Una película que pretende ser biográfica sobre uno de los grandes maestros de la literatura, pero se salva de lo ridículo solo por la notable interpretación de Helen Mirren.
Ficha IMDb
La cinta utiliza la excusa del gran Tolstoi, en el final de su vida, cuando se vuelve un tanto obsesivo, con sus ideas sectarias e intolerantes. En el círculo intimo del gran hombre y pensador, del escritor exitoso, introduce el joven secretario Valentin Bulgakov (quien no tiene nada que ver con Mikhaïl A Boulgakov, autor de El Maestro y Margarita, La Guardia blanca y La Isla Púrpura). Este, que existió realmente, sirve sobre todo al director como un espía, un ojo dentro de de la vida intima de Tolstoi y su familia. Aunque algunas escenas no pueden obviamente ser vistas por el secretario. Lo que le resta lógica a la propuesta de la película.
Por otro lado, Boulgakov es protagonista de una relación sentimental con una joven que trabaja en la comuna cercana, que funciona según los principios de la secta (perdon, filosofía) tolstoiana. Sin posesiones personales, sin relaciones personales. Todos para uno y uno para todos. O sea, una sociedad comunista. Pero sin sexo. Y ahí viene otra contradicción. Porque la relación entre los dos no es nada tolstoniana…
Muchos clichés de la vida rusa: la casa en el campo, las comidas bajo los árboles, los abedules, el samovar y las blusas campesinas.
Lo único que salva la película es la actuación de Helen Mirren, magnifica esposa rechazada, aristócrata humillada, madre que lucha para salvar la herencia de sus hijos aunque estos queden subyugados por el prestigio romántico de su padre y por la influencia perversa de Cherkov, gran sacerdote de la religión tolstoiana. La única que no se deja llevar, que conserva la cabeza fría frente el mito en construcción. Aunque a veces los nervios, el amor desesperado, la angustia la llevan a escenas que están al borde de la locura. Y todo el arte de Helen Mirren esta ahí, en hacernos sentir al mismo tiento compasión y burla, sin dejarnos caer en ninguno de os dos.
Frente a un Christopher Plummer completamente fiel a la iconografía de Tolstoi viejo, seguro de su importancia y de que le dio al mundo una herencia única, que se cree un apóstol, a quien le hacen creer que lo es, y que se pone el disfraz.
Y la pelicula termina en la última estación. ¿De un hombre que creyó ser Cristo? que transformaron y se transformó en un ser inhumano, que olvidó lo que vivió, compartió, creó con otros, para convertirse en un ídolo ¿O el vía crucis de una mujer que fue sacrificada y luchó hasta el final para recuperar su lugar?
Ficha IMDb
La cinta utiliza la excusa del gran Tolstoi, en el final de su vida, cuando se vuelve un tanto obsesivo, con sus ideas sectarias e intolerantes. En el círculo intimo del gran hombre y pensador, del escritor exitoso, introduce el joven secretario Valentin Bulgakov (quien no tiene nada que ver con Mikhaïl A Boulgakov, autor de El Maestro y Margarita, La Guardia blanca y La Isla Púrpura). Este, que existió realmente, sirve sobre todo al director como un espía, un ojo dentro de de la vida intima de Tolstoi y su familia. Aunque algunas escenas no pueden obviamente ser vistas por el secretario. Lo que le resta lógica a la propuesta de la película.
Por otro lado, Boulgakov es protagonista de una relación sentimental con una joven que trabaja en la comuna cercana, que funciona según los principios de la secta (perdon, filosofía) tolstoiana. Sin posesiones personales, sin relaciones personales. Todos para uno y uno para todos. O sea, una sociedad comunista. Pero sin sexo. Y ahí viene otra contradicción. Porque la relación entre los dos no es nada tolstoniana…
Muchos clichés de la vida rusa: la casa en el campo, las comidas bajo los árboles, los abedules, el samovar y las blusas campesinas.
Lo único que salva la película es la actuación de Helen Mirren, magnifica esposa rechazada, aristócrata humillada, madre que lucha para salvar la herencia de sus hijos aunque estos queden subyugados por el prestigio romántico de su padre y por la influencia perversa de Cherkov, gran sacerdote de la religión tolstoiana. La única que no se deja llevar, que conserva la cabeza fría frente el mito en construcción. Aunque a veces los nervios, el amor desesperado, la angustia la llevan a escenas que están al borde de la locura. Y todo el arte de Helen Mirren esta ahí, en hacernos sentir al mismo tiento compasión y burla, sin dejarnos caer en ninguno de os dos.
Frente a un Christopher Plummer completamente fiel a la iconografía de Tolstoi viejo, seguro de su importancia y de que le dio al mundo una herencia única, que se cree un apóstol, a quien le hacen creer que lo es, y que se pone el disfraz.
Y la pelicula termina en la última estación. ¿De un hombre que creyó ser Cristo? que transformaron y se transformó en un ser inhumano, que olvidó lo que vivió, compartió, creó con otros, para convertirse en un ídolo ¿O el vía crucis de una mujer que fue sacrificada y luchó hasta el final para recuperar su lugar?
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