Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Sunday, October 16, 2011

Mis tardes con Margueritte (Jean Becker, 2010) -6.5/10– 6.5/10


La tête en friche es una linda historia de amor sin sexo, de ternura entre dos expuestos, el hombre-niño gigante siempre rechazado y la frágil anciana culta, a través del descubrimiento de las palabras y los textos. Todo esto en el ritmo lento de la vida en una pequeña ciudad provinciana, entre el único café y el único parque.

Ficha de lecture IMdb

Por excepcional ocasión, Gerard Depardieu tiene un papel en el cual actúa como se debe. Este Germain Chazes le queda perfecto, con su “cabeza sin cultivar”, significado del título francés, aunque “friche” hace referencia solamente a la agricultura, no al sentido cultural de la palabra! El gigantón, bueno pero torpe, sensible pero apenas alfabetizado, tiene la inteligencia del corazón pero no la de los libros. Siempre ha sido rechazado. Primero por su madre (Anne Le Guernec), que no se perdía ninguna ocasión de reprocharle su volumen excesivo : demasiado alto, demasiado grueso, este niño ocupaba demasiado espacio. Básicamente, estaba de sobra en la vida maternal. En la escuela, el maestro se la pasaba poniendo en evidencia sus malas respuestas, apoyado por el coro de los niños burlándose. Y ahora, en el café del pueblo, es el objetivo de las burlas de los clientes, en particular del rey del crucigrama Landremont (Patrick Bouchitey), dueño de las palabras.

Pero Germain es bueno como el pan, capaz de levantarse en medio de la noche para salvar del suicidio al arriba mencionado rey de los crucigramas. Es el único en abrazar y consolar a la dueña del café Sandrine (Maurane) cuando la abandona su joven amante Youssef ( Lyes Salem ). Aunque las palabras no sean las más delicadas; “en las viejas ollas se cuecen las mejores sopas “….Digamos que las palabras no le obedecen.

Vive en un tráiler en el jardín de su mama, una vieja medio loca (Claire Maurier), que se la pasa enamorada de Luis Mariano, el gran cantante de opereta de los años 70, 80. Y el único rayo de sol de su vida es la rubia Annette (Sophie Guillemin) conductora del (único?) autobús de la ciudad y sinceramente enamorada de él.

Hasta que, un día, sobre una banca del parque, se encuentra a una delicada anciana, Margueritte (Gisèle Casadesus), toda arrugada y delgada, elegante, con voz firme, perfecta dicción y amplio vocabulario. Trae su pequeño cojín rojo para suavizar el contacto con la piedra de la banca. Hablan de palomas y de los nombres que él les puso a todas. Al día siguiente, ella llega con La Peste de Camus y le lee un pasaje del principio:” "¿Cómo sugerir una ciudad sin palomas, sin árboles y sin jardines, donde no puede haber aleteos ni susurros de hojas, un lugar neutro en una palabra?".

Como Germain tiene buena memoria auditiva (él dice que nada más recuerda lo que escucha), empieza a usar sus nuevas palabras en su entorno normal, por ejemplo con sus amigos del café. Y su vida tiene ahora dos caras: la vida normal donde es El tonto, aunque entienda significados que los demás no (porque al cocinero lo llaman “the Cook”), y los encuentros con Margueritte, las palabras y los textos.

Pero cuando ella le regala su viejo diccionario Robert, todo destartalado, Germain no le encuentra ningún chiste. Annette se llama aneth (hinojo), Margueritte no existe y la margarita es solamente una flor, Germain es un primo hermano o un hombre de esas poblaciones bárbaras como los teutones, godos y demás vándalos. Y peor que todo, Robert, en cuanto a jitomates se refiere, solamente conoce una variedad, las olivettes. En eso, Germain sabe más, él que es dueño de la magnífica huerta que alimenta al restaurante del pueblo.

Germain le devuelve su Robert a Margueritte. No le sirve un diccionario donde, para encontrar el significado de las palabras, hay que conocer primero su ortografía. (Opinión bastante acertada: la gran paradoja del diccionario es que, para verificar la ortografía de las palabras, hay que tener una idea de cómo se escriben!). Y que no tenga ningún conocimiento sobre lo que constituye la vida cotidiana de Germain.

Después de Camus vendrá Romain Gary con La Promesse de l’aube , su autobiografía ; y después podría venir Sepúlveda y El viejo que leía novelas de amor. Porque Margueritte, con su gran pero discreta sensibilidad, ha sabido encontrar los puntos de interés de Germain: las palomas del parque llevan a La Peste, el sufrimiento por la madre lleva a Gary porque “se vuelve siempre a aullar sobre la tumba de su madre como un perro abandonado” . El sueño por viajar al Amazonas lleva a Sepúlveda.

Y cuando Margueritte se vuelve ciega, Germain le lee en voz alta La niña de alta mar de Supervielle y le regala un bastón con cabeza de paloma. Ella, para agradecer le regala una nueva palabra: la lítotes “No me desagrada”.

Obviamente, tendremos un final feliz : hereda la casa de su madre y una caja con recuerdos de él bebe, o sea que , finalmente, su madre sí lo amó ; Annette queda embarazada, y Germain es ya capaz de aceptar el papel de padre. Y sale volando al rescate de la pobre Margueritte que sus sobrinos han encerrado en un asilo en el norte lejano de Bélgica. Tiene, por fin, casa, esposa, hijo, el amor de su madre muerta, y una madre de reemplazo.

Con la observación de la tranquila vida de provincia, costumbrista con sus personajes típicos : la dueña del café-restaurante, los habituados, el italiano, el árabe, los jugadores de dados, la conductora del autobús, las secretarias del asilo, el sobrino egoísta, y, en los recuerdos, la madre ligera de cascos, y el institutor malvado.

Una película sencilla, simplista tal vez, pero sensible, servida por buenos actores. Sobre todo Gisèle Casadesus, quien, a sus 97 años, conserva el porte, la elegancia, y la dicción de la Comedia Francesa. Y sus “ojitos”, como dice Germain, captan y expresan todo. Delicada iniciadora y guía, sutil sin jamás insistir, es el contrapeso perfecto a un Depardieu aparentemente torpe y burdo, pero que deja poco a poco aflorar sus verdaderos sentimientos y capacidades. Porque siente que por fin tiene permiso de hacerlo, después de años de represión y desprecio. Porque, por fin su cabeza se cultiva.

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