Veinte años después, la película no ha envejecido. El profesor de inglés John Keating (Robin Williams) sigue igual de inspirador y los adolescentes del colegio Weltonen siguen viviendo con intensidad sus conflictos interiores . Tal vez porque el tema tratado y las respuestas (y las interrogaciones) siguen igual de importantes y autenticas. Y porque la juventud de espíritu sigue enfrentada a los interés “adultos”.
Epicúrea ficha IMDb
El lema del colegio Weltonen es “Tradición, honor, disciplina y grandeza” ¿De quien? Aparentemente, de la escuela, y de los padres. Estos señores bien instalados en la sociedad, ricos, potentes. Uniformes, bien pensados. Bien educados. Los que van a Yale, Harvard....
La escuela Weltonen es un mundo cerrado sobre sí mismo, con su capilla, sus dormitorios, sus salones de clase y sus patios. Inclusive sus amplios pastos que sobrevuelan grandes parvadas de pájaros, pertenecen a este mundo particular donde se oye solamente la campana. El tiempo se ha inmovilizado, sigue siendo exactamente como fue para los hermanos mayores y los padres de los chicos que ahora estudian ahí. Como los uniformes. Tal vez sea esto uno de los secretos de la atemporalidad de esta enseñanza y también de esta película. 1959, antes, ahora… siempre igual.
Y el maestro de latín haciendo repetir las declinaciones es un ejemplo de inmovilidad pedagógica.
La película fue un éxito en 1989. Adolescentes, maestros, alumnos, padres, todos corrieron a ver la revolución del profesor Keating .
Porque siempre nos encanta ver a alguien que sacude las viejas costumbres. También se discutió mucho sobre la responsabilidad que podía tener el profesor en la muerte de Neil Perry (Robert Sean Leonard, Dr Wilson en House), el joven que alentó a seguir con su vocación teatral.
Pero no se trata solamente de ser el maestro que hace las cosas fuera de los libros y fuera del salón de clase. Y, en realidad en la época actual, parece ser que el maestro que toma más riesgos, el más rebelde es él que pretende enseñar a los jóvenes la importancia del rigor y de la responsabilidad, lejos de las seudo-ludicas actividades demagogas.
El legado del profesor de poesía, "O Captain! My Captain!”, (poema compuesto en 1865 por Walt Whitman, reconocido poeta estadounidense sobre la muerte de Abraham Lincoln) es que cada uno asuma sus deseos, deseos de actuar, de hablar con la chica de sus sueños, de inventar, de conocer.
Y no dejar que otros pretendan saber lo que más nos conviene y que contenido debemos darle al tiempo que nos quede. Horacio el poeta dijo “Carpe diem”, y se le malinterpretó. No se trata de llenarse de gustos y caprichos egoístas y superficiales. Se trata de darle algún valor a nuestra vida. Los Epicúreos buscaban la harmonía y el equilibrio, no los excesos. “Carpe diem” es llenar completamente las horas del día, mientras pasan, para que quede algo de ellas.
Las demostraciones del profesor: subirse a las mesas, arrancar las primeras páginas del libro de análisis de poesía, que limita el “ars poetica” a reglas de rimas y recuento de silabas, jugar futbol son el Himno a la alegría, son más bien adorno. El fondo de su enseñanza es profundamente honesto, y busca sacar a los alumnos del ronroneo heredado, para llevarlos a asumir su propia educación y su propio desarrollo. Para empujarlos a sacar de sí mismos lo que tienen dentro sin saber de que son capaces. En eso , la escena sumamente lirica del “parto” de Todd (Ethan Hawke) el alumno tímido que logra por fin crear un texto, con una cámara dando vueltas alrededor de la pareja compuesta por alumno y maestro.
Y la decisión final de Neil, de suicidarse en el estudio de su padre , para no ir a una escuela militarizada, es definitivamente un acto de valor, no solamente en el sentido del coraje , pero en el sentido de que los pocos años que él vivió valieran lo que él quiso.
