Parte de la biografía de Carlo Dalla Chiesa, prefecto de Palermo del 1 de mayo 1982 al 2 de septiembre del mismo año, sus últimos cien días de vida. Hechos históricos, ejemplo de valentía y determinación. Y magnífica interpretación de Lino Ventura.
Ficha IMDb
La película, realizada el año siguiente a los hechos, cuando los recuerdos siguen frescos, empieza por situar muy bien la realidad de la violencia que impera en Palermo: asesinatos en coches, en la calle, en las casas, hechos que parecen independientes pero que se ven imposibles de detener. Hasta que el poder central decide nombrar a un carabiniero o sea un policía, el general Carlo Dalla Chiesa (Lino Ventura), determinado a acabar con el problema. Este servidor público, con alma de militar, se hizo famoso por su lucha contra el terrorismo, al lograr arrestar los dos fundadores de las Brigadas Rojas, organización que, entre otros actos famosos, habían secuestrado y matado al primer ministro Aldo Moro en 1978.
Él insiste en que necesita un marco político, que los diputados deben votar ciertas leyes y acepta la misión bajo estas premisas. Desgraciadamente, primer ministro y cámara nunca cumplirán esta promesa. Palermo está lejos de Roma y el general se ve muy aislado. Su equipo de trabajo es de lo más reducido. Pero vuelve a encontrar un amigo y subordinado, el capitán Fontana, (Stefano Satta Flores), siciliano, conocedor de la situación local y decidida a erradicar la violencia.
Los métodos de trabajo de Dalla Chiesa son sencillos pero exigentes: investigación exhaustiva sobre crímenes, transferencias de fondos, propiedades, impuestos, para establecer conexiones. Y sobre todo exige rapidez en la ejecución de sus órdenes, con mucha cortesía. Adopta un perfil discreto, viaja en vuelos comerciales, toma el taxi…
Paralelamente, la cinta enseña el funcionamiento de los altos mandos mafiosos italianos: la Cosa Nostra parece un banco internacional: juntas en trajes, consultas por teléfono con el alto mando en Estados Unidos. Rapidez, eficiencia, economía de palabras: nadie discute.
Las acciones del prefecto van de las operaciones de control fiscal a arrestos masivos durante el gran juego de futbol Italia-Uruguay del Mundial, presencia personal en la procesión de santa Rosalía patrona de Palermo, reuniones-conferencias con los jóvenes para convencerles de los peligros de la droga (y así reducir el mercado para las empresas mafiosas), salidas a las obras a hablar con los trabajadores.
Desgraciadamente, la película torna un poco sentimental y anecdótica, con los elementos de la vida personal del general, mucho tiempo es dedicado a sus encuentros con su amiga Emmanuela (Giulana de Sio) , los miedos de esta, el proyecto de boda, la boda, la llegada de ella a Palermo, sus salidas al mercado…
Cien días tendrá Dalla Chiesa para tratar de limpiar, cien días le dejarán y cuando verán que va en serio y no se deja impresionar o corromper, o convencer por los altos mandos cómplices (como el alcalde de Palermo ) le harán lo mismo que a los demás: asesinarlo en su coche con su esposa y su chofer Dominico Russo .
Después de este atentado, el estado italiano crea el Alto comisariado para la coordinación de la lucha contra la delincuencia mafiosa, que permitirá los grandes juicios de 86-87, donde cientos de mafiosos se procesados.
Una situación de" ingobernabilidad" que no está sin recordar a México. Mafia o carteles de la droga, los resultados para el pueblo que vive a diario la violencia y para las instituciones que son ridiculizadas es el mismo. ¿Será Michoacán el Palermo de México?
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