Otra película de viejos agradables. Parece que los británicos se están volviendo especialistas. Tal vez porque tienen los actores para esto. Lo extraño aquí es que el director no es ni británico ni habitual: Dustin Hoffman.
Ficha IMDb
Una casa de descanso para ancianos con la particularidad que todos son retirados de los oficios de las artes musicales. Eso garantiza al menos cierto nivel cultural aunque no elimina el riesgo de maldades y bajezas o inclusive de diminución de las capacidades físicas o mentales: alguno que otro problema de vejiga o de memoria. O recuerdos dolorosos. Alguna pena de amor enterrada o reprimida.
Pero también favorece momentos y personalidades chuscas, orgullosos exorbitados, como el director que se encarga de la organización de la fiesta de fin de año........ Este proyecto es el eje de la película. Hay que encontrar los números según loa talentos disponibles: esta preparación da pie a varios momentos musicales, de jazz, de Ópera ,de coros…..
El equilibrio se rompe cuando llega. Jean Horton (Maggie Smith) quien fue una exitosa soprano. La angustia que provoca su llegada en Reginald Paget ( Tom Courtenay) hace sospechar algún viejo resentimiento sentimental o profesional.
Dos dificultades, una personal: Reginald no quiere perdonar la infidelidad de hace algo como cincuenta años y una profesional: Jean no quiere volver a cantar lo que fue su gran éxito: el cuarteto del tercer acto de Rigoletto, por orgullo, ya que siente que es ahora inferior a lo que ha sido.
Los viejos adultos actúan como adolescentes. Pelean como niños, se hacen bromas y regalos. Pero tienen problemas de próstata y de memoria.
Cuatro actuaciones de primer orden: los cuatro del cuarteto, con tal vez una mención especial para Cissy (Pauline Collins) con su vestido de flores y su bolso que olvida en todas partes, su lector de CD cuyo cable se la pasa enrollando, y sus distracciones tan enternecedoras. Pero también Maggie Smith hace un gran papel, en otro estilo, recta, digna, rígida al mismo tiempo que suplicando que le perdonen su error de una noche, hace siglos.
Hoffman evita mostrar a los cuatro cantando y es una lástima porque nos la pasamos esperando el famoso cuarteto del tercer acto :Bella figlia dell'amore que escuchamos en diversas versiones a lo largo de los preparativos y discusiones de sí se va a presentar o no. Y se siente un poco artificial no ver el ultimo numero de la velada, y el más esperado , cuando los otros números sí se vieron: como el mojado. se nos frustra un poco.
El final es feliz para todos los temas de la historia: Reginald perdona, Jean. acepta cantar. El espectáculo es un éxito. La casa de ancianos tiene para vivir un año más. Y el espectador pasó un momento agradable. Aunque se dé cuenta finalmente que todo ha sido fácil, ligero, complaciente, edulcorado. Pero no importa.
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