Ciertamente, la película tiene efectos fáciles, llamativos. Pero no deja de ser una lección: cada quien debe escribir su vida en poeta, o sea debe ser creador de su propio destino.
Epicúrea ficha IMDb
El lema del colegio Weltonen es “Tradición, honor, disciplina y grandeza” ¿De quien? Aparentemente, de la escuela, y de los padres. Estos señores bien instalados en la sociedad, ricos, potentes. Uniformes, bien pensados. Bien educados. Los que van a Yale, Harvard....
La escuela Weltonen es un mundo cerrado sobre sí mismo, con su capilla, sus dormitorios, sus salones de clase y sus patios. Inclusive sus amplios pastos que sobrevuelan grandes parvadas de pájaros, pertenecen a este mundo particular donde se oye solamente la campana. El tiempo se ha inmovilizado, sigue siendo exactamente como fue para los hermanos mayores y los padres de los chicos que ahora estudian ahí. Como los uniformes. Tal vez sea esto uno de los secretos de la atemporalidad de esta enseñanza y también de esta película. 1959, antes, ahora… siempre igual.
Y el maestro de latín haciendo repetir las declinaciones es un ejemplo de inmovilidad pedagógica.
La película fue un éxito en 1989. Adolescentes, maestros, alumnos, padres, todos corrieron a ver la revolución del profesor Keating .
Porque siempre nos encanta ver a alguien que sacude las viejas costumbres. También se discutió mucho sobre la responsabilidad que podía tener el profesor en la muerte de Neil Perry (Robert Sean Leonard, Dr Wilson en House), el joven que alentó a seguir con su vocación teatral.
Pero no se trata solamente de ser el maestro que hace las cosas fuera de los libros y fuera del salón de clase. Y, en realidad en la época actual, parece ser que el maestro que toma más riesgos, el más rebelde es él que pretende enseñar a los jóvenes la importancia del rigor y de la responsabilidad, lejos de las seudo-ludicas actividades demagogas.
El legado del profesor de poesía, "O Captain! My Captain!”, (poema compuesto en 1865 por Walt Whitman, reconocido poeta estadounidense sobre la muerte de Abraham Lincoln) es que cada uno asuma sus deseos, deseos de actuar, de hablar con la chica de sus sueños, de inventar, de conocer.
Y no dejar que otros pretendan saber lo que más nos conviene y que contenido debemos darle al tiempo que nos quede. Horacio el poeta dijo “Carpe diem”, y se le malinterpretó. No se trata de llenarse de gustos y caprichos egoístas y superficiales. Se trata de darle algún valor a nuestra vida. Los Epicúreos buscaban la harmonía y el equilibrio, no los excesos. “Carpe diem” es llenar completamente las horas del día, mientras pasan, para que quede algo de ellas.
Las demostraciones del profesor: subirse a las mesas, arrancar las primeras páginas del libro de análisis de poesía, que limita el “ars poetica” a reglas de rimas y recuento de silabas, jugar futbol son el Himno a la alegría, son más bien adorno. El fondo de su enseñanza es profundamente honesto, y busca sacar a los alumnos del ronroneo heredado, para llevarlos a asumir su propia educación y su propio desarrollo. Para empujarlos a sacar de sí mismos lo que tienen dentro sin saber de que son capaces. En eso , la escena sumamente lirica del “parto” de Todd (Ethan Hawke) el alumno tímido que logra por fin crear un texto, con una cámara dando vueltas alrededor de la pareja compuesta por alumno y maestro.
Y la decisión final de Neil, de suicidarse en el estudio de su padre , para no ir a una escuela militarizada, es definitivamente un acto de valor, no solamente en el sentido del coraje , pero en el sentido de que los pocos años que él vivió valieran lo que él quiso.
Ciertamente, la película tiene efectos fáciles, llamativos. Pero no deja de ser una lección: cada quien debe escribir su vida en poeta, o sea debe ser creador de su propio destino.
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