Sunday, February 26, 2012
The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore (William Joyce, Brandon Oldenburg, 2011) – 6/10
The Shore (Terry George, 2011) – 4/10
JLA: Doom (Lauren Montgomery, 2012) – 4.5/10
Casino Royale (Martin Campbell, 2006) – 7/10
Monday, February 20, 2012
Zombieland (Ruben Fleischer, 2009) – 5.5/10
Adventureland (Greg Mottola, 2009) – 5/10
Carnage (Roman Polanski, 2011) – 8.5/10
Taxi 3 (Gérard Krawczyk, 2003) – 3.5/10
Tristemente llega un momento en un una formula ha dado todo lo que podía. Hay una razón por la cual ya no hubo Taxi 4 y es simplemente porque si bien la tercera entrega todavía divierte, queda claro que el chiste ya envejeció.
La ficha IMDB
Émilien (Frédéric Diefenthal), el detective favorito de chicos y grandes, está obsesionado con detener a una osada banda de malosos que se burlan desde hace meses de la ley. Tan clavado está en su trabajo que no se da cuenta que su seductora media naranja tiene varios meses de embarazada. Por su parte Daniel (Samy Naceri) termina creyendo que su novia también está embarazada pues Lily (Marion Cotillard) hace lo posible para mantenerlo controlado. Al final, como siempre, después de hartas carreras y chistes cotorros, los dos amigos se las arreglan para traer orden a la ciudad.
Parece que toda la adrenalina y acción se vio consumida en la secuencia de inicio, que nos muestra al mismísimo Sylvester Stallone escapando de malosos sobre ruedas con la ayuda de Daniel. Al estilo de James Bond, la primera secuencia no tiene nada que ver con la cinta y es una lástima porque la película en si jamás llega a ese nivel de diversión.
Taxi 3 depende un poco demasiado del humor absurdo de las dos entregas iniciales, pero sin inventar nada nuevo. Está claro que el énfasis está ahora en los personajes, y hay mucho más tiempo dedicado a ver a gente hablando que a vehículos a alta velocidad haciendo payasadas. Así es como a todos nos queda claro que en realidad los personajes con una sola dimensión no dan para tanto, pues por momentos la película es, ¿me atreveré a decirlo?, casi aburrida.
Las secuencias de acción absurdas siguen existiendo, pero es claro que la creatividad ya no está ahí y la mayoría se sienten más cercanas del ridículo que de la buena onda. El mejor ejemplo es la "tortura" a la que es sometido Émilien y el elaborado plan para asesinarlo que francamente no tiene ni pies ni cabeza en la lógica de la cinta.
Al final, por supuesto, Daniel y su taxi salvan el día gracias a una nueva mejoría del vehículo que por arte divino queda perfecta para la situación en cuestión. La habilidad para andar en la nieve es suficiente para detener a los malosos, pero no para mantener la serie con vida.
Sunday, February 19, 2012
Ensemble,c'est tout (Claude Berri, 2007) – 5/10
Quitando toda la ironía de los monólogos internos de la novela, la narración avanza cronológicamente,y rapidamente, por fragmentos que parecen todos de la misma duración, alternando Camille (Audrey Tautou), Philibert (Laurent Stocker), Franck, (Guillaume Canet) solo o con su abuela Paulette (Francoise Bertin).
La puesta en escena es muy convencional, sin efecto particular de encuadres o de cámaras. La simplicidad, por no decir la simpleza de puesta en imagen conviene perfectamente ( y es bastante triste) a la pobreza de presentación de los personajes.
Berri guionista decidió eliminar todos los elementos de historia de cada personaje, conservando solamente algunas escenas de Camille con su mama (Danielle Lebrun) o de Philibert con su familia, escuchando misa o rezando al principio de la comida, para darnos a entender que son católicos integristas.
