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Desde Inglaterra, lo lejano, exótico, sin ser demasiado ajena, es la India. Para un alemán sería probablemente Turquía y para un francés algún país de África.
Además, los problemas financieros de cada uno los vuelven sensibles a un anuncio llamativo de exotismo por poco dinero.
Evelyn (Judi Dench) va porque el esposo le dejó solamente deudas. La pareja compuesta por Jean (Penelope Wilton ) y Douglas (Bill Nighty) porque prestaron todos sus ahorros a su hija para lanzar un negocio. Muriel (Maggie Smith) porque las listas de espera para una operación de cadera son demasiado largas. Y porque ya se cansó de ver a tantos médicos de color en los hospitales ingleses. Y así, cada uno va huyendo de algo o buscando algo. Pero el punto común es que se trata de un nuevo principio, de, por fin, darse el tiempo para algo que se ha ido posponiendo. Porque, finalmente, después de tantos años, hay tiempo para recomponer.
Una nueva cadera, un nuevo primer trabajo, un viejo amor de juventud o un último amor. Y tiempo. Es también la magnífica lección de que nunca es tarde para hacer, para actuar, para empezar.
El exotismo de la India, sobrepoblación, tráfico, pobreza, en ningún momento es usado para atraer la atención, o la compasión. Los niños jugando en la calle son el primer paso para el reencuentro con el amigo de la juventud y los recuerdos de una vida pasada de felicidad.
El hotel Marigold , con su belleza en ruinas, es el marco perfecto para los entusiasmos o rechazos hacia la India, o hacia la vida misma, la perfecta metáfora del renacimiento posible, del simple nacimiento a la vida, o del dejarse morir : inserción en la vida económica, darles empuje a los sueños, honrar la herencia del pasado.
A veces la película cae en el cómico fácil: las consecuencias de la comida especiada sobre intestinos ingleses, acostumbrados a los platillos hervidos y desabridos.
Pero nunca cae en lo vistoso turístico. Hasta la cremación a la orilla del lago discreta y sencilla. Nada de yoguismos-vegetarianismos-budismos o velas o rezos como en Eat, Pray, Love. Ningún lujo decadente de raja. Ni siquiera una boda con trajes tradicionales.
Es la India, sí. Pero la gente tiene las mismas preocupaciones que en occidente: levantar una empresa viable, sobrevivir a las tristezas, enfrentar a una madre autoritaria.
Los actores dan una verdadera clase de actuación, de dicción, con naturalidad y placer. Y, sobre todo, sin creerse geniales. Así, normal, por el placer de estar y actuar juntos.
La lección de todo eso: la felicidad no se encuentra en un mundo lejano, una relación diferente, sino en nosotros mismos, nuestra aceptación de nuestras capacidades y decisión de usarlas. Y en nuestra relación con nuestros semejantes, o con las semejanzas en seres culturalmente diferentes. la India y el exótico Hotel Marigold son solamente el revelador de lo que cada uno es capaz de desear y hacer consigo mismo.
Y, como dice Sonny Kapoor, el joven dueño del hotel (Dev Patel, el joven actor de Slumdog Millionaire (Boyle – 2008):"Everything will be all right in the end; so, if it’s not all right, it is not yet the end".
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