Ficha dogmática
Dogma 95 , movimiento desarrollado en 1995 en Dinamarca por Lars von Trier, Thomas Vinterberg, Kristian Levring y Soren Kragh-Jacobsen, tiene unos principios que recuerdan los de la Nouvelle Vague francesa en los sesentas : “buscar la verdad y observarla desde el exterior”, hace un cine más real, más cercano a la vida y los comportamientos de la gente, manos literario. De ahí unas reglas que se deben de seguir en el rodaje: se trabaja en escenarios naturales y no en estudios, no hay música extra-diegética, no hay proyectores que den una falsa luz, se usan cámaras muchas veces al hombro, con sonido directo . Los interpretes deben actuar lo menos posible. Y no se hacen modificaciones en la post-producción. Esto recuerda mucho al cine-vérité de Chabrol, un cine cercano al documental.
Estas características le quedan perfectamente al tema de Festen. La filmación parece la de una película casera, de estas que se hacen para conservar el recuerdo de la fiesta de cumpleaños de los hijos. Nada más que aquí se trata del cumpleaños del patriarca, Helge Klingfelt (Henning Moritzen) que, al cumplir sesenta años, decide reunir en su casa todas las pruebas de su vida exitosa : una hermosa y distinguida esposa, cuatro hijos : Michael (Thomas Bo Larsen), Helene (Paprika Steen) y Christian(Ulrich Thomsen) en la bella mansión de la cual elsdueño, y que funciona como hotel de lujo.
Asistirá también toda la familia cercana, abuelos, primos, sobrinos. Y en la cocina se activan chefs , cocineros y meseros. La mansión que es ahora hotel ya no es exactamente casa familiar y los hijos ya no están exactamente en la casa de su infancia. De la misma forma los miembros de la familia se han distanciado y cada uno tiene ahora su propia vida y sus propias relaciones.
Pero falta un miembro de esta pequeña sociedad que podría parecer perfecta: la hermana gemela de Christian, Linda, se suicidó hace un año. Al llegar, Helene busca algún mensaje que podría haberles dejado a sus hermanos, según el juego de pistas que acostumbraban jugar de niños. Y encuentra el último testimonio de su hermana. Pero se calla.
En cambio, Christian el hermano siempre delirante, que pasó algún tiempo en un hospital siquiátrico, porque, según su madre, nunca supo distinguir entre la realidad y su imaginación, habla alto y claro en la cena. Sin más pruebas que su propia memoria, cuenta que su padre los violaba, a Linda y a él.
La tensión en la familia se hace tan fuerte, que no pueden soportar estar juntos alrededor de esta mesa. Y se tiene que interrumpir varias veces la cena. Esto provoca una construcción casi teatral, de actos, con intermedios. Estos intermedios llevan al espectador fuera de escena. Pero, en la cocina, como en los cuartos, pasan muchas cosas: llega el novio de color de Helene, bastante mal recibido por Michael, racista como su padre. El tal Michael golpea a su esposa, la mesera Mette (Helle Dolleris) acepta irse a vivir con Christian, el chef cocinero parece saber mucho sobre los asuntos familiares….
Pero todos tienen hambre y tienen que volver a esta mesa, que parece encadenarlos como en una tragedia griega a una verdad de la cual no pueden escapar. Porque Christian sigue con sus revelaciones: la madre sabía, y no hizo nada. Hasta que Helen, hasta ahora callada, entra a la arena, y lee la carta de Linda que encontró.
El último acto será el desayuno, cuando el padre reconocerá sus culpas y se irá, tal Edipo, dejando a la familia alrededor de la mesa. Pero la esposa no es Antígona, y decide no seguirlo.
El “estilo” Dogma 95, con las imperfecciones técnicas de la filmación, da un aspecto de inocente película familiar, que quiere conservar momentos lindos. Y las aparentas torpezas dan un sello de autenticidad a la historia, la horrible historia contada. Pero, al seguir filmando cuando las cosas salen de control, la cámara video se transforma en una suerte de “cámara escondida”, de estas que revelan lo que no se debe ver. El espectador se siente ahora testigo de algo que no tenía derecho a saber. Y no puede escapar. Porque la filmación sigue y sigue. Hasta el momento en que los personajes se agreden, física y verbalmente.
La verdad se impone. Una verdad brutal. La familia es uno de los círculos del infierno, girando alrededor de su centro, el imponente y abusivo Helge. Y para que puedan limpiarse y liberarse todos, era necesario expulsar la raíz del mal.
Recordemos que vimos hace poco otra impresionante película de Vinterberg, Submarino.
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