Los monólogos internos, reflexiones, criticas , eran lo más interesante de la novela, porque le daban a cada personaje su vida y su carácter , su profundidad. En particular con su forma muy personal de hablar, vocabulario y sintaxis, referencias culturales, alusiones a autores o a proverbios, juegos de palabras, o hasta el acento africano de Mamadou ( Firmine Richard), la imponente empleada de limpieza , modernamente dicho :"técnica de superficie" , y que, dicho de paso, ha perdido también algo de volumen en la empresa de adelgazamiento que Berri le impuso a la obra.
El mismo trabajo de aplanamiento esta hecho con Camille, que se vuelve una chica casi normal, exceptuando su talento por el dibujo. Pero sin ninguna explicación para esto, para su forma de vivirlo o borrarlo. Paulette es una anciana linda, tierna, sin mucho carácter. Ni siquiera le dan tiempo de disfrutar el regreso a su casa y su jardín. Se muere inmediatamente. Y la tensión del odio- atracción entre Camille y Franck, la oposición de estilo de vida, de cultura, el acercamiento progresivo e involuntario, se traduce en dos o tres escenas. Y ya están en la cama....
Muchos personajes secundarios que le daban precisamente espesor a los protagonistas, y variedad a las situaciones han sido eliminados.
El tema central, el abandono del cual sufren los cuatro, y de donde proviene su forma de actuar, de hablar, de retraerse y desconfiar, este complejo de mal-amado, de herido, esta totalmente evitado. Esta desequilibrio entre dos mundos en que viven, este juego de equilibrista: rechazo de su riqueza por Camille, rechazo de su nobleza por Philibert, rechazo de la ternura de su infancia por Franck.
Los actores son buenos sin más, exceptuando a Laurent Stocker, quien nos da un Philibert mucho más complejo, más trabajado. Pero, porque estas escenas ridículas con un ortofonista? ¿Para imitar al Discurso del rey ? Audrey Tautou tal vez tenga el físico de Camille, pero no tiene su malicia, hasta su agresividad o desprecio hacia los demás.
A un espectador que no haya leído la gruesa novela de Gavalda no deben resultarle muy interesantes estos cuatro que deciden vivir juntos. Al que leyó el libro, le resulta frustraste no encontrar la chispa de la escritora. Entonces.... ¿A quien le puede gustar la película?
Aime ton père ( Jacob Berger , 2002) - 3,5/10
Ni el guión: un famoso escritor francés gana el Nobel y se va a recibirlo. ( Nunca había visto una entrega de Nobel tan rápido después de su votación, 4 días…) El chiste es que se va solito y en moto. Y que su hijo trata de hablarle para felicitarle, pero la hija y la amante en turno oponen una barrera impenetrable. Entonces el hijo va a ver a papa. Lo cruza en el camino. Sobre la autopista. ¿Como hicieron si manejan en sentido contrario? Papa no parece tan enojado de ver a su hijo. ¿Entonces, porque tanta protección de parte de las mujeres? Pero no tiene muchas ganas de habar con el hijito. Entonces, este se enoja y lo persigue. Hasta que llegan al lugar de un accidente. Papa se cae de la moto. Y el hijo secuestra a su padre. Cuando la policía lega al lugar del accidente, encuentran además de un camión, un automóvil y una moto y el número exacto de cadáveres. Se concluye que el gran escritor está muerto.
Sigue el viaje de padre e hijo, discutiendo se supone que para decirse sus verdades y llegar al fondo de sus rencores. Y cuando la hija no reconoce al cuerpo de su padre en la morgue, va en busca de ellos…. Cuando finalmente los tres están juntos, se dicen unas cosas feas, ella trata de suicidarse, el hermano la salva de las frías aguas del Mar del Norte, el padre no dice nada.
Un final sin sentido : el padre, ya con barba, camina en la nieve hasta una casa donde lo espera un niño de por allá, esquimal, inuit, sueco... ¿ su hijo?
Y como el guion no les ofrece nada que expresar, los actores no expresan nada. No es que normalmente estos tres expresen mucho. Pero ahí, ni siquiera se les dio con que.
Uno espera introspecciones, rencores, violencia, verdades ocultas. Uno espera actores. Pero todo es plano, aburrido. Ni siquiera es melodramático, lacrimógeno o estereotipado. No hay nada.
