Sin ser una obra de la sensibilidad que caracterizan las obras Wes Anderson, The Big Year es lo suficientemente honesta como para que este mencionada en las misma oración. Es definitivamente un esfuerzo mucho más interesante que aquello a lo que David Frankel nos tenía acostumbrados. Entre Owen Wilson, Steve Martin y Jack Black (+ Rashida Jones) hay una buena química y un buen resultado final.
La ficha IMDB
En el loco loco mundo de los observadores de aves existe el concepto del “gran año” que consiste en intentar ver el mayor número de especies como sea posible entre el primero de enero y el 31 de diciembre. Kenny Bostick (Owen Wilson) tiene el record por su impresionante esfuerzo del año anterior, pero una serie de fenómenos meteorológicos hace de esta una gran oportunidad para que alguien le robe ese record. Brad Harris (Jack Black) es un tipo a todas luces mediocre que intentara, por el simple placer de hacerlo, completar un gran año, a la vez que intenta conservar su empleo y no endeudarse aun más. Stu Preissler (Steve Martin), después de varios intentos, está ahora si decidido a dedicarse a aun gran año y dejar por fin la compañía que hizo crecer desde nada. Los tres se encontraran a lo largo de su aventura y formaran alianzas y enemistades y crecerán como personas. Y verán hartas aves.
Si hubiese una palabra para definir The Big Year seria “bonita”. Se trata de una bonita historia de amistad y de los peligros de la obsesión. Mientras los tres personajes tienen un mismo objetivo, por razones distintas, su aproximación a la tarea es diferente. Al final, Kenny sacrifica todo, todo, con tal de ser el mejor. Y lo es. La pregunta por supuesto es si lo valió. Pero de una u otra manera no es una pregunta muy diferente a la pregunta que todos nos hacemos, o deberíamos hacernos, en torno a las actividades cotidianas. Después de todo, ver más especies de aves en el país es una actividad tan racional o tan absurda como limpiar baños o vender paquetes de hospedaje web, o educar a adolescentes ingratos o lo que sea. Y por hacerlo sacrificamos harto.
La cinta, atinadamente, se aleja de personajes unidimensionales y muestra que el villano es solo el villano cuando se le mira desde cierto ángulo; y es también víctima, en gran parte de sus propias decisiones, pero que uno puede entender. Lo mismo pasa con el resto de los personajes, aunque su presencia en la pantalla sea mayor o menor, se siente que todos son seres humanos que a través de un año lidian con hartos problemas y encuentran en las aves, o en los otros seres humanos, un descanso o algo de sentido.
La formación de la amistad entre Brad y Stu también es de harto sentimiento y su complicidad es una que nos hace querer que de verdad las cosas salgan bien para ellos. Y al final así es. El resultado no es el gran bang que uno esperaría del cine de Hollywood, pero el compromiso es tal que aun así todos estamos satisfechos y contentos.
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