La tercera parte de la cinta que revoluciono la animación y puso a Pixar en el mapa es una divertida secuencia de eventos con personajes que se han vuelto icónicos. La cinta es divertida sin duda, pero se reciente claramente que el momento se está acabando. Por mucho que nos guste Toy Story, hay que admitir que lo mejor sería que se terminara aquí.
La ficha IMDB
Andy (John Morris) está a punto de irse a la universidad y es momento de decidir qué hacer con sus juguetes de la infancia. Una serie de errores hace pensar a la pandilla que Andy quiere deshacerse de ellos y aprovechan una oportunidad para sumarse a las donaciones a un jardín de niños. Como siempre, Woody (Tom Hanks) cree que su lugar esta junto a Andy, sin importar nada más. En el jardín de niños, lo que parece ser un sueño hecho realidad, niños por doquier, se torna en una pesadilla, pues el simpático oso Lotso (Ned Beatty) es en realidad un tiránico dictador. Los juguetes al final encuentran la manera de seguir haciendo felices a los chamacos dentro y fuera de la película.
Esta es la primera cinta en la cual el 3D se siente “orgánico” y no como un truco para vender boletos más caros. No quiero decir por ahí que esta tan pulido como podría, pero la estética de la cinta definitivamente se integra mejor con esta tecnología de lo que hicieron Up (Docter, 2009) y la despreciable Avatar (Cameron. 2009). Las secuencias de brincos, y giros y acrobacias de Buzz (Tim Allen) o cualquiera de los otros juguetes gana un poco en emoción, aunque no mucho, gracias al 3D.
La cinta arranca inmediatamente con la acción, no solo en la secuencia de apertura con el juego de Andy, sino de entrada el conflicto es presentado y no hay demasiado tiempo perdido en aburridas presentaciones. Tal vez hay demasiados momentos de tristeza y nostalgia, sobre todo en las muchas veces que Woody debe decidir entre sus amigos y Andy; lo cual podría indicar que efectivamente esta es la última ocasión en que veremos a estos simpáticos personajes. Algo que a pesar de todo es deseable.
La historia no es radicalmente diferente a la de Toy Story 2, donde una equivocación aleja a los juguetes de su dueño y deben hacer hasta lo imposible para regresar. La construcción del “malo” es prácticamente idéntica (salvo que en esta ocasión es más adorable) e inclusive la secuencia de conflicto final tiene momentos demasiado parecidos. Eso sumado a un numero un poco elevado de auto referencias (la garraaaa) me hace pensar que esta franquicia ya dio todo lo que podía, y seguir en este sentido terminaría por destrozar a los simpáticos personajes.
Toy Story depende por completo de algunas ideas acerca de crecer (léase, aprender a dejar cosas atrás), algunos diálogos astutos, y las acrobacias de los juguetes. Hay un número limitado de veces en las cuales el todo se puede repetir de la misma manera. Por ahora sigue siendo divertido, pero no por mucho. La inclusión de los Gipsy Kings definitivamente ayuda y la referencia a Miyasaki también.
Tuesday, June 29, 2010
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