Hugo (Martin Scorsese, 2011) – 7/10
Ahora, el contenido de la historia. Durante más de la mitad de la película, asistimos a la melodramática (¿enternecedora?) historia de un niño huérfano, Hugo (Asa Butterfield), abandonado, explotado por un tío borracho (Ray Winstone), y que vive solo en una gran estación parisina. Como todo héroe incomprendido y para la ilustración de los pequeños, tiene un talento especial: sabe reparar cualquier mecanismo. En la gran jungla de la ciudad, perdón, la gran estación, vive circundado de peligros: un inspector (Sacha Baron Cohen) con su pierna de madera y su perro, un vendedor de juguetes severo (Ben Kingsley). Pero asiste de lejos al lento desarrollo de tiernas historias de amor: Madame Emilie (Frances de la Tour), fieramente defendida por su perro diminuto, celoso de las atenciones de Monsieur Frick (Richard Griffiths), quien acaba por comprar una perrita para obtener el permiso de acercarse a su amada, la linda florista Lisette (Emily Mortimer) que se deja enternecer por el apuesto pero lisiado inspector. El niño vive de sus robos: un cuernito por aquí, un litro de leche por acá. El hombre malo de la tienda de juguetes le confisca su cuaderno de croquis, y se queda pasmado…. El niño llora, suplica, pide la ayuda de la hija adoptiva, Isabelle ( Chloe Grace Moretz) . Totalmente metida en Dickens y los melodramas, hasta pensé que el niño era el nieto del señor malo.
Pero no. Me equivoqué (¡he visto demasiadas películas!) . Y en realidad es ahí donde la historia empezó a gustarme: el magnífico autómata que Hugo y su padre (Jude Law) trataban de reparar, maravilloso recuerdo de Metropolis, pone, con el dibujo de la Luna con un cohete estrellándose en su ojo, a los niños sobre la pista de la verdadera identidad del Papa Georges de Isabelle: ni más ni menos que Georges Meliés. ¡ Y se hace la magia! ¡Y llega la felicidad, llega la emoción! Porque llega el cine: las grandes imágenes, las grandes escenas, las grandes caras de los primeros años, y Chaplin, y Keaton y Griffith y ….
Y estas secuencias maravillosas de recuerdos de Mama Jeanne Meliés (Helen McCrory): como filmaban. Este trabajo artesanal, poético, hecho de piezas y pedazos, con astucias, trucos, humos y dragones, cartones. En un gran invernadero, con paneles de tela blanca, movibles para cambiar la luz. En un ambiente de placer, de felicidad.
Y la proyección que hace René Tabard (Michael Stuhlbarg) (personaje que por cierto nunca existió, y tampoco existía una "Academia del Cinematógrafo" en los años 30. Pero se uso una magnifica biblioteca muy parecida a la Bibliothèque Sainte Geneviève en Paris), autor de un libro sobre los primeros cineastas, de la única película conservada, en el salón de los Meliés, a escondidas del maestro, tiene todo el encanto del cine de antes, cuando el proyector y las bobinas girando hacían ese ruido tan particular. Porque todas las tecnologías, y las dimensiones, tercera o cuarta que le puedan agregar para proporcionarnos proyecciones perfectas, no podrán nunca remplazar el murmullo de un proyector, para los que, no hace tanto tiempo, cargaban maletas con grandes carretes en sus cajas metálicas plateadas. Porque el amor al cine pasa por la emoción de ver, de tocar un objeto: una cámara, la caja de una reliquia como El Viaje a la luna (Meliès - 1902), o La entrada del tren en la estación de La Ciotat (Lumière- 1896).
La última escena, gran fiesta en casa de los Meliés, es un final bastante tonto, para enseñarnos a Meliés rehabilitado, reconocido, por fin famoso. Final feliz cuando lo que queremos es quedarnos en el sueño, en la imaginación, en el arte. Y caemos en lo domestico: casa, fiesta, platicas, de personajes como cada uno de nosotros…
La empresa de Scorsese, bastante coja en su intención, lo es también en su realización. No supo equilibrar el tiempo entre sus dos temas. La estructura está mal pensada. En realidad, desde el principio el proyecto estaba mal diseñado. En lugar de gustarles a todos, tomó el riesgo de decepcionar a cada uno.
