Ficha IMDb
A partir de una situación bastante frecuente.: un padre que abandonó a su familia para, según dijo, irse del otro lado, la película nos muestra los problemas enfrentados por una familia encabezada por una madre sola, trabajadora, con hijos normales en sus actitudes y caracteres, menos el famoso Abel, niño autista que la madre acaba de sacar del hospital
Tal vez no sea la intención primera de Diego Luna, pero al mostrarnos un niño de unos diez años adoptando el papel de jefe de familia, un comportamiento entendido como “viril” se pone de manifiesto lo ridículo de las actitudes machistas: exigencias de ser atendido, servido, obedecido en todo momento sin un “gracias” o un “por favor”, juicios injustificados sobre los demás, ordenes sin motivo, hasta las posturas corporales y el tono de voz sin réplica.
La gravedad del caso médico queda clara cuando el padre aparece y el niño sigue en su papel. Frente a un niño que vive su “mentira” si se le puede llamar así su forma de vivir la realidad, y lo hace en toda inocencia, o inconsciencia, es decir sin ser culpable de su transformación de la realidad, el padre aparece mas odioso porque el miente concientemente. Vemos a la doble moralidad machista en todo su esplendor: exigencia hacia los demás (esposa, hijos, amigo) paralelamente a una total auto permisividad (estar ausente durante años sin mandar dinero ni siquiera informarse de su familia, tener una casa chica pero estar celoso e intolerante ante la “debilidad” de la esposa que dejó sola con tres hijos en una casa sin terminar.
Al lado de este testimonio casi documental sobre un comportamiento humano, la película presenta un ritmo bien sostenido, hasta la culminación del peligro en la estación de trenes, cuando ruidos y maquinas amenazan a los dos niños, en un crescendo muy bien llevado. Después, en el balneario, la posibilidad de la muerte de los niños se vuelve más apremiante con las tomas alternadas, debajo del agua y al nivel de la superficie, al mismo tiempo que seguimos el loco viaje de la familia en coche en búsqueda de los niños. La tensión es tal, en los personajes y en el espectador que el estallido de un globo sobresalta a todos.
Y que no se olvide mencionar la excelente interpretación del niño Abel (Christopher Ruiz-Esparza) de su madre y de su hermana, siempre justa, sin excesos de dramatismo que volvería ridícula esta extraña situación familiar.
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