Ya sabemos que es casi una película de culto y que tuvo un enorme éxito de taquilla. Que Richard Gere y Julia Roberts tienen buena química. Que la canción fue un éxito. Se puede ver como un buen documental sobre vestimenta de los 80’s. Si alguien todavía quiere creer en el mito de Cenicienta, puede que le guste. Por lo demás es bastante aburrida y convencional.
Todos conocen la historia: un millonario hombre de negocios, Edward Lewis (Richard Gere), del tipo tiburón, está en Los Ángeles para comprar una empresa en quiebra. Siguiendo los consejos de su abogado, Philip Stuckey (jason Alexander), otro tiburón, busca a una mujer que lo acompañe para compromisos sociales. Por suerte se topa en Hollywood Boulevard con una prostituta, Vivian Ward (Julia Roberts) que le indica el camino hacia su hotel, el lujoso Regent Beverly Wilshire, ya que le pobre millonario se perdió y además no sabe manejar un auto, aunque sea Mercedes o Ferrari o lo que sea , que no sea automático.
Se la lleva a su hotel por una noche, y finalmente le pide quedarse para toda la semana. De ahí el esperado desfile de situaciones: desayuno, tiendas, cena, picnics, noches…
Lo primero que se ve de Vivian en la película es su pantaleta, de frente y de espalda. Después su peluca, después su chicle. Tres artículos inseparables de una chica cuya característica principal es la falta de educación.
Toda la película se basa en el presupuesto que todos los hombres se enternecen frente a tanta belleza (cierto que Julia Roberts no esta fea) y quieren ayudarla a adaptarse al mundo donde ellos viven, porque suponen que es inocente y buena gente. Pero algunos malvados, como las vendedoras estiradas de Rodeo Drive, la desprecian. Y el abogado tiburón la ve como prostituta merecedora de violación. Todo esto entristece mucho a Vivian. Afortunadamente tiene a su caballero, sin caballo, y hasta sin coche, pero con avión: él la defiende en las tiendas y la salva in extremis de la violación. Inclusive le revela las bellezas de la opera. Pequeño viaje a San Francisco para ver La Traviata. Como si no hubiera opera en los Angeles. O tal vez escogió a propósito Traviata, porque es la historia de una dama galante. O talvez la escena sea solamente para ponerle a Roberts un largo vestido rojo muy escotado y un collar de rubíes de Fred.
Otro caballero salvador, el manager del hotel,Barney Thompson (Hector Elizondo) quien discretamente inicia a Vivian a las sutilezas de los buenos modales en la mesa.
Tantas situaciones y diálogos estereotipados: Edward desbarata empresas para vengarse de su papa. Pero cambiará bajo la buena influencia de Vivian y emperezará a construir en vez de destruir. Además vencerá su miedo a las alturas. Ella decide volver a estudiar, pero como el príncipe le pide matrimonia, quien sabe si lo haga.
Se puede uno divertir al notar algunas semejanzas con My fair Lady: aprender a hablar bien, vestirse bien, comer propiamente. Inclusive la escena del juego de cricket es una cita de la escena de carreras en Ascott.
Pero, Julia Roberts, por bonita que sea, no tiene nada que ver con la belleza, la clase, y el talento de Audrey Hepburn.
Y, además, ya no creemos en Cenicienta ni en los caballeros o príncipes azules o de otros colores.
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