The descendants (Alexander Payne , 2011) – 8/10
El titulo pone el acento sobre el tema de la familia y de la transmisión.
Transmisión de la educación que se revela como un fracaso , con la mala educación de estas dos niñas , que perdieron todo respeto para los adultos : la mayor, Alexandra (Shailene Woodley) en un carísimo internado donde sale a emborracharse de noche, y que manifiesta el más abierto desprecio para su padre; la menor Scottie (Amara Miller) con un vocabulario de lo más distinguido. O Sid (Nick Krause) , novio de Alexandra, metiche y burlón.
Transmisión de la riqueza : la familia es dueña de los últimos terrenos virgenes de la isla, valuados en millones, pero King vive como cualquier profesionista laborioso, sencillo, en una oficina austera, o entre pilas de expedientes en su casa. Y su forma de vivir, de vestirse, como si no tuviera dinero, es fuente de reproches de parte de su esposa y de su suegro Scott (Robert Foster). Se pasa el tiempo en bermudas y camisas discretamente tropicales.
Transmisión del terreno y de la herencia proveniente de la union entre los ancestros príncipes hawaianos con los misioneros del continente ; en un primer tiempo, parece que esta riqueza compartida por los numerosos primos sea más una molestia, algo de lo cual urge deshacerse. Sin que el precio sea muy importante. Las opciones de compra no están abiertamente analizadas. El momento que podría ser de nostalgia : "Vamos a ver los terrenos" no produce ningún enternecimiento. Pero, como incidentalmente, en el camino de regreso , la mirada de King se detiene cuando pasan por los fraccionamientos nuevos, limpios, ordenados, con sus terrenos de golf y sus bonitas casa. Típicos de los Estados unidos.
La noticia de la infidelidad de la madre es punto de partida para una búsqueda de parte del esposo. Búsqueda de la verdad, de los motivos. Y simplemente para ver de quien se trata. Lo interesante es que esta búsqueda se hace en compañía y con el apoyo, emocional y logístico de la hija mayor. Y con ella llegan, como muegano, el novio y la hermanita. El resultado del viaje (a la otra isla, la de las tierras heredadas) sera el encuentro con un verdad desencantada : el amante, Brian Speer ( Matthew Lillard) es en realidad un tipo interesado por las comisiones de los tramites de la sucesión familiar. Es un cobarde (pero su esposa sí enfrenta la situación) . Pero también hay algo bueno en los descubrimientos : la hija mayor es valiente, la chiquita, tierna. Y, oh sorpresa, el odioso novio esconde más sensibilidad que sus malos modales dejaban pensar.
A lo largo de la película, el personaje de Matt King cambia y , poco a poco y a pesar suyo, toma las riendas de su vida. En relación a las hijas y al novio, empieza a imponer ciertas reglas. En relación a la esposa en coma, organiza los últimos días. En relación a la infidelidad, decide a quien hablar, el amante, y con quien callar, el suegro , a quien decide dejar con su imagen ideal de su hija. En relación a la propiedad familiar, toma la decisión final de no vender a pesar del voto de los primos.
Si las situaciones y evoluciones no son en si muy originales, están interpretadas con mucho talento por George Clooney y los jóvenes que lo acompañan. Algunas escenas son para recordar : Matt recibiendo noticias: la muerte inevitable de su mujer, la infidelidad, corriendo torpemente a casa de los vecinos, confrontando al amante.
Hasta el descanso de la ultima escena , plano fijo, frente al televisor : comparten el helado y la cobija. Los tres juntos. Nueva familia. Familia nuevamente reconstruida. El archipiélago familiar se ha recompuesto, deshaciéndose de lo superfluo. Y limitándose a los más importantes : padre e hijas.
