Actores agradables para un tema poco original: el encuentro de dos solitarios de edad madura, decepcionados por la vida y que, después de dudar, deciden finalmente probar suerte en un nueva relación. Lo básico y esperado de la historia es salvado por las excelentes prestaciones de Dustin Hoffman y Emma Thompson.
Ficha IMDb
Harvey Shine (Dustin Hoffman) es un pianista de jazz frustrado, que se ha reducido a compositor de jingles. Tiene que viajar a Londres para asistir a la boda de su hija.
Kate Walker (Emma Thompson) pasa mucho tiempo contestando las llamadas de su madre, quien vive sola y, últimamente se preocupa mucho por su nuevo vecino polaco que pasa mucho tiempo haciendo barbecues en el jardín. Kate trabaja en el aeropuerto haciendo encuestas sobre la calidad del servicio. Tiene dos buenas amigas que se preocupan de verla siguiendo soltera y le organizan citas a ciegas a las que ella asiste con buen humor pero que no funcionan.
A Harvey le va muy mal en la boda: la madre de la novia alquiló una casa para los novios y su segundo esposo mientras a Harvey le reservaron un cuarto en un hotel. Su hija le avisa que escogió a su padrastro para llevarla al altar. Y, a pesar de todas las llamadas a Estados Unidos, y de faltar a la recepción, pierde su avión y se entera que perdió su trabajo.
Cada uno se siente se siente abandonado, decepcionado, él más que ella. Porque ella tiene sus estrategias: no se desplaza sin un buen libro y tiene su vida londinense bien organizada.
Después de cruzarse varias veces el primer día, se hablan finalmente en una cafetería del aeropuerto.
Y la aventura comienza, él la acompaña a su taller de escritura, elle la incita a ir a la recepción y acepta acompañarlo, lo que le da la fuerza para reclamar su lugar de padre de la novia, al menos en el brindis.
La película sigue las etapas de rigor: complicidad creciente, esperanzas compartidas, incidente que impide el encuentro siguiente, interpretación equivocada, recuperación y explicaciones, últimas dudas, aceptación y entrega a una nueva esperanza.
Es también poco original el contraste de particularidades culturales y lingüísticas americanas e inglesas. O la diferencia de alturas entre los dos actores. Pero en ningún momento se ridiculizar a nadie. Todo se acepta con mucho humor, paciencia, educación y self-distancia british y desenvoltura gringa. Aunque todo transcurre con un ritmo tranquilo, la historia mantiene al espectador interesado y deseoso de saber que va a pasar con esos dos.
Finalmente, cuando todo está perdido, ya no hay nada que perder, entonces nada que temer.
A esta gentil tranquilidad de la película también contribuye mucho el bueno humor, la sencillez y el talento de Emma Thompson y Dustin Hoffman que saben ser tristes, decepcionados sin sobreactuar, sin caer en lo ridículo, como tantas veces ocurre en películas de tercera edad a punto de enamorarse.
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