Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Sunday, June 17, 2012

Eternal Sunshine of the Spotless Mind (Michel Gondry, 2004) – 9/10


Una de las mejores películas de todos los tiempos. Así nada más. Un guionista increíble, un director genial, fantásticos actores, una premisa fantástica y profundamente humana… y lo mejor de todo es que todos los elementos se combinan a la perfección. 

La ficha IMDB 



Joel Barish (Jim Carrey) es un tímido sujeto quien, después de terminar una larga relación, conoce a la intempestiva, e inestable, Celmentine Kruczynski (Kate Winslet). Juntos conocen momentos de felicidad hasta que pasa lo que siempre pasa, se apaga la chispa y la normalidad se establece. Con todos sus problemas. Como resultado, Clementine recurre a un novedoso sistema que promete borrar las memorias de seres queridos…o ya no tan queridos. Herido cuando se entera, Joel decide seguir el mismo procedimiento; pero cuanto descubre lo que realmente significa borrar a alguien hace lo imposible para salvar aunque sea un recuerdo.

Esta cinta es exactamente lo que el cine, y toda forma de creación, aspira a ser. Una harmonía total entre fondo y forma. El seguimiento de una idea en diferentes niveles, honesta y humana. Esta obra es extraordinaria.

Michel Gondry (Be Kind Rewind y muchas maravillas más) y Charlie Kaufman (Synecdoche, New York y muchas maravillas más) se reúnen otra vez (después de la interesantísima Human Nature, 2001) para crear otra maravilla existencialista.

Es difícil encontrar a otro par de creadores que mejor den vida al absurdo de la vida y las relaciones que estos dos; salvo quizá Spike Jonze (Being John Malkovich, 1999), antiguo colaborador de Charle Kaufman. Es una lástima que ya no trabajen juntos, aunque por otro lado, eso hizo que cada quien produjera joyitas del celuloide que dan cuerpo a sus voces individuales. Gondry es un genio de la magia del cine y Kaufman entiende a la perfección la estructura narrativa. Ambos comparten un profundo entendimiento humano y un amor por el medio. Es ridículo lo bien que sus súper poderes se combinan en Eternal Sunshine of the Spotless Mind

La premisa de la historia es genial, y empieza por el final. Si, las relaciones son difíciles, si todo termina por acabarse, si, duele y duele mucho. Pero ¿y qué? La cosa con el existencialismo es que para los flojos y los crédulos y los superficiales parece triste porque no busca esconder todo eso que en el fondo sabemos es verdad. Pero en realidad es liberador, es esperanzador, es, como diría Sartre, humano. Ese es el concepto de la cinta y de ahí parte la idea de que aun si pudiésemos deshacernos de todos los recuerdos, para seguir adelante sin bagaje, el bagaje ahí seguiría y de todos modos, no valdría la pena. La vida vale la pena ser vivida porque podemos hacer con ella lo que decidamos. El amor vale la pena a pesar de todo, por el amor mismo, sea como sea que lo definamos.

De ahí parte un guion genial, que hace un excelente uso de las diferentes realidades y temporalidades. El juego narrativo inicial que parece presentarnos el primero encuentro entre Joel y Clementine para después llevarnos por un confuso mundo de recuerdos y sueños es simplemente genial y corresponde perfectamente a la idea inicial: el juego siempre se repite, siempre es igual, pero no por eso deja de ser mágico. Después vienen los detalles en los detalles. La manera en que narrativa y visualmente la cinta nos lleva a entender lo que está pasando, es genial. Por supuesto es bien interesante el mundo de los sueños, con las memorias siendo destruidas y la lucha fútil de Joel por detenerlas, escondiéndose en sí mismo. Interesantemente, se esconde en sí mismo con Clementine, mostrándole todo aquello que en la realidad jamás se atrevió a expresar, logrando por fin abrirse a una relación, de manera autentica (situación que resonará con más de un miembro de la audiencia). La selección de memorias es genial y resuena con todos. De lo despreciable a lo adorable a lo increíblemente intimo, y siempre en los detalles, que es donde la felicidad y la tristeza siempre han vivido.

El componente visual que refuerza todo esto también funciona a la perfección. Los efectos de los que se vale Gondry para pasar de un mundo a otro, para mostrarnos lo que está sucediendo terminan siendo un collage surrealista que está lleno de intensidad. Con Joel niño recordando a su madre, (y señalando una verdad que siempre he sospechado y ahora por fin tiene voz: “nadie reconoce lo solitario que es ser un(a) niño(a)”) mientras se esconde bajo la mesa – efecto logrado en el mismo set, sin efectos de posproducción. La destrucción del entorno, destrucción física e imaginaria combinadas perfectamente, haciéndonos sentir mejor que cualquier película del fin del mundo que esto es todo, que si se acaba esto, no habrá nada. 

Después vienen las actuaciones. Ya en The Truman Show (Weir, 1998) y después en Man on the Moon (Forman, 1999) Jim Carrey había demostrado lo increíblemente buen actor que es. En Eternal Sunshine of the Spotless Mind, alcanza niveles aun más altos. Es perfectamente creíble como el tipo inseguro, vulnerable que se vuelve agresivo por pura tristeza y frustración. Kate Winslet es también genial, capturando perfectamente a la inestable y totalmente sola Clementine. Ambos juegan bien sus papeles y tienen gran química en la pantalla. 

Por supuesto las historias paralelas, las parejas a su alrededor igualmente llenas de problemas, de decepciones y, sobre todo, de continuas negaciones auto impuestas de la realidad, son también increíblemente humanas y se sienten reales, funcionando bien en el conjunto (La pareja formada por los personajes de Jane Adams y David Cross está particularmente dañada a pesar de lo poco tiempo en pantalla). Elijah Wood, Mark Ruffalo, Jane Adams, David Cross, Tom Wilkinson y Kristen Dunst… todos hacen su trabajo sumamente bien.

Al final, Eternal Sunshine of the Spotless Mind es una delicia visual, una maravilla narrativa, una estimulante historia y, dicho todo eso, una obra profunda y sinceramente humana. Es decir, una obra de arte.

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