Wednesday, February 15, 2012
Drive (Nicolas Winding Refn , 2011) - 8.5/10
Ficha IMDB
Es la tercera película que veo con Ryan Gosling. En la primera, me impresionó mucho:The believer, donde encarnaba a un joven judío antisemita. La segunda se puede ver actualmente, The ides of March. Donde el personaje sabe aprovechar el momento para avanzar y colocarse en el lugar y el momento oportuno.
Al contrario, en Drive, se trata de un joven silencioso, solitario, excelente en su trabajo. Sea el diurno, doble en películas de acción, o el nocturno, conductor de escape para ladrones. Discreto, eficiente. También trabaja en un taller mecánico, donde más o menos lo explota Shannon (Bryan Cranston) quien tuvo la pelvis fracturada en una mala operación con Bernie Rose (Albert Brooks).Hasta el día en que el conductor se fija en su vecina Irene,( Carey Mulligan) .
Primero trata de evadirla, pero finalmente la ayuda cuando su coche se descompone.. Y algo se va tejiendo en silencio entre el joven, la mujer y su hijo, mientras el padre, Standart ( Oscar Isaac) termina su condena en prisión. Cuando vuelve éste , la violencia entra a la vida de los tres. Y para salvar al niño y su madre, el conductor decide ayudar al padre a pagar una deuda. A partir de este momento, las imágenes se vuelven duras, de un horror casi gore, con chorros de sangre, golpes, cucharas en los ojos, caras destrozadas. El joven silencioso se ha vuelto un ser al mismo tiempo lleno de rabia y calculador en su inventiva de venganza.
Una película de gran belleza estética, con un imagen muy cuidada, que impone la presencia del personaje en primeros planos, en contra-picado, en largos momentos silenciosos. Un personaje que no pestañea, y apenas sonríe. Pero cuando lo hace, es como un suspiro de alivio. Porque Ryan Gosling logra tenernos en espera, pendientes de cada uno de sus movimientos, de sus gestos. Cada detalle se vuelve importante, como su reloj que cuelga del volante para medir los cinco minutos de su espera antes de la huida, como sus guantes, que pone en su bolsillo trasero de su pantalón, Lo que nos permite saber quien está ganando en la pelea final con el malo, pelea en la cual vemos solamente las sombras sobre el pavimento del estacionamiento. Y en una sombra se ve la forma de los guantes.
La música acompaña perfectamente los momentos de meditación, de nostalgia.Y las decisiones de él que decide ayudar, salvar a los que quiere, sin pedirles nada, de unos malvados sin alma. Un héroe a la antigüita, que se pone al servicio de la viuda y el huérfano. Como en un western, como un samourai.
Una gran película, con grandes imágenes, y sobre todo un gran actor.
Tuesday, February 14, 2012
The ides of March (George Clooney, 2011) – 7/10
Pero el jefe inmediato es el jefe de campaña, el pesado (en todos sentidos) Paul Zara (Philip Seymour Hoffman, el inolvidable Capote ), quien controla y filtra todo. De cada lado de la batalla, demócrata y republicano, la hierarquía es la misma : arriba el candidato, segundo nivel el jefe de campaña , tercer nivel el jefe de prensa. Las decisiones deben tomarse en un orden claramente establecido : hay que seguir la cadena de mando, nadie se puede mover sin informar y pedir permiso al nivel superior. Y, sobre todo, nadie puede establecer contacto con el bando opuesto si no tiene una orden clara y confirmada. No hay libertad de acción, no hay lugar para las iniciativas. Ahí va a residir el error del joven y curioso Stephen : se brinca unos escalones y acepta escuchar la propuesta del jefe de campaña adverso , Tom Duffy (Paul Giamatti).. Solamente escuchar.
Si se disfruta mucho , muchísimo, los momentos de Clooney como candidato integro, con sus opiniones claras sobre laicidad, matrimonios gay , sobre los ricos y los impuestos; y como hombre en algunos momentos de complicidad tierna con su esposa Cindy ( Jennifer Ehle) se disfruta aun más del juego de ajedrez que se libra entre los miembros de sus equipo, y de los cálculos ,hasta en números, de las negociaciones con los grandes electores : si me das tantos votos, te doy un puesto de secretario de … Si me das él de secretario de estado, te doy tantos votos.....
