hace que le enseñen las formas en que se planean las entregas, los escondites. Cuando algunos se niegan a divulgar los secretos, para proteger la eficiencia de la red, él los obliga, exige y amenaza si las ventas no se duplican. Hasta organiza una operación de exportación vía Le Havre , que le permite conocer el sistema de los barriles con doble fondo.
Obviamente a esos asuntos profesionales se va a mezclar una historia personal y amorosa con la cajera Lisette, lado tierno de la película al que se oponen las operaciones de limpieza y eliminación, a manos de Roger y Bibi, de los que desearían volver a una vida honesta, como el empleado de ferrocarril Emile ( Jean Sylvère ) . O simplemente se puede dar un pequeño susto a los que pretenden sustraer parte de la mercancía para beneficio propio, como Marcel (Michel Jourdan). Así que los métodos no han cambiado, la eficiencia brutal sigue siendo la misma. En Cada etapa El Nantais se entera de precios y cotizaciones, cantidades y beneficios.
Obviamente, la última escena nos revelará la verdad sobre el famoso Henri Ferré, en realidad Lemoine, quien es, claro, y ya que la imagen de Jean Gabin lo dejaba suponer, un policía encubiert , quien podrá vivir el amor perfecto con su linda cajera, mucho más joven que él obviamente.
La imagen en blanco y negro es perfectamente cuidada con efectos de luces y sombra que acentúan los caracteres de los personajes.
Si la interpretación de Jean Gabin es la misma de siempre, y la de Magali Noel es la estereotipada de la pobre huérfana linda, seductora pero inocente, inmediatamente fascinada por el gran hombre y convertida a papel de compañera sumisa, la interpretación expresionista, alienada por el consumo, poseída por su adicción, casi loca, de Lila Kedrova como la drogadicta de Montparnasse resulta mucho más interesante. Es para el director una forma de enseñar los peligros de la droga, sea mariguana, sea heroína, la destrucción de un ser humano adicto. Pero la escena en el antro de los cubanos y la prestación exótico-sensual del bailarín negro, con acercamientos a los caderas es digno de Baile caliente ( Guy Ferland - 2004 ) pero con la estilización del blanco y negro y un juego de sombras muy bien distribuidas.
La película acaba con un mensaje de advertencia para los que podrían caer en la trampa de "LA DROGA". Más moralizador no se puede ser.
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