Pero, como en J.Edgar, detener información privilegiada es la mejor palanca . Y el secreto más valioso es siempre el secreto sexual. Y lo sabemos desde Clinton, un hombre político lo puede hacer todo, todo, salvo tener sexo con una interna.... La traición de Brutus se hará en silencio, en voz off, (la escena del coche en el callejón : cuando Paul baja, su silueta nos dice que esta hundido.
George Clooney director tiene la sabiduría de hacerse discreto, de dejar brillar a sus actores : les deja tiempo para lucirse en primeros planos.
¿Quien es Cesar? Por el momento es Paul, pero mañana, bien podría ser el gobernador Morris. "Cria cuervos y te sacarán los ojos". Pero, ya lo entendimos, Brutus – Stephen ya se puso en marcha para ganar.
J.Edgar (Clint Eastwood, 2011) – 8/10
Esta vez, Eastwood va directo a un personaje muy importante en la historia política y social de Estados Unidos: nada menos que J. Edgar Hoover, el creador y director del FBI durante 48 años y 8 presidentes.
Con una línea narrativa en realidad muy sencilla pero que podría confundir al principio, Eastwood nos lleva en un idas y vueltas entre el momento de la escritura (Hoover dicta sus recuerdos a distintos jóvenes agentes del FBI) y el momento de los hechos. Con una voluntad férrea, y una idea muy clara de cómo las cosas deben de ser. Desde una propuesta matrimonial hasta la organización del "Buro", pasando por el código de vestimenta de sus empleados.
La escena en la Biblioteca del Congreso de noche es ejemplar de su gusto excesivo por el orden, no tan lejos del objetivo de clasificación total, perfecta que algunos años después, mostraran los nazis : control, represión, poder. Hoover, según Eastwood, traspasa a su ámbito laboral lo que aprendió en su familia, con su madre (Judi Dench perfecta de control, en todos sentidos). Rigidez parece ser la palabra clave en torno a este hombre implacable.
Perfecta de disciplina, obediencia y respeto a los valores impuestos por el jefe, la secretaria, Helen Gandy (Naomi Watts) lo sigue como su sombra y ejecuta todas sus directivas, hasta después de su muerte, cuando destruye unos documentos comprometedores. Es también una relación simbólica de la frialdad y el control que Hoover genera a su alrededor. Ahí funciona también en sentido contrario: él le pidió matrimonio, muy rápido por cierto. Ella contestó que su carrera era lo más importante para ella. Y allí murió, nunca más se habló de sentimientos entre ellos.
Otro compañero fiel fue Clyde Tolson, (Armie Hammer, uno de los gemelos en Social Network de David Fincher), quien funge también como educador e iniciador en el campo de la elegancia masculina, y de los comportamientos sociales. Una parte de su vida para la cual su madre no había podido darle las armas necesarias, y en la cual Hoover no se sentía muy cómodo.
Conforme avanzan los recuerdos, vemos pasar algunos momentos claves de la historia de Estados Unidos, en lo que se refiere a seguridad interna: la investigación sobre el secuestro Lindbergh, y la ley que le sigue, el juicio de Dillinger, el Watergate... también algunas infidelidades en alto nivel.
La película, al mismo tiempo que va y viene entre tiempo de la escritura y tiempo de los hechos recordados, ve y viene entre visión publica, la imagen que dio Hoover a los demás, público, periodistas, un visión de poder y firmeza y visión intima, la "vida secreta" de un ser muy inseguro. Como en el restaurante donde una invitación a bailar le provoca una verdadera crisis de pánico. Alternancia de fuerza y debilidad, de control y ridiculez, pero sin que director y guionista tomen partido, sin insistir nunca. Dustin Lance Black hace aquí un trabajo muy distinto del que hizo en Milk ( Gus Van Sant - 2008 ) donde acentuaba las características de su héroe activista, ayudado por un Sean Penn casi sobreactuado).
Se podría criticar el uso excesivo de maquillaje para caracterizar a los ancianos Hoover y Tolson. Un efecto más leve podia ser suficiente, ya que todo el trabajo de interpretación, de ambientación, incluyendo una banda sonora muy delicada, compuesta por el mismo Eastwood y un sabio uso de los claroscuros, (ambos aspectos constituyendo la firma de Eastwood) sume al espectador en un ambiente bastante magnético para creer al envejecimiento de los personajes sin cambiarlos en payasos. Pero ni modo. Es un reproche muy pequeño en comparación con las grandes cualidades de esta película.
Un personaje todo en sombras, presentado en un película toda en sutilezas, de colores, en pinceladas. Un estilo Eastwood que conviene perfectamente a un tema de lo más delicado: construir la protección-represión en un país que se quiere libre.
Le chat (Pierre Granier-Deferre, 1971) – 6/10
Como lo hará en La Veuve Couderc (1974) del mismo Simenon, el director y adaptador se dejó llevar por las personalidades o imágenes de sus dos actores protagonistas y por los temas que imperan en el momento de la realización. En La Veuve Couderc, se tratará de Simone Signoret con el joven y seductor Alain Delon, y de una situación de un hombre que se encierra en su casa, y se niega a salir a pesar de verse asediado por la policía. En Le Chat, de la destrucción progresiva de una pareja cuyo único medio de comunicar son los papelitos que se lanzan : " el gato" , "el perico", Granier-Deferre llega a una banal historia de un amor frustrado, sobre fondo de un París en demolición.
El tema que más le interesa a Granier-Deferre parece ser la destrucción: destrucción de los barrios viejos, destrucción de los cuerpos por la edad, destrucción del amor por los años.
La novela de Simenon retoma, una vez más, el tema de la oposición hombre bueno-mujer mala. Porque así veía el autor a sus padres. Él, sencillo, con gustos básicos, vino, sexo, su periódico y sus puros. Ella, complicada, exigente, en una palabra: castradora.
En la película, el hombre, al pasar de los años, se ha vuelto un viejo cascarrabias, que se queja de todo y todos, que ya no quiere a nadie, salvo a su gato. Jean Gabin interpretando a Jean Gabin. Y ella (Simone Signoret) trata de entender el porqué del desamor: ¿la edad? ¿El pelo blanco? ¿La cojera ? (se cayó del trapecio cuando trabajaba en un circo,invención del adaptador !). ¿O la falta de hijos? Él simplemente no quiere hablar. Así es y punto. Pero no se quiere ir.
Toda la oposición de clases entre ella, dueña de toda la calle y que cobra sus rentas cada mes, y el albañil subido a capataz desaparece en la nostalgia de la pareja que ve destruir el barrio de su juventud.
Las imágenes, fijas en el principio, en cámara lenta después, insisten sobre la destrucción, las calles socavadas, los edificios que se desploman, las viejas casas abandonadas. Es la Francia de los años 70’, cuando, bajo los presidentes Pompidou y Giscard d’Estaing, no se sabía utilizar y reacondicionar los barrios viejos; simplemente se destruía para construir algo nuevo y moderno. La película nos muestra un nuevo mundo que nace, y para eso debe destruir todo lo viejo: casas, calles, cosas, gente.
Y el gato es solo un pretexto a algunas escenas: en particular un enfrentamiento de planos fijos y cercanos de Signoret y del animal. Como un duelo donde finalmente ella ganará. Solamente porque quiere que su esposo le preste atención.
Granier-Deferre simplifica al extremo, se queda en clichés y situaciones superficiales, jugando con los paralelismos: escenas de las compras, la cocina, la recámara. Paralelismo que encuentra su expresión suprema en el duelo de los dos monstruos sagrados que son Gabin y Signoret. Y finalmente, la cinta es más testimonio de una época que análisis de una relación que lleva superpuestas capas de